|CAPITULO 8|

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Al día siguiente me levanté eso de las 14:30 p.m. y tenía muchísima hambre, al bajar por las escaleras veo a Bella y Lucy despiertas pensé que iban a dormir mucho más.

- ¡Hola Lei! -dijeron Bella y Lucy sonrientes.

- Hola chicas. -dije un poco dormida.

- Tienes pizza en la mesa del comedor si quieres. -dijo Bella apuntando con el dedo.

- Gracias y perdón por no avisarles que venía a casa. -dije mirando para abajo.

- No pasa nada. -dijo Bella sonriéndome.

- Sí, pero ¿quién te trajo? - preguntó Lucy curiosa.

- Bueno... me trajo Alex. -dije con poca voz

- ¿¡Alex!? -preguntaron gritando como locas.

- Sí, no es gran cosa. -dije rodando los ojos.

- Es que los dos harían una pareja hermosa. -dijo Lucy entrelazando sus propias manos en el pecho.

- Cosa que no pasará. -dije mintiendo para mí misma.

En eso me suena el celular.

{Llamada al celular}

Leila: ¿Hola?

Lourdes: ¡Hola Leila!

Leila: Ah, hola Lourdes.

Lourdes: ¿Por qué no me dices mamá?

Leila: No lo sé, me gusta más llamarte Lourdes.

Lourdes: Esta bien, quería preguntarte ¿dónde vives?

Leila: A ti que te importa, no te importó en años y ahora ¿te interesa saber de mí?

Lourdes: Oh vamos, sabes que siempre me importaste.

Leila: Deja ya de mentir por favor, ¿para qué llamaste?

Lourdes: Te quería ir a visitar, ¿dónde vives?

Leila: ¡No te lo voy a decir!

Lourdes: ¡Leila soy tu madre! ¡Ahora dime dónde vives!

Leila: ¡Ya te dije que no!

Lourdes: ¡Siempre fuiste una deshonra de hija! ¿Lo sabes no?

Leila: ¡Claro que lo sé, por eso me fui de esa estúpida casa, para no aguantar al consentido de mi hermano y a la insoportable que tengo como madre, adiós!

{Fin de la llamada}

- ¿Qué pasó? -preguntó Bella preocupada.

- ¡Mi madre pasó! -le dije gritando.

Otra vez volvió la Leila testaruda.

¡¿Oh cállate quieres!?

Vamos ve a desahogar tus penas.

Casi una semana sin hacerlo, creo que no voy a aguantar mucho más.

Eso es, vamos ve a tu habitación.

- Voy a mi habitación ¡no quiero que me molesten! -les dije gritando y calmada a la vez.

- Esta bien. -dijo Lucy tranquila.

Subí a mi habitación corriendo y cuando llegué cerré la puerta de un portazo. Agarré un cúter y me metí al baño y me hice cuatro cortes dos en cada brazo, ya me sentía mejor, sentí que el peso que mi madre me metió encima había desaparecido. Y desde arriba escucho que alguien entró en la casa y tocan la puerta de mi habitación, limpié todo y salí del baño.

Los Cambios siempre existieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora