Capítulo 1

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- Vaya, si está aquí Carla.

- Déjame en paz, Sandra.

- He visto que miras mucho a mi novio últimamente - me dijo en tono desafiante.

- ¿Y qué?

- Claro, necesitas tocarte pensando en su cara y en su tonificado cuerpo, ya que ningún chico te toca. Ni siquiera te miran - dijo riéndose.

- No me toco ni pensando en tu novio, ni en nadie. Déjame de una vez. Además, seguirá siendo tu novio por poco tiempo, anoche lo vieron entrando en su casa con Laura.

- Vale, eso ha sido demasiado. Te lo has merecido.

Ese día volví a llegar a casa con moratones, bienvenidos a mi vida.

     Nada más llegar me metí en el baño para que mi madre no me viese. Me duché y me eché una pomada para los moratones que compré a escondidas hace unos meses.
Salí y me di cuenta de que mamá no estaba en casa. Habría salido.
Me encerré en mi cuarto y me puse a llorar. No era por lo de esa mañana, era por todo. Por la mierda de vida que tenía.
Para que engañarme, mi vida era una mierda: me hacían bullying, no tenía amigos y los chicos no se fijaban en mí por mi sobrepeso. Eran todos unos superficiales.
Intentaba refugiarme en el mundo virtual, Internet, pero no me ayudaba mucho. También me desahogaba escribiendo, me apasionaba escribir.

     Pasó un rato y oí cómo se abría la puerta de casa. Supuse que era mamá, así que me sequé las lágrimas lo más rápido que pude y saqué un libro de la mochila para que creyese que estaba estudiando.

- Había salido a comprar - me dijo al abrir la puerta de mi habitación.

- Lo supuse.

- Bueno te dejo que estudies, yo voy a darme un baño.

- Vale.

En ese mismo instante recordé que me había dejado la pomada en el lavabo.
Corrí hacia la habitación, pero ya era demasiado tarde.

- Carla, ¿esto qué es? - me dijo mi madre algo malhumorada a la par que preocupada.

- Ah, me he dado un golpe antes.

- Enséñame que te has hecho.

-No es nada, de verdad.

-Enséñamelo.

- No es nada - insistí.

- Carla...

Me quité la chaqueta lentamente hasta que se pudieron ver los moratones de mis brazos.
Mi madre se sorprendió.

- Dios mío, Carla, ¿qué te ha pasado?

- Ya te lo he dicho, me di un golpe antes.

- Sé que no ha pasado eso. Dime quién ha sido.

- No ha sido nadie, en serio.

- Carla...

- Ha sido Sandra.

- ¿Otra vez? No sé cuando esa chica te va a dejar en paz. Ya lo saben sus padres y los profesores. Tu tutor te dijo que si volvíais a tener algún problema, se lo dijeses. ¿Por qué no lo haces? Solo intentamos ayudarte - mi madre estaba a punto de llorar, nunca la había visto así.

- Es que... La verdad es que no sé por qué. Si se lo digo y Sandra se entera, lo hará aún más.

- Te entiendo y sé cómo te sientes, pero se pueden tomar medidas para que no la dejen estar cerca de ti en los recreos.

- Lo sé.

Nos dimos un fuerte abrazo y volví a mi habitación para prácticamente no hacer nada.

     Era viernes, lo que significaba que papá volvía a casa durante el fin de semana.
Últimamente estaba muy ocupado. Papá era empresario, dirigía una famosa cadena de restaurantes que se extendían por toda España. Él mismo la creó hace años a partir de un proyecto independiente. Su sueño siempre había sido llevarlo al resto del mundo.

Eres Preciosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora