Todo tiene una fecha de caducidad, la mía fue el 12 de mayo de 2016.
Hace tres días morí. No hablo metafóricamente, no estoy en medio de una hipérbole. Estoy contando mi historia desde "la tumba", con setenta y dos horas de inexistencia en el mundo de los vivos.
Es extraño, saber que no soy parte de mi cuerpo, sólo soy un alma, pero una que puede sentir, que puede pensar, que puede ver... Observo el mundo en tiempo real, mi casa, mi familia, mi novio, mis amigos, puedo ver lo que hacen, pero lo que es aún más extraño, puedo entrar en sus pensamientos e igualmente comparto sus emociones, como si anduviera en su interior.
El día de mi fallecimiento todo transcurría normal, mi familia sabía que este momento se acercaba, poco a poco se desgastaba mi cuerpo de tan solo diecisiete años de edad, una terrible enfermedad lo había invadido. Siete meses atrás había sido diagnosticada con cáncer. Gracias a una caída y un fuerte dolor de pecho, que me llevó a hacerme una placa, descubrieron un tumor en mi corazón y los días próximos a ello, los contaba. Mi cáncer estaba ya muy avanzado y después de haber plagado todo mi cuerpo, estaba consciente de que se acercaba mi muerte.
Eran las 7:46 de la noche, había pasado todo el día vomitando una sustancia de un color oscuro, ya me había pasado antes, me sentía más débil que nunca y no paraba de toser. No volteaba mucho a mirar a mi madre, pero si notaba su preocupación, quizá sabía lo que iba a venir. A las 7:52 me levantaba para volver a la cama y no pude evitar la caída, había dejado de respirar y mi averiado corazón se detuvo.
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Déjame Ir
Teen Fiction¿Te imaginas poder sentir lo que otros sienten, e incluso pensar lo que piensan? Yo puedo hacerlo, lo había deseado tantas veces, pero ahora que puedo, creo que no me hubiese gustado haberlo hecho en vida. Hace tres días que mis signos vitales desap...