-Helena, ¿qué te sucede?
Esa era la voz monótona de la psicóloga de su escuela con la que ya estaba familiarizada, y en ese momento sabía que tendría que recurrir a otros métodos para conseguir lo que tanto necesitaba. Se recostó en el sofá café y levantó sus piernas y por ende, su falda subió hasta mostrar sus bragas negras.
Una sonrisa maliciosa cruzó fugaz por su rostro cuando vio que la mujer se tenso. Acarició sus delgadas piernas hasta topar con el suave algodón de su entrepierna. Necesitaba esas pastillas, necesitaba estar tranquila por las noches.
-Helena, dime que te pasa. ¿Por qué tiraste por las escaleras a tu compañera?
-Yo no lo hice. Ella intentó empujarme pero me hice a un lado y ella se cayó -varias lágrimas se amontonaban en su rostro-, Mónica, ayudame. Necesito a mis amigas y tu las tienes.
La mujer se levanto de su sillón, examinó la postura de Lena y negó con la cabeza. Eso la hizo enfurecer, se levantó rápido del sofá y cruzo hasta donde Mónica se encontraba. Le dio una bofetada y la jalo del cabello, su rostro quedando a escasos centímetros de la psicóloga.
-¿Por qué me haces esto? -las lágrimas salían sin control de sus ojos- creí que me querías, te entregue mi cuerpo y tu en cambio no eres capaz de darme mi tranquilidad.
-Helena -susurro- ya no las tengo y por más que quisiera dártelas me han dado un aviso; ya no seré tu psicóloga, me iré de la ciudad y a ti te verá una psiquiatra. Esta es la última vez que me verás.
Maldita sea. Otra tipa a la que tendrá que soportar, pero el problema es que a ella no podrás chantajear, necesitaba un nuevo plan. Pero antes de pensar en cualquier movimiento rompió los pocos centímetros que separaban su boca de la de Mónica. La beso demandante, haciéndole daño. La joven mujer gruñó, intentando separarse pero Lena no lo permitió, mordió su labio hasta que saboreo su sangre y sólo así la soltó.
-Siempre seré tu consentida, ¿verdad Mónica? -Tomo la mano de su psicóloga y la introdujo en su húmedo interior- después de que me dejes sola, caminando sola por las calles con solo mi sombra de compañía, estarás pensando en mi y te sentirás culpable cuando te enteres que no me salvaste.
-Helena, por favor... para.
-Oh claro que no, esto es para que no me olvides.
Recostó a Mónica en el sofá café, en aquel sofá de aquella oficina que atestiguó varias escenas como esa.
Como en ese momento la escuela estaba sola mientras todos pensaban que Helena Campos era amonestada y posiblemente suspendida. Helena, la chica callada, la que, siempre lleva suéteres en primavera y verano apesar del agobiante calor. Helena la chica solitaria que se satisface con sus heridas y las de los demás.Y todo sucedía mientras un joven de grises ojos llegaba a esta nueva ciudad.
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Labios Fríos
RandomNo para todos la vida es fácil. Lena, una chica de 17 años que parece que la felicidad está lejos de su alcance, incluso la amistad con las personas, para ella su compañía son: la música, el dibujo y su cajita con sus leales navajas. Tal vez no todo...