En medio de la oscuridad, con el frío helándome la sangre y siendo plenamente consciente de que voy a morir, solo soy capaz de pensar en ti.
Tu sonrisa, tu preciosa sonrisa, tu expresión cuando quieres fingir enfado, simplemente tú.
Tengo tanto miedo, pensar que no volveré a verte solo hace que esté más asustado.
Sé que la cuenta atrás ya ha empezado y me siento tan egoísta por desear que estés conmigo.
No quiero seguir meditando si lo que siento está bien, lo siento y punto.
No importa si para los demás está mal, no importa si les da asco, ni tan siquiera importa lo que piense mamá, no me importa nada que no seas tú.
Me encantaría tenerte entre mis brazos, que fijases tus ojos en mí y me sonrieras.
Mi último suspiro será para ti, no me cabe la menor duda, espero que a ti tampoco.
Dios, te quiero tanto y te lo he dicho tan poco. No puedo evitar sentirme culpable, debí demostrártelo mejor, hacerte saber que siempre estás en mi mente y no lo hice.
Te añoro, te extraño, te necesito, te echo tanto de menos. Es ahora cuando me doy cuenta de lo dependiente que soy de ti.
Puedo ver la luna en todo su esplendor, brillando como tú solo puedes hacerlo. Te envidia lo sé, puedo verlo en su vano intento de apartarte de mi mente. No lo logrará y lo sabe, mas no se rendirá, no te lo pondrá tan fácil pese a saberse derrotada. Porque lo cierto es que nada ni nadie puede hacerte sombra, cariño.
Me siento tan detestable por desear que estés aquí conmigo, pero sé que no me juzgarías. Porque eres el único que puede entenderme, siempre fue así; ¿lo recuerdas?
Tú y yo contra el mundo. No hay nada que temer si estás conmigo, mas ahora no lo estás y me siento tan perdido.
No puedo describir todo lo que ronda por mi mente, nunca he sido bueno con las palabras. Me mal acostumbre a que lo supieras todo con una simple mirada. Y ahora que no puedes verme, quiero decirte tantas cosas que nunca tuve el valor de pronunciar...
Quiero saber, qué estás haciendo, qué estás pensando, cómo te estás sintiendo, tantas cosas...
Me siento tan estúpido, aquí solo, al borde de la inconsciencia, desando que el aíre te susurre al oído cuanto te amo.
Al principio confiaba en que me encontraras y me liberaras, pero los días pasan y me estoy rindiendo. Cuanto más se disipan mis esperanzas, más siento que te estoy fallando, no puedo soportarlo.
Ahora solo me queda tu recuerdo y el miedo que atenaza mis músculos. Miedo a la muerte, miedo a que vuelvan, pero sobre todo, miedo a que hagas una tontería...
Puedo notar tu corazón latiendo a la par que el mío, pero me pregunto que pasara cuando yo muera y no haya un latido al que imitar, ¿qué harás entonces?
No creo que el mío supiese seguir latiendo sin el tuyo acompañándole. Me aterra pensar que tu corazón tampoco sepa hacerlo en solitario.
De pronto, la promesa silenciosa que forjamos la primera vez que nos miramos a los ojos, "nacimos juntos y moriremos juntos", ya no me perece tan maravillosa.
Siento tantas cosas contradictorias, no quiero que me sigas a la muerte, pero tampoco quiero marcharme sin ti porque estaremos tan solos, pequeño.
No hago más que utilizar apelativos cariñosos, nunca lo hicimos y ahora no puedo parar. Tal vez sea porque siento la necesidad... ¿A quién pretendo engañar?, simplemente, no quiero pronunciar tu nombre porque me aterra llamarte y no obtener respuesta.