■FONTBRUNE■

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Solo necesito unos cuantos minutos para contar mi historia.

Y solo una palabra para describirla:

MUERTE.

Seguro tendrás la mínima curiosidad de saber quien soy , pues déjame decirte que es la misma pregunta que me he planteado toda mi vida y a pesar de los años no tengo la respuesta .

Cuando veo la sangre deslizarse con suavidad por cada centímetro de mi cuerpo,me invade el deseo y la necesito tanto que haría cualquier cosa por ella, mi mayor oficio es matar, de manera lenta y dolorosamente, mientras veo como cada segundo mi víctima agoniza y río por la satisfacción.

Remordimiento, me preguntan. Tal vez en un principio lo sentí, era temeroso, un chico con la palabra muerte escrita en las manos. ¡Quien era yo para arrebatarle la vida a inofensivas e inocentes personas!. Es irónico que aun así las asesinara y luego incinerara sus cuerpos.

Ahora responderé a la mayor de sus incógnitas, cómo empezó mi locura.

Hace aproximadamente diez años maté a mi primera víctima. Aún recuerdo los ojos de mi padre que pedían compasión por su insignificante vida. Tan despreciable hombre quería piedad, rogaba por ella junto al cuerpo sin vida de mi hermana a la cual él había asesinado por el rencor. Mi madre lo había engañado una noche donde el alcohol fue su enemigo, con temor ocultó que aquella bebé que venía en camino no era suya, pero cinco años más tarde su mentira se descubrió y se llevo todo a su paso, incluyendo mi corazón y mi cordura.

Cuando la fina bala de aquella arma helada atravesó su pecho, tuve miedo por un instante.
Recuperé la razón y aunque temblaba por el error que había cometido, ahora era un asesino y solo podía despreciarme, pero a partir de ese día sentí que algo cambió. Una extraña sensación inundo repentinamente mi cuerpo al observar la sangre que cubría mi ropa , era un placer realmente enfermizo que me apasionó desde el primer instante.

Una hora más tarde mi casa se encontraba repleta de ruidosas patrullas de policía y espectadores aterrados por la situación. Mientras tanto yo observaba, desde la ambulancia donde era atendido, como llevaban los cuerpos sin vida de mi madre y mi hermana, sentí un terrible dolor en ese momento y estoy seguro que fue el último sentimiento real que tuve.

Tras algunas puntadas y curaciones la herida que me había causado mi difunto padre había mejorado. Ahora me encontraba dando vueltas por la estación de policía para determinar que harían conmigo, un menor de edad de tan solo quince años que por defensa propia había asesinado a su padre. Reía internamente al saber que lo último era mentira, claro que lo deseaba.

Finalmente, luego de dos meses de espera, acogido por una buena familia. Ellos se hicieron cargo de todos mis estudios y de conseguirme un trabajo. A mis dieciocho años de edad, era un joven bastante listo con un buen empleo y una vida afortunada, pero se equivocaban porque mi cordura aún me faltaba.

Había logrado contener por años del deseo de matar, pero era como una droga que necesitaba y si no la obtenía pronto explotaría sin saber las consecuencias. El día 12 de septiembre en primera plana de los periódicos se veía un horrible asesinato de una mujer de apenas 23 años quien fue hallada con múltiples torturas en su cuerpo, faltaban muchos detalles en ese caso, ¿cómo lo sé? yo fui quien lo hizo.

Los asesinatos continuaron y las personas estaban horrorizadas por los acontecimientos. Todos veían las calles inseguras y no se atrevían a salir de sus hogares por miedo a que los atrapace el desquiciado asesino, que bien sonaba eso. Secuestraba en el día y en la noche sin distinción de sexo o raza, mi única excepción eran los niños. Al verlos recordaba a mi dulce hermana, eso me hizo llegar a creer que aún tenía algo de corazón pero ese pensamiento solo duraba hasta mi próxima víctima.

Las autoridades jamás pararon sus búsquedas, pero no les dejaba el camino fácil. Mi parte favorita era verlos sin pistas, no tenían como armar un caso que no tenía un por qué. Necesitaban tomar las medidas pertinentes si deseaban atraparme.

En ese momento apareció mi peor pesadilla. Una dama bastante lista, de treinta y siete años, quien había resuelto los asesinatos más inexplicables y que no le temía a nada. Estuvo investigando durante dos años mi caso, hasta que un día me harté de ella. Ya no deseaba seguir con su juego y tras varios intentos logré asesinarla usando una identidad falsa y ganándome su estúpida confianza , pues estuvo a punto de descubrirme. Tenia veintitrés años en ese entonces y no podía perder mi libertad, necesitaba seguir matando para subsistir, así que mi única salida fue mudarme de ciudad.

Recorrí durante un año, diez ciudades de Estados Unidos dejando preciadas víctimas en cada una de ellas. Las autoridades estaban enloqueciendo pero no llegaban a superarme, estaban alerta a mi próximo ataque, pero no tenía ningún tipo de secuencia de la cual sospecharan.

Cuando cumplí veinticinco años, aparentaba una vida muy normal y pacífica, ¡vaya mascara más perfecta había creado!. Algunas tardes me sentaba a reflexionar sobre lo que había hecho con mi vida, recordaba los asesinatos y las causas, y no paraba de preguntarme porque me había convertido en un peligro para la sociedad, castigaba a inocentes por beneficio propio, era un ser repugnante.

Un día ocurrió lo que menos esperaba, la policía descubrió quién era el asesino.

Hace dos días caminaba cerca de mi casa a eso de las nueve de la noche, hacía frío, así que llevaba un abrigo negro y mis manos en los bolsillos, nada parecía fuera de lo normal. Al llegar a mi hogar saque las llaves de mi pantalón y las introduje en la cerradura de la puerta, al abrirla encontré a cinco agentes policiales apuntándome con sus armas y a otros tres preparados para esposarme, bastante ingeniosos me habían atrapado después de tanto tiempo.

Así es como llegamos a este preciso día reportero... - dudó unos segundos- ¿me repites tu nombre por favor?.

Derek - respondió con temor el joven periodista.

Bien, querido Derek - rió - si no tienes más preguntas para mi, supongo que es momento de actuar.

¿Actuar?¿A que se refiere?-

- se levantó de la silla y tomó al reportero por la corbata- ¿No te ha dicho tu madre que no te metas en asuntos ajenos?

Suélteme - gritó y de inmediato los policías contuvieron al criminal.

No hay por qué pelearse -soltó indiferente - pero me temo que será una lástima lo que sucederá hoy -sacó una pequeña navaja de su brazo y sus ojos se tornaron rojizos - supongo que fue un gusto conocerlos.

La noticia se hizo viral. Los periódicos y noticieros no paraban de comentar acerca del asesinato de un periodista junto a diez agentes de policía en la cárcel FontBrune. Roger Vines, condenado a muerte por sus múltiples homicidios y declarado como un peligro para la sociedad, había escapado con gran agilidad matando a todos a su paso. Era un demonio suelto.

Desde el incidente estas palabras fueron repetidas una y otra vez en los noticieros, " El hombre fugitivo puede ser identificado gracias a sus grandes ojos negros y a una inusual cicatriz que posee en el labio inferior. Por favor sea precavido y tenga cuidado por dónde camina o con quién habla, pues usted podría ser su próxima víctima ". Roger observó el televisor con satisfacción y siguió caminando tranquilamente por la acera con su nueva apariencia.

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FONTBRUNE: AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora