Era una mañana oscura y lluviosa. Alison comenzó a abrir los ojos y se dió cuenta de que esa no era su cama. "¿Dónde estoy?" se preguntó en sus adentros. Mientras se reincorporaba vió una habitación que contenía una cocina y las demás habitaciones de una casa, pero todo en uno. Recordó el día anterior y su historia con el árbol mágico y Steve.
-¿Steve? -preguntó en voz alta al recordar a su amigo.
-Aquí estoy. -contestó Steve asomándose de debajo de la cama.
-¡AH! ¡Que susto me has dado!
-Perdona, estaba buscando un reloj. No sé ni qué hora es, parece de noche.
-Es de día, solo que está lloviendo. Por cierto, ¿por qué no nos mojamos? estamos encima de un árbol...
-Más mágia. No tengo una explicación para ello.
-Ya veo...
Alison recordó que había pasado la noche fuera de casa, cuando ella misma se dijo que volvería pronto. Sus padres estarían muy preocupados por ella y no se quería imaginar el castigo que le esperaba al volver a casa. Alison comenzó a llorar desconsoladamente. Sabía que sus padres no se tomarían a bien aquello, por buena que fuera la excusa. Sabía que como mínimo se quedaría dos o tres meses sin salir de la granja, solamente cuidando a los animales y trabajando.
Steve se dió cuenta de que su amiga estaba llorando y sabía perfectamente la causa. Se levantó y se sentó al lado se ella. Apoyó su brazo izquierdo en el hombro de su amiga y la acercó hacia él haciendo que su cabeza quedase apoyada sobre sus hombros. Alison no necesitaba palabras, sabía que su amigo entendía a la perfección lo que le hacía llorar. Eso le gustaba mucho.
A continuación Alison supo que tenía que hablar con él para que la ayudase. Se secó las lágrimas con la mano y comenzó a hablar con voz llorosa.
-Steve, no sé qué hacer. Mis padres se volverán locos a castigos y no podré ni siquiera sonreír un poco al mundo. -y se echó otra vez a llorar. Steve la abrazó fuerte y después le dió un beso en la frente. Ese chico sabía como consolarla. Alison se alegraba de conocer a alguien así.
-Es muy duro, te entiendo. Cuando descubrí el árbol no volvía a casa, tampoco es que mis padres hiciesen mucho por encontrarme. Pero yo opino que como tus padres son unos buenos padres deberías volver.
Alison recapacitó ante las palabras de Steve. Tenía razón, no le podía hacer eso a sus padres.
-Vamos, ve a casa y verás como todo va bien. -la animó él mientras le secaba las lágrimas.
-Está bien. -contestó con una amarga sonrisa.
Ambos se levantaron de la cama y bajaron al pie del árbol. Una vez abajo se despidieron.
-Muchas gracias por todo. Ahora sé qué es realmente un amigo. -comentó Alison emocionada.
-No hay que darlas, eres mi amiga y es lo que hacen los amigos.
-Es verdad, porque tú eres un gran amigo. -el chico comenzaba a sonrojarse y Alison se dió cuenta. -Bueno, he de irme. Volveré pronto.
-Vale. Mucha suerte con tus padres.
Esto último Alison no lo escuchó. Corría ya hacia su casa mientras buscaba una excusa convincente. Entrando a casa se dió cuenta de que sus padres no estaban. Tal vez habían ido a buscarla porque estarían preocupados. Se preocupó aún más.
Caminando hacia la cocina descubrió una nota encima de la mesa. La leyó y se preocupó aún más cuando vió que ponía:
"Tu padre se ha caído y hemos ido al hospital. Preparate la cena, no sé cuándo volveremos. Un beso: Brittany"
"¿Qué puede haberle pasado a su padre? Se ha podido dar un golpe en la cabeza y ser muy grave. O tal vez se ha roto una pierna, o un brazo. O...." le vinieron miles de opciones a la cabeza y se asustó mucho. "Aunque, por otra parte, ¡sus padres no se habrán enterado de que ha pasado la noch fuera!" estaba preocupada por su padre, pero la verdad es que se quitó un peso de encima.