Saco las llaves que siempre guardo en mi pantalón, las introduzco en la cerradura y entro. Ahí está ella, radiante a mi vista, a pesar de su palidez. Aunque sus ojos muestren una indiferencia mortal, sé que ella me sigue amando. Me encantaría ver sus labios, pero ese bozal de mierda no me deja. Ahí está la escopeta apuntándome, como cada vez que entro. Su padre sigue con vida y ella representa un peligro para él. Me acerco y le doy las salchichas, se levanta sin decirme nada y me entrega las llaves de sus cadenas. ¡El maldito la tiene encadenada! en algún momento me desquitaré con él por eso. Le quito las cadenas, le tomo la mano y subo con ella. Siempre hace con tranquilidad las acciones que le invito a hacer, por eso sé que aún me ama. entramos en su cuarto, el cual mantengo ordenado para ella. A ella le encantaba tenerlo ordenado y memoricé cada detalle de como era para poder mantenerlo así. Arianna es toda mi vida. Cualquiera diría que estar con una zombie es una locura. Otros enamorados la habrían matado sin pensarlo con la excusa de que esa ya no era la chica que amaban o que no dejarían que viviera para verla transformada, y es por eso mismo que maté al otro.
Mi historia con Arianna es un tanto complicada. Teníamos una gran relación, nos llevábamos bastante bien y a mi parecer éramos felices. Por algunos saltos de la vida, ella rompió conmigo, dejándome bastante destruido. Traté de buscarla y solucionar las cosas, pero ella se negaba, era un tanto extremista en algunas cosas y ambos éramos muy orgullosos, además debo admitir que no actúe bien al tratar de solucionarlo. Al poco tiempo ella encontró a alguien más, alguien con quien supuestamente era feliz, mientras yo me destruía y caía en los peores vicios. Como dije mi vida era aburrida y triste antes de que esto pasara. Cuando todo empezó las líneas telefónicas colapsaron. Lo primero que hice entonces fue ir a buscar a mi amada. Fui corriendo y como imaginan no me pasó nada. En ese camino, el mismo que ahora representa mi rutina, fue la primera vez que vi un zombie. Lo recuerdo perfectamente. Era apenas un chico, debía tener unos 13 años. Pensé inmediatamente en el miedo que este debió sentir cuando vio a aquel ser aterrador salido del mismísimo infierno acercándose a él, vaticinando su muerte, sin pensar en que sería convertido en una criatura que habría visto en sus pesadillas y que tantas veces debió matar en los video juegos. Sus ojos eran grises, soltaba unos alaridos audibles pero ininteligibles y tenía heridas y sangre en distintas partes del cuerpo. Aún así, yo no sentí miedo. Por alguna extraña razón, toda esta locura era algo que pensaba que debía haber pasado hace tiempo. Esperé que el chico me atacara, pero a los poco segundos empezó a marchar a otro lado. Seguí corriendo a casa de Arianna y en el camino no encontré ningún tipo de vicisitud. Cuando llegué al fin, estaba con Gustave, el perdedor de su novio, a solas en casa. Ella se encontraba desosegada pero tranquila. Él estaba entrando en pánico por lo que dijo que debíamos salir y buscar ayuda. Yo había sugerido quedarnos, pero Arianna prefirió hacerle caso a él, aunque sé que solo fue por el hecho de que era su novio actual, no porque le parecía mejor idea. Antes de salir tomé un cuchillo de la cocina. Empezamos a correr por la calle que iba a la avenida principal, se escuchaban algarabías de destrucción por todos lados, pero la calle por la que discurríamos estaba sola. Gustave sugirió tomar un callejón para acortar la distancia y le hicimos caso. Creíamos que todo iba bien pero al llegar casi al final del callejón, algunos zombies aparecieron y al darse cuenta de nuestra presencia arremetieron contra nosotros. Gustave entró en pánico y no pudo moverse. En el momento lo entendí. Nadie estaba preparado para enfrentar una situación como esta. Arianna también estaba estática así que la atraje hacia mí, saqué el cuchillo y encaré a los zombies. Eran cuatro hijos de puta, y con el cuchillo solo logré detener dos a tiempo. Cuando me volteé, Gustave estaba aterrado forcejeando con uno, y al voltear a donde estaba Arianna solo vi sus ojos brillosos mientras un zombie la sostenía. Me lancé en contra de este y hundí el cuchillo en su cráneo, calló de fauces al piso. Solté el cuchillo, tomé a Arianna entre mis brazos y empecé a suplicarle que me perdonara. Ella me miró con los ojos desorbitados y llorosos. Tomé su mano, vi la herida y le dije que la amaba con lágrimas en mis ojos. Ella tocó mi cara y nos miramos fijamente. Me dijo que la perdonara por todo y que también me amaba. Gustave se me acercó, tomó el cuchillo del piso y se defendió del zombie que venía. De alguna manera logró matarlo y volvió junto a nosotros. me apartó de Arianna y la sujetó en sus brazos. Solo pude observarlos, sin prestarle ninguna atención a lo que él decía, ella estaba inmutada y no respondía. Nos quedamos un tiempo ahí, la verdad no puedo decir cuánto, pero fue el suficiente para que Gustave pensara en estupideces. Empezó a balbucear acerca de que no la dejaría convertirse en un monstruo. Que su amor no sería una de ellos y que él se encargaría de hacer la peor parte. Esta moral de principios estúpidos me dio náuseas. Siguió hablando mientras sostenía a Arianna en sus brazos y sollozaba. Yo ya no lo escuchaba, estaba furioso. Vi el cuchillo que estaba en el suelo y lo recogí, sabía lo que tenía que hacer. "-No te preocupes mi amor, no dejaré que te conviertas en uno de esos engendros". Eso fue lo último que dijo el maldito de Gustave. Me acerqué a él, lo tomé por su cabello y con el cuchillo le seccioné la garganta. Admito que me dio más placer del que esperaba cuando su sangre empezó a brotarle del cuello, no saben cuánto. En ese momento me di cuenta que todo alrededor de mí me daba igual, Arianna era lo que le daba sentido a mi vida y dentro de poco no sería la misma. Otros zombies se acercaron al lugar en donde estábamos atraídos por el olor a sangre. Gustave me miraba con los ojos fuera de sus cuencas, agarrando su garganta mientras su sangre se derramaba. Había dejado a Arianna en el suelo y la había llenado de sangre. Con mis manos ensangrentadas alcé a Gustave, que no era capaz de defenderse con su herida mortal, y lo arrojé a los zombies. Escuché como gritaba mientras estos lo devoraban, ¡qué gran sinfonía! el final perfecto para ese idiota, que me había quitado por fin y para siempre todo lo que más quería. Volví con Arianna, su rostro mostraba frialdad pero no desprecio. La tomé en brazos y volví con ella a su casa. Ningún suceso importante pasó en el proceso de regreso. Al llegar subí con ella a su cuarto, (estaba bastante organizado) y la tendí en la cama. Cuanto tiempo pasaría para que se transformara, no lo sabía pero aún estaba conmigo. Me senté junto a ella y le tomé la mano, sin pronunciar palabra alguna. Transcurrió así un rato hasta que por fin ella habló.