XXI

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YOONGI

Era una sensación abrumadora, podía sentirse, podía verse, no era siquiera necesario tener los ojos abiertos para saber que existía algo, que algo estaba liberándose aquí entre nosotros dos. En plena oscuridad borrosa por la luz gris de un nuevo día, los oídos se me tapaban ante la explosión de lo que esto fuera, ni siquiera la lluvia podía hacerse lugar en mi día ahora. No había momento más pleno en mi vida que no fuese el ahora.

Nació de nosotros una cosa... un sentir... un mirar... un algo que se origino de este momento, que solo nos exploto en la cara y absorbió nuestra atención, el resto podía irse mucho al infierno. No había cosa o lugar que me gustara más que ahora. Era una necesidad compartida, una expresión de ambas partes que buscaba ser complacida en ese preciso instante. Aun por muy aturdido que me sintiera, por más distraído que el se viera...

─ Hyu--

Arrebaté la toalla que estaba en mi cabeza, aquella con la que había estado secando mi cabello y que ahora mismo cubría parte de su rostro, permitiéndome esta vez a mi secar la humedad en su cabeza. Dejando mis manos pasear sin temor en su cabello, que más que secar solo jugaba con el enredando mechones entre mis dedos, del agua que resbalaba por la punta de sus cabellos hasta llegar al cuello y perderse debajo de las prendas sueltas.

─ Ah... Yoon hyung, ¿sucede algo? ─

Eso era todo, mi resistencia a la tentación estaba casi extinta. Me estaba rindiendo con toda la intención de hacerlo. No había excusas para no hacerlo cuando en sus ojos pude reflejar mi alma... el necesitaba de mí como yo de él. Tan mal, tan jodidamente en ese instante.

Despeje su rostro de la toalla, y de su cabello, dejando todo hacia atrás estorbando lo menos posible en esta corta distancia, con la frente descubierta y la toalla que continua resbalando hasta colocarse en su nuca, sintiendo el calor y suavidad de sus manos que permanecían en mi cuello hasta ese momento, en el que se dejaban caer por el camino de mi torso hasta anclarse y quedar fijadas en mi cintura, sujetando mi ropa, exprimiendo los excesos de agua que se acumulaban cada vez más debajo de nuestros pies.

─ ¿Hyung? ─ un suspiro o un delirio. Una petición o una orden.

Lo que fuera, su voz fue suficiente.

Mis nudillos blancos de la fuerza que ejercía al sujetar la toalla dolían, mi pecho brincaba ante cada palpitación y mi pulso comenzó a sonar detrás de mis orejas aturdiendome no lo suficiente como para evitar dar el siguiente paso, o el siguiente tirón.

Fue un primer contacto torpe y brusco, agresivo si lo catalogara en un futuro. Pero era lo suficientemente bueno para continuarlo. Aunque un sabor metálico se colara en mis papilas gustativas, y sintiera el agua resbalar por mi nariz causando incomodidad, no me sentía aun preparado para separarme de su dulce boca, no cuando estaba tomando la confianza requerida para continuar con este juego. Sentí que la ropa aun demasiado mojada suponía una barrera que tendría que ser derrumbada en cualquier instante entre el ahora y el ahora mismo, la toalla dejo de estar cerca de nosotros y resbaló hasta llegar al suelo detrás de sus pies descalzos, mis manos se entretenían absurdamente entre las hebras de su cabello que a pesar de la humedad era suave, sus manos me sujetaban con una extraña posesión infantil cerca de él, me resultaba demasiado cómodo, demasiado correcto, demasiado primordial*. Había fricción que no se quién de los dos generaba o había empezado, pero era placentera y llegaba en el momento más necesario. Casi me olvidaba del hecho de tener un colchón detrás de mi, aquel que él estaba ocupando justo ahora para recostarnos lento en él, como cansado de permanecer un segundo más de pie; tirando de mi ropa hacia atrás para hacerme caer más rápido con el encima mío, sin despegar sus belfos de los míos. No era una acción desesperada, pero había una clara expresión de "no saber que sucedía", al menos por mi parte. Y en realidad no tenía intención de parar. 

The Way I Love You | myg.kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora