Mi verdadero YO.

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El instituto es ese lugar en donde nuestras verdaderas esencias salen a relucir, donde tu tan deseado destino y futuro se forja. Una vez entras, está escrito que los próximos años tendrás que luchar por ti mismo, jurarte que no caerás nunca y que cada error será una nueva lección para recordar y aprender.

Pero las cosas no suelen ser tan fáciles, al menos no en mí lugar. Cuando ingresé en el instituto de mi ciudad nunca pensé que me encontraría con un lugar totalmente distinto al que estaba acostumbrada.

Recuerdo que el primer día había entrado con semblante emocionante; la sangre hervía dentro de mi cuerpo pequeño y holgado, estaba sumamente emocionada por imaginar cual era el destino que se me forjaría ahí. Pero, me llevé la horrenda sorpresa de encontrarme con un montón de gente mirándome con una ceja alzada mientras otros simplemente se reían, probablemente, de mi aspecto.

Mi grandiosa madre me había matriculado en un instituto pijo. De estos en los cuales tienes que llevar uniforme y zapatos caros, en los que tu apariencia queda opacada por la superficialidad del ambiente.

Y yo, que no era rubia ni tenía un pelo sedoso y largo, que mi vestimenta consistía, simplemente, en una camiseta dos tallas mayores que yo y mis pantalones eran algo anchos para mi pequeño cuerpo y estatura, destaqué más de lo que hubiese preferido.

Entonces, en ese momento, supe que mi verdadero yo se había perdido entre tanto ego y superficialismo.

Dos años más tarde había borrado perfectamente a aquella chica que, al principio, solo era objetivo de burlas y murmullos. Me había vuelto fuerte gracias a todas esas caídas y me convertí en lo que menos quería, en otra persona superficial más. Empecé comprando ropa exageradamente cara, me teñí el pelo y, aunque luzca bonito y sedoso, a mí me parece horrendo.

Me gustaba mi otra yo, la que era inocente, y la que solo tenía ojos para los juegos y sus series favoritas.

Aunque no os lo creáis, las burlas no cesaron, empezaron a llamarme, entre otras cosas, regalada, puta, falsa, barbie...

Y, sinceramente, creía que ya no tenía fuerzas para protestar, no podía seguir.

Aunque, al rededor de tanta oscuridad, hubo una luz que brilló con el doble de intensidad. Me había viciado a un juego en el que tenías que crear tu propio personaje y entrabas en un mundo de hadas y fantasía.

Un poco infantil para mi edad, pero desde el primer momento en el que lo descubrí no pude dejar de hacer otra cosa por las noches que jugar en él.

La felicidad de antaño volvía a mi ser, y, por unos momentos, veía a mi antigua yo.

Era perfecto, como si yo misma me convirtiese en ella, mi personaje, por algunos momentos.

Si no recuerdo mal, una tarde me había levantado de la cama después de una larga siesta y me había posicionado delante del espejo que tenía en mi habitación. Al observar mi reflejo no pude evitar fruncir el ceño y morderme el labio inferior, esa no era yo. La chica que estaba delante de mí no era yo.

Coloqué mis manos delante de mí con la forma de una pistola y simulé que disparaba a mi reflejo, en ese momento sonreí como nunca lo había hecho.

Aunque no me había dado cuenta de que las balas no atravesaban espejos.

Solo quedaba una duda en mi mente: ¿Quién era yo?

Entonces, observé de nuevo mi reflejo, también fijé mi vista en una foto de mí hacía unos años atrás y también miré mi perfil del tan grandioso juego.

Y lo comprendí.

Mi perfil en el juego, la chica que vestía con dos tallas mas grandes que ella y la chica que tenia enfrente mío; todas eran mi verdadero yo.

Así que hice lo más normal que me pareció en ese momento: junté todas esas partes y volví a ser yo.

Al día siguiente entré de nuevo por esas puertas de medio metro mientras mis oídos captaban perfectamente todas las exclamaciones de sorpresa que salían de los labios de mis compañeros.

Mi pelo volvía a lucir negro, y mis ojeras eran más notorias que la última vez por no dormir demasiado. Mi ropa, como antes, volvía a ser dos tallas mayores que yo misma, y me alegré.

Cuando escuché sus risas y sus burlas no pude evitar sonreír de felicidad. ¿Sabeis ese momento en el que por fin os encontráis a vosotros mismos? Tengo que decir que es una experiencia única que no se puede explicar con palabras.

Todas eran yo, ambas formaban parte de mi historia.

Así que ya sabes:

Haz lo que quieras, total, te criticarán hagas lo que hagas.

No pierdas tu verdadera esencia, eres única tal y como eres.

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Esta historia participa en un concurso, así que si no gano no pasa nada. He querido escribir esto para enseñar a todas las personas que lo lean, que sois únicas y que no deberíais cambiar por la gente.

Sois increíbles tal y como sois.

No olvidéis votar y comentar.

¡Besos kawaiis para todos!♡

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Portada hecha por mi.
AndreaSakamaki-desu.

Mi verdadero YO. {One-Shot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora