Al día siguiente me levanté eso de las 14:30 p.m. y tenía muchísima hambre, al bajar por las escaleras veo a Bella y Lucy despiertas pensé que iban a dormir mucho más.
- ¡Hola Lei! -dijeron Bella y Lucy sonrientes.
- Hola chicas. -dije un poco dormida.
- Tienes pizza en la mesa del comedor si quieres. -dijo Bella apuntando con el dedo.
- Gracias y perdón por no avisarles que venía a casa. -dije mirando para abajo.
- No pasa nada. -dijo Bella sonriéndome.
- Sí, pero ¿quién te trajo? - preguntó Lucy curiosa.
- Bueno... me trajo Alex. -dije con poca voz
- ¿¡Alex!? -preguntaron gritando como locas.
- Sí, no es gran cosa. -dije rodando los ojos.
- Es que los dos harían una pareja hermosa. -dijo Lucy entrelazando sus propias manos en el pecho.
- Cosa que no pasará. -dije mintiendo para mí misma.
En eso me suena el celular.
{Llamada al celular}
Leila: ¿Hola?
Lourdes: ¡Hola Leila!
Leila: Ah, hola Lourdes.
Lourdes: ¿Por qué no me dices mamá?
Leila: No lo sé, me gusta más llamarte Lourdes.
Lourdes: Esta bien, quería preguntarte ¿dónde vives?
Leila: A ti que te importa, no te importó en años y ahora ¿te interesa saber de mí?
Lourdes: Oh vamos, sabes que siempre me importaste.
Leila: Deja ya de mentir por favor, ¿para qué llamaste?
Lourdes: Te quería ir a visitar, ¿dónde vives?
Leila: ¡No te lo voy a decir!
Lourdes: ¡Leila soy tu madre! ¡Ahora dime dónde vives!
Leila: ¡Ya te dije que no!
Lourdes: ¡Siempre fuiste una deshonra de hija! ¿Lo sabes no?
Leila: ¡Claro que lo sé, por eso me fui de esa estúpida casa, para no aguantar al consentido de mi hermano y a la insoportable que tengo como madre, adiós!
{Fin de la llamada}
- ¿Qué pasó? -preguntó Bella preocupada.
- ¡Mi madre pasó! -le dije gritando.
Otra vez volvió la Leila testaruda.
¡¿Oh cállate quieres!?
Vamos ve a desahogar tus penas.
Casi una semana sin hacerlo, creo que no voy a aguantar mucho más.
Eso es, vamos ve a tu habitación.
- Voy a mi habitación ¡no quiero que me molesten! -les dije gritando y calmada a la vez.
- Esta bien. -dijo Lucy tranquila.
Subí a mi habitación corriendo y cuando llegué cerré la puerta de un portazo. Agarré un cúter y me metí al baño y me hice cuatro cortes dos en cada brazo, ya me sentía mejor, sentí que el peso que mi madre me metió encima había desaparecido. Y desde arriba escucho que alguien entró en la casa y tocan la puerta de mi habitación, limpié todo y salí del baño.
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Los Cambios siempre existieron
Teen FictionLeila es una chica, que por culpa de los problemas con su familia, llegó al punto de auto lesionarse. Su madre era muy dura con ella y su hermano la trataba como una basura. Ella ya no tenía vuelta atrás, pero una persona llega y hace que todo lo qu...