Capítulo único

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Permanezco unos segundos en mi posición, agachado tras los escombros de lo que alguna vez fueron las columnas de un edificio. Alguna vez fue imponente y vertiginosamente alto, acariciando el cielo azul y dando una sensación de pequeñez al resto de las construcciones. Esos grandes monstruos de las ciudades fueron los primeros en caer como una montaña de legos mal construidos, esparciendo sus cimientos por las calles y volviéndose meramente obstáculos y refugios para los sobrevivientes.

El silencio de la tarde solo se ve perturbado por el canto de algunas aves sobrevivientes llamando a sus hermanos y hermanas para resguardarse de la noche, bañados por los últimos rayos de sol que vuelven el panorama gris en un manto naranja, lila y rosa.

Con el corazón acelerado salgo del improvisado refugio que dos columnas caías me daban, sin poder mantener los ojos quietos, alerta por cualquier sonido, cualquier indicio de que no estaba solo. Tomo una respiración profunda y sin ponerme a pensar más echo a correr hacia las ruinas del mercado. No me detengo hasta paso la entrada caída, saltando los escombros y hierros retorcidos en el suelo, esquivando las esquirlas de vidrio roto de las puertas que ahora ya no se mueven para dejar el paso abierto.

Cuando ya estoy dentro me detengo solo un segundo y me oculto tras una pared aun en pie. Con la respiración acelerada y el corazón a punto de salirme el pecho, escucho. Por unos segundos mis latidos son lo único que puedo escuchar, llenándome de pavor al pensar que eso me impediría escuchar cualquier cosa que se acercara. Pero en cuanto logro calmarme lo suficiente, el silencio es el consuelo que recibo. Espero unos minutos antes de hacer cualquier movimiento, hasta que puedo pensar tranquilamente y poner a buscar.

Algunas estanterías están aún de pie, sobrevivientes de los terremotos y de los saqueadores que enloquecidos por el momento, se hicieron con toda la mercadería y electrodomésticos que pudieron. En ese momento era casi un suicidio intentar conseguir algo, con la lucha en el interior y la tragedia en el exterior. Pero ahora todo está vacío, sin rastro de personas luchando por un paquete de fideos o una pantalla plana en un carrito.

Recorro con cuidado los pasillos derrumbados, buscando cualquier alimento olvidado. En las estanterías solo se asienta el polvo y algunas bolsas vacías, recordatorio de la desesperación. Sé que no encontraré nada ahí, pero tengo la esperanza de que se hayan pasado algo por alto, caído en el desenfreno del momento. Me agacho, buscando cualquier cosa bajo las estructuras, encontrándome nada más que más polvo y telarañas.

Casi pierdo las esperanzas cuando llego al fondo del mercado cuando un tenue brillo blanco llama mi atención. Agachándome lentamente temeroso de que sea una ilusión lo encuentro, una olvidada barra de chocolate llena mi mano, aun cerrada y en perfecto estado salvo el polvo que lo cubre. Tentándola con cuidado noto los cudraditos divisorios, del tamaño de una moneda de cinco centavos, pero más grande y precioso que cualquier otra cosa. Alzando los ojos al techo los cierros y suelto un suspiro de alivio, agradecido de encontrar algo, aunque sea una barra de chocolate.

Con el ánimo renovado busco con más detenimiento en el suelo bajo los muebles volcados, y logro encontrar algas provisiones más, una lata de arveja, otra de caballa y una paquete de galletitas de avena y pasas, a pesar de que no salían gustarme, ahora son como un regalo. Sigo la búsqueda y encuentro otras cosas que necesitábamos para sobrevivir y los guardo todos en la mochila que cuelga vacía a mis espaldas, ganando un peso que me alivia y renueva mis energías.

Tan distraído me encontraba que no noté el tiempo que transcurría tan rápido hasta el aullido lejano acompañado por ladridos anuncia una jauría de perros salvajes que salen a cazar a la noche. Vuelvo a la realidad de forma abrupta y la oscuridad me rodea, interrumpida únicamente por intermitentes momentos de la luz de la luna que se oculta tras las nueves que anuncian tormenta.

Relato Corto: Chocolate OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora