Daño

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Miedo
Era lo único que podía sentir en ese momento.
Corrí lo más rápido que pude a lo largo de la calle, no quería mirar atrás y ver que él me seguía.
Vi hacia una casa y observe que alguien estaba entrando en ella, acelere mi paso y me acerqué a aquel hombre.
—¡¡Ayúdeme!! ¡Por favor! ¡Me quiere matar!—grite lo más fuerte y claro posible.
—¿Señorita? ¿Qué le pasa? ¿Quién quiere matarla?
De pronto se escucho un disparo a lo lejos.
El hombre me jaló hacia el suelo, escondiéndonos detrás de unos arbustos.
—Quiero que corras hacia la casa cuando cuente tres ¿vale?—vi como sacaba una pistola. Me quedé sorprendida y asentí levemente.
—Uno... Dos... ¡Tres!—salí corriendo sintiendo su presencia detrás de mí, abrió la puerta rápidamente y me dejo pasar pero justo cuando iba a entrar se oyó otro disparo y el hombre cayó al suelo.
Grite de terror y mis ojos se empañaron de lagrimas.
—Corre hacia el piso de arriba, enciérrate en el baño, rompe la ventana y sal por ahí...—se queda sin aire—... Hay unas escaleras que te ayudarán a bajar... Después corre lo más rápido que puedas y pídele ayuda a alguien, cuídate...—después se desvaneció. Ni siquiera tuve tiempo de darle las gracias cuando ya se oían fuertes zancadas desde afuera, corrí hacia las escaleras tirando mesas, jarrones y pinturas a mi paso, encontré el baño y me encerré ahí poniéndole seguro a la puerta. Vi la ventana que me había dicho aquel hombre, busque algo con que romperla y de pronto oí fuertes pasos en las escaleras, le saque la tapa al inodoro y rompí la ventana, me subí al lavabo y puse mi pie en la ventana pero tuve un resbalón y sentí una fuerte punzada en la pierna, pero fue entonces que oí golpes en la puerta.
—¡¡ABRE LA MALDITA PUERTA MELISSA!! ¡¡TÚ AMIGUITO YA SE MURIÓ Y VAS TÚ!! ¡¡ABRE MALDITA SEA!!!—gritaba.
Tenía que salir de ahí así que no me importó volver a cortarme, salte desde la ventana y caí en uno de los escalones. Baje rápidamente y de pronto se escucho otro disparo. El había entrado al baño. Me pegue a la pared y observe su horrible rostro saliendo de la ventana, no logro verme y sentí un alivio enorme, vi como trataba de salir de la ventana pero no lo lograba por su gran cuerpo. Lanzó un grito de frustración y metió la cabeza de nuevo al baño. Corrí muy difícilmente a causa de las heridas pero logré alejarme bastante de la casa, empecé a sentirme soñolienta pero no podía dejar de correr. Vi un cobertizo sin candado y no dude en esconderme en el, cerré lentamente y me escondí entre las herramientas.
Habían matado a un hombre por mi culpa...
Como pudo...
Comencé a llorar instintivamente hasta quedarme dormida.

De pronto una voz me despertó... Una mujer me hablaba...
—¿Estás bien? ¿Qué te sucedió? Debo sacarte de aquí cuanto antes...—reaccione al instante. Me levante y sentí mucho dolor, apenas podía mantenerme de pie.
—No... Nono...—no podía hablar—afuera no. E.. El me e..en..con...encontrara—comencé a llorar de miedo, de impotencia. No podía controlar mis lagrimas.
—¿Quien?—no pude responder—Tengo que llevarte a un hospital, estás sangrando mucho—mire hacia abajo y pude observar el suelo teñido de rojo, el olor de la sangre hizo que me mareara y perdiera el control, caí de senton sintiendo un intenso dolor en las piernas y golpeándome la cabeza...

Luego todo fue oscuridad.

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Desperté en una cama suave, con sábanas muy lisas, una luz blanca me hizo abrir los ojos y me asuste, me levante de repente y sentí un gran dolor de cabeza. Observe la habitación en donde estaba, era lo que llamaban "minimalista".
Una cama blanca, con sábanas blancas y almohadas blancas.
Una pequeña mesita con una jarra y un vasito, ambos llenos de agua, una silla blanca, un pequeño ropero, un espejo de marco blanco y la puerta de madera.
Me moví para levantarme de la cama y tuve ligeras molestias para hacerlo. Me pose frente al espejo y mire mi reflejo. Estaba vestida con un camisón blanco, me volteé y observe mis piernas llenas de cicatrices, mis brazos amoratados y los grandes círculos que rodeaban mis ojos a causa del mal sueño.
La puerta se abrió y de ahí entraron dos mujeres. A una la reconocía por el encuentro en el cobertizo pero a la otra... No la había visto nunca en mi vida. Ambas vestían con ropa formal pero al mismo tiempo casual.
—Creo que ya despertó—dijo con una sonrisa la mujer que reconocía.
—¿Qui..Quiénes son? ¿Qué lugar es este? ¿Qué que estoy haciendo aquí?—pregunte asustada, me dolía mucho el cuello.
—Tranquila, estás a salvo, nadie te hará daño. Solo queremos ayudarte—hablo la señora que no conocía.
—N..No necesito ayuda.
—Mírate, haz tenido heridas que si no se hubieran curado a tiempo hubieran tenido consecuencias fatales—Recordé mi reflejo en el espejo—Deja que te expliquemos, siéntate por favor—señaló a la cama—Mera, por favor pásale un juego de ropa y zapatos.
Vi como la señora que me había encontrado se movía hacia el armario blanco y metía las manos en el.
—Sabemos de lo que te pasó con aquel hombre—dijo tranquilamente—Mera te vio cuando brincaste de la ventana a las escaleras y te siguió pero tuvo que detenerse porque casi se encontraba con tu agresor. Pasó un tiempo buscándote hasta que te encontró en ese cobertizo, habías perdido mucha sangre por las heridas así que no pudiste mantenerte consciente, ella, con ayuda de otras, te trajeron hasta aquí, donde te hemos cuidado y visto por tu bienestar. Dormiste por dos días y por fin despertaste.
—Pero... ¿Qué es este lugar?—pregunte ansiosa.
—Melissa... Bienvenida a la Agencia F.

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Ni te atrevasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora