Beside You |hemmings shot|

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¿Cómo podía venir y decirme eso como si fuera lo más normal del universo? ¿Irnos de Australia? Mierda, ¿Y qué pasará con ella? ¿Nadie se preocupaba de mí y _____? ¿Qué sería de nosotros? Nada podría acabar así; no lo iba a permitir.

Corrí lejos de casa con toda la velocidad que mis piernas me permitían. Ella debía enterarse de lo que estaba sucediendo. Quizás no cambiaría nada, porque sé que mis padres no tomarían en cuenta mi opinión, pero no se lo iba a ocultar. Mi vista se nubló de repente; no dejaba de pensar en nosotros, en la primera vez que la vi. Ella sólo me sonrió y ya tenía mi corazón en sus manos. Ella lo fue todo desde el primer momento, y lo será hasta el último, sólo que no dejaré que eso sea hoy. Mañana ya no estaría aquí, pero ¿quién dice que eso puede arruinar la relación más perfecta del mundo? Ahora sólo podía recordar la noche en que fue completamente mía.
Mis manos sobre sus caderas, haciendo círculos sobre éstas. Nuestras respiraciones fundiéndose en un apasionado beso que sólo sostenía amor. No quería herirla, pero esto era lo que ella quería, y sinceramente, yo también. Mis labios bajaron hasta su cuello y la escuché jadear. Sus suspiros eran música para mis oídos y sus labios eran el manjar más delicioso que alguna vez probé. Y estaba siendo mía en ese momento. La estaba poseyendo de la forma más hermosa de la vida. Ella era mía, de nadie más.

Toqué el timbre de su casa y, segundos después, apareció frente a mí. Su sonrisa se borró al instante, quizás por la forma en que las lágrimas caían por mis mejillas.

-Luke-susurró mientras sus manos acunaban mi rostro.

Bajé la vista, incapaz de decir algo. Iba a sollozar en cualquier segundo y lo que menos quería era preocupar a mi novia. Suspiré.

-Me voy de Australia, _____.

Su rostro palideció. Sus manos se alejaron de mi piel. Me sentí frío una vez más. No podría creer que todo esto estuviera sucediendo. Comenzó a llorar. Comencé a llorar. La sostuve entre mis brazos con la intención de jamás dejarla ir. Debía mantenerla cerca todo el tiempo que pudiera. Necesitaba saber que todo seguiría siendo lo mismo.

En un minuto lo empaqué todo. Ya tenía mi boleto hacia otro mundo, sin embargo, no me quería ir. Estaba a pocas horas de partir. No había cruzado palabra con mis padres desde la tarde de ayer. Ellos simplemente no entendían lo que _____ significaba para mí. Las palabras que alguna vez me dijo inundaron mi mente: «nunca te vayas». Mis lágrimas amenazaron con salir una vez más. No aguantaba más. Parecía como si nuestra despedida hubiera durado apenas dos minutos, aun cuando estuvimos toda la tarde juntos. Ahora no quedaba nada más que lágrimas y promesas, las cuales no dudaría en cumplir si así la hacía feliz. Todo siempre fue y será por ella. Ni siquiera un par de kilómetros nos lo impedirían.

Ya era otro día y yo estaba en un lugar nuevo. Iba a cumplir mi promesa de ir a verla pronto. Me tumbé en la cama. Ahora, sabiendo la diferencia del horario, ella estaría durmiendo sola. Yo debería estar con ella, acariciando su cabello, haciéndole saber que jamás me iría; que jamás la dejaría. Mi corazón sólo quiere irse a casa. Tomé mi celular y lo encendí. Sonreí al ver un mensaje suyo. «Desearía estar a tu lado». Mi corazón dio un vuelco y una sonrisa algo débil salió de mis labios. Ella no tenía idea de lo que yo daría por estar a su lado. Dejé el celular a un lado; le respondería cuando estuviese despierta. Me volteé hacia la ventana y el cielo azul estaba ahí. Ambos bajo el mismo cielo. Tan cerca, pero tan lejos. El silencio era todo lo que escuchaba, las lágrimas nublando mis ojos era todo lo que veía, su rostro era en todo lo que pensaba y su risa era todo lo que oía. Me sentía destrozado, acabado. Era como si me hubieran arrancado toda mi vida. Quitaron mi corazón de sus manos y lo rompieron pedazo por pedazo. Suspiré lentamente. ¿Era posible que algo empeorara? No lo creía. Lo había perdido todo. Lo dejé todo a cargo de nadie. Mi vida se quedó en el otro lado del mundo. Mi alma se rehusó a abandonar lo que le pertenecía.
Lo siento, _____, jamás quise que las cosas fueran así. Siempre serás mi todo. Eres mi vida, mis sueños y esperanzas. No puedo soportar la idea de que ahora estás sola, yaciendo en tu cama, pasando frío porque yo no estoy ahí. Y aquí estoy: deseando estar contigo, besando cada punto de tu rostro, logrando que te olvides de todos tus problemas, rodeando mis brazos en tu cintura. Deseando... Deseando estar a tu lado.

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