Capítulo 58

323 23 5
                                    



Diamantes Oscuros.

Capítulos finales.

Capítulo 58.

Jalo un poco la sábana y arrastro el enorme brazo lejos de mi cintura, ésta había sido una noche intensa emocionalmente, y necesitaba respirar, algo realmente profundo. Estaba asustada hasta la médula, tanto que no había podido huir de Liam después de su confesión.

Me levanté con cuidado y pude notar que la tenue luz del baño llegaba a la habitación y yo estaba de puntitas, intentando abrir la puerta. Tomo la tarjeta y la coloco sobre la puerta, giro el pomo y aprieto el ligero plástico en mis manos, por decidía volver, dudo y la suelto sobre la mesa, ¿para qué iba a querer volver?

Las luces estaban apagadas y aun así podía ver por completo, mi camino hacia la salida estaba a sólo unas pisadas más, pero recordé a mi pequeño Ronan, lo que había pasado hace unas horas y el miedo en sus ojos. No podía irme sin despedirme de mi hombrecito.

Camino con cuidado por el pasillo y me cercioro de que la puerta no tenga alguna especie de seguro especial y no me sorprende que no lo tenga puesto, porque Liam le pidió que subiera su habitación si se sentía inseguro, porque la casa estaba rodeada de guardias por fuera, pero no quería que Ronan se sintiera inseguro con gente dentro, y eso era algo que siempre iba a admirar de él; lo que él defendía y amaba sin ningún tipo de remordimiento.

Me siento a su lado y está respirando profundamente, como si un ángel estuviese cuidando de su ligero y pequeñito cuerpo. Sus pestañas largas y castañas caen sobre su pálido rostro y, Dios sabe cuánto me habría gustado verlo crecer.

Imagino la cantidad de preguntas y sufrimiento que han soportado desde la muerte de sus padres y lo que Liam debió guardar para sí mismo y no tener que transmitirle su dolor, porque sé que lo hacía. Estoy segura.

Ronan crecería con un gran ejemplo a su lado y mi corazón me está traicionando, y no sé si esto es por Liam o por el angelito que está bajo las cobijas afelpadas con figuras de planetas. Ronan se había ganado no sólo mi amor, sino mi respeto y yo iba a extrañarlo como a nadie más.

Besé su pequeña frente y antes de que mis traicioneras lágrimas salieran a mostrar lo débil que soy, decidí salir de la habitación.

-Cuídalo, Dios- cerré la puerta y caminé hacia abajo.

Estaba tan confundida, pero no lamentaba en absoluto haber ido a despedirme de Ronan, sabía que sería un gran hombre y que le esperaba un futuro increíble, que no iba a faltarle nada y yo sé que no era más que un plus en su vida, pero para mí, ambos eran algo importante.

-¿Te irás?- escucho la voz al principio de las escaleras y mi nuca está erizada por completo.

-Sí- respondo, girando para verlo.

-Yo debería hablar contigo, deja que te lleve alguien, es muy tarde- mira hacia la entrada; jamás hacia mí.

-¡Si me vas a dejar por tener ya lo que deseabas, atrévete a mirarme a los ojos y decírmelo como lo merezco!- él me mira desde su cómodo lugar y está tan fuera de aquí que me asusta- ¿Me hiciste amarte para que te lo entregara?

-Sí- me mira rápidamente y vuelve la vista hacia otro punto-. Luna, déjame explicarte, por favor.

-¿Sabías quién era yo antes de esa noche? ¿La noche en el Hall?

-Sí.

Conocí a Liam, y sé que su cariño podía ser tan grande, tan fuerte, y tan intocable, que cualquiera quería cruzar sus barreras y obtenerlo. Yo creí que algún día iba a merecer ese puesto en su corazón. Algo grande, algo fuerte y hermoso. Él era esa clase de persona que merece ser amada, y que, con el tiempo, podrías acostumbrarte a obtener aunque sea un poco de su atención, un poco de amor.

Diamantes oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora