XVI. Enfrentamiento

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Autopista Zootopia-BunnyBurrows. Miércoles, 20 de octubre, 13:16 h.

—¿Cómo que están en peligro? —inquirió Judy, con un nerviosismo palpable.

Nick no le respondió, sólo tenía la mirada fija en el camino, esquivando auto tras auto con maniobras increíbles así como peligrosas; después de un tramo, el transito se aligeró y pudo pisar a fondo. La aguja de velocímetro se arqueaba cada vez más marcando los doscientos ochenta kilómetros por hora.

El miedo comenzó a nacer en ella, sintiendo como si tuviera un trozo de vidrio que le bajara por la garganta, cortando todo a su paso y cayendo de golpe en si estómago. La velocidad a la que iban no era de un tema simple, era de algo muy, muy grave.

—¡Nick, explícate!

Él bufó por lo bajo.

—Zanahorias, ¿no te parece extraño que McLean invitara a tus padres a comer de buenas a primeras?

Judy se quedó pensativa. Si bien a ella le pareció sospechoso, creyó que era puramente en sentido de amistad. Pero algo en ella le decía que era muy raro para ser verdad. Nick al ver que ella no respondía le hizo un rápido resumen de lo que había descubierto. Judy oyó todo, asombrada. Mientras más explicaba Nick, más le empezaban a cuadrar las cosas. ¿Cómo no pudo verlo antes? ¿Y se hacía llamar policía? ¿Qué policía no veía las cosas tan obvias?

Él le tomó una pata y la apretó con fuerza.

—Judy, tú no tienes la culpa —la tranquilizó—. Era algo muy bien elaborado.

A ella esas palabras la reconfortaron, aunque aun sentía que algo faltaba. Puso a su cerebro a trabajar como una máquina y empezó a idear las posibles maneras de que McLean haya podido saber el cómo y cuándo de su llegada a Burrows el día del disturbio. Muchas teorías pasaban por su cabeza, pero eran descartadas, cada una era más imposible que la otra, hasta que una tomó fuerza.

Traición

No, eso era imposible.

—Veo que al fin lo captaste —dijo Nick, sacándola de sus pensamientos; Judy notó que la veía con una semisonrisa.

Eso se lo confirmaba. Alguien los vendió. «¡No, eso no puede ser posible! Todos en la ZPD somos compañeros, nadie sería capaz de traicionarnos. ¿O sí?»

—Nick, ¿de verdad crees que...? —preguntó dudosa.

—Pelusa, ¿acaso lo dudas? —reclamó— ¿Cómo McLean supo de tus padres? ¿O acaso crees que fue un evento fortuito que Afrodita los raptara? ¿O que ella supiera que íbamos a ser nosotros los que iríamos hacia allá? —Soltó la pata de Judy para cambiar de cambio—. La pregunta no es si realmente lo hicieron, la verdadera pregunta es: ¿quién lo hizo?

Cierto. El problema era, como bien dijo Nick, ¿quién? Había miles de sospechosos posibles dentro de la jefatura, cualquiera podría ser el traidor, cualquiera menos Bogo, Nick y Garraza.

Nick cambió a tercera y pisó el acelerador, la aguja se movía cada vez más, llegando a marcar los trescientos kilómetros por hora.

Judy estaba echando cabeza para deducir quien podría ser.

«El sábado hubo cinco disturbios contando el homicidio de Big. Usando la lógica, descartamos el de Burrows, quedan cuatro. Si yo fuera un espía: ¿qué haría? —pensó, observando de soslayo cómo los pocos edificios en los límites de Zootopia se perdían y difuminaban por la velocidad—. Si quisiera pasar información de un hecho, debería ser el último en salir o por lo menos el último en estar en la línea de fuego. —Empezó a ver todo más claro—. Y el último grupo en salir fue el grupo que recibió el último llamado, quienes protegieron a los forenses en Tundratown. ¡El espía tiene que estar, por fuerza, entre ellos.»

Siempre estaré para ti (SEPT 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora