Allí me encontraba yo, en la penumbra de la noche. La gélida niebla me envolvía y me mojaba, como si de una ventosa se tratara. Aquella noche buscaba un buen restaurante para cenar.
Vaya, parece que no nos han presentado. No te voy a dar mi nombre, pero te diré que soy una persona muy comilona. Puede que mi apariencia no lo demuestre, pero te podría comer, pequeño lector. Bueno, prosigamos. En esta breve, aburrida y desinteresada historia os contaré las más estúpidas y locas historias en busca de los mejores dulces y el mítico Flan de Galleta. Puede que para vosotros no tenga valor, pero eso no me interesa. ¿Comenzamos?