Un bonito despertar

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Abrió lentamente los ojos, los parpados le pesaban intento desperezarse poco a poco mientras evitaba moverse demasiado. Tras pasado unos minutos cuando consiguió fijar la vista no pudo reprimir una amplia sonrisa al ver lo que ante ella se encontraba. Ese cabello verde revoltoso, su espadachín dormido como era costumbre, pero ahora de una forma que ella adoraba, en su compañía, se le veía tan calmado y tranquilo.

Alzo una mano acariciando el rostro frente suyo y en movimientos lentos se acercó para besar esos labios que tanto le gustaban y le atraían desde aquel momento hace años en los que los probo por primera vez.

A consecuencia de ese gesto el peliverde esbozó una sonrisa feliz a la vez que abría los ojos por primera vez en ese día, para encontrarse con aquellos profundos pozos azules en los que se hundía cada noche.

-Buenos días Robin.- Musito con cierta pereza el espadachín mientras posaba un brazo sobre la cintura de la morena atrayéndola hacia él en un gesto cariñoso, para devolverle el mismo trato como ella antes había tenido con él, fue un beso cariños, tierno como pocos pensarían que Roronoa Zoro sería capaz de darlos, pero que Robin si conocía bien y adoraba.

-Buenos días Zoro.- Contesto la morena con simpleza. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo llamaba por su nombre? no lo recordaba, pero le encantaba escucharlo, era como tener un privilegio ante los demás, un privilegio que le otorgaba muchos más junto a ese, como el de poder acompañarla en los sueños de cada noche, el velar por ella y satisfacerla en otros muchos sentidos.

Era tal el ensimismamiento que tenía el espadachín que no presto atención a los quejidos que poco a poco se escuchaban entre ellos.

-¡Eh! ¡Que me aplastáis!- Se quejaba una tercera voz somnolienta entre ambos, mientras hacía gestos de molestia y pequeños pucheros.

Una sonrisa divertida se posó en los rostros de los dos jóvenes mientras miraban a la pequeña niña de cabellera verde, que entre ellos se acurrucaba en el pecho de la morena y reculaba contra el estómago del espadachín para hacerse hueco entre ambos. -Aún es muy temprano.- Gruñía escondiendo su rostro en la camiseta de la mujer en un intento de volver a encontrar el sueño. -Quiero dormir un poco más.- pidió en un fingido lamento.

Pero ante sus quejas lo único que consiguió fue un ataque de cosquillas que acabaría por despertarla al completo mientras se revolvía por toda la cama.

-¡Papá! Ayuda... ayuda, dile que pare.- gritaba entre risas mientras estiraba los brazos hacia el mayor en muestra de socorro, pero media docena de brazos la acosaban por todos lados haciéndole revolverse por el poco espacio que tenía en la cama, golpeando almohadas y en alguna ocasión a los otros dos.

Ante sus suplicas el peliverde no pudo evitar cogerla entre sus brazos para levantarla a la vez que el mismo se levantaba de la cama captando la atención de la morena, al solo llevar un pantalón de pijama dejando ver su trabajado cuerpo. Robin sonrió ante aquella escena era hermosa, su espadachín de forma tan atrayente, cargando a la pequeña niña que se escondía en su cuello buscando su protección.

-Venga, cámbiate y corre a desayunar.- Decía Zoro mientras bajaba a la pequeña antes de posar un pequeño beso en la frente. La pequeña por su parte sonrió haciendo un gesto de afirmación y sin tarda se despojó del pijama colocándose un sencillo vestido veraniego y calzándose unas sandalias, para sin esperar a nadie ni nada salir corriendo del lugar a la vez que gritaba.

-¡Tio Sanjiiiiii! ¡Desayunooooo!- Zoro y Robin sonrieron ante sus actos para reír más cuando la voz del cocinero se escuchó contestándola.

-Por supuesto Ronia-chan.- Hablaba meloso el cocinero. -Aquí tienes tu zumo y un delicioso dulce que hice especialmente para ti, pero no se lo digas a Luffy.-

Zoro por su parte tras la distracción de la pequeña, centró su atención en la mayor que aun entre las sabanas parecía no desperezarse y se acurrucaba más y más contra la almohada. Al ver ese gesto el peliverde se acercó a ella con lentitud para caer tumbado a su lado y atraerla hacia si obligándola a acurrucarse contra él durante un largo rato, en lo que ambos disfrutaron de la compañía del otro, hasta el punto que quedaron de nuevo dormidos con una sonrisa en sus rostros que mostraba la tranquilidad que desde hacía años ya disfrutaban en esa tripulación.

Un bonito despertar [OneShot ZoRo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora