Capítulo 7. Dulce egoísmo.

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El eco de las palabras de Kuroo todavía resonaba en sus oídos y aunque quería no podía apartar de sus retinas su imagen. Aquellos ojos tristes y aquella sonrisa adolorida, completamente lleno de pintura y ensangrentado; parecía un niño asustado, un niño que había jugado demasiado pronto a ser mayor.

La imagen de Kuroo le dolía y tuvo que pararse en un árbol para recobrar el resuello que su recuerdo le había arrebatado. En aquel instante, cansado y abatido, recordó que estaba solo. Estaba solo entre el espesor del bosque y no podía apartar de su mente lo sucedido; Tanta rabia; Tanto dolor sin mesura. Sus recuerdos le atacaron de nuevo y esa vez no pudo esquivarlos.

«Tras escuchar el sonido de los disparos ambos miraron confusos a su alrededor, tratando de hallar al ávido atacante que no había herrado ni siquiera un solo tiro. A unos metros de ellos, sin nada que le sirviese de refugio, estaba Oikawa. Sus ojos, inyectados en odio y rabia, mostraban tanto dolor que incluso Kuroo por un momento dudó en qué decirle, dudó en cómo poder atacar a alguien que ya parecía completamente roto. »

» "Eres un cobarde, Oikawa." Dijo casi en un gruñido y todavía no era consciente de que acababa de ser eliminado de la competición»

»No hubo reacción a sus palabras. »

» "A sí que te has enterado." Volvió a decir y una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro; No había otra posibilidad, debía ser eso. Sin mediar palabra Oikawa comenzó a caminar hacia él. "No me eches la culpa, capitán, de todas formas Kageyama no iba a volver contigo."»

» "Kuroo, cállate." Dijo Kenma. La mirada de Oikawa no mentía, ese ceño fruncido no engañaba. Las cosas se iban a poner feas pero no había manera de que Kuroo se fuese con el rabo entre las piernas, no cuando deseaba verle ahogarse escuchando la realidad que más le dolía, escuchando que Kageyama ya no le quería. »

» "No, no me pienso callar. Es un maldito mentiros-"»

»Antes de que pudiera acabar la frase Oikawa se abalanzó sobre él, tirándole de espaldas contra el suelo. Un quejido se escapó directo de su garganta y el daño de la caída no fue nada comparado con lo que sintió cuando el primer puñetazo de Oikawa impactó contra su mejilla; Duro; Frío; Dolido. Tras esa mirada de odio había un sentimiento mucho más profundo, el que te deja un corazón roto... Recibió otro puñetazo y su mejilla comenzó a sangrar; Se había arañado con una rama. »

»Sin saber muy bien cómo, consiguió tirar a Oikawa hacia un lado y esa vez fue él el que le golpeó; A los pocos segundos su mejilla tornó a un color rojizo y tras un segundo golpe el labio de Oikawa comenzó a sangrar ligeramente. Pasó uno de sus dedos por aquella herida y una sonrisa se dibujó en su rostro. Ya nada le dolía. Tenía a Kuroo encima y sus ojos no flaqueaban a pesar del daño; Las heridas que más le dolían eran las internas. »

»Kuroo echó de nuevo el brazo hacia atrás. Iba a golpearle y Oikawa quería ver de cerca cómo lo hacía, pero justo cuando aquellos fríos nudillos iban a asestarle un nuevo puñetazo, un brazo le detuvo con todas sus fuerzas. »

Quiéreme. (Kuroken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora