Día dos: vamos a ello.
La escuela ya no parecía tan intimidante, pero eso no me quitó el nudo en el estómago que se formaba al caminar por los pasillos, con el peso de mil ojos puestos en mí.
Camina casual, no te van a comer. Derecha, izquierda, derecha, izquierda... Sí, esas son chicas, no hay nada que temer... ¡No, no las mires a los ojos que te caera- ah, ya empezaron a reírse de ti. Bien hecho, campeón.
Con las mejillas ardiendo, me metí dentro de las salas de laboratorio, mi primera hora de clase. Dentro había un chico de pinta europeo (Y créanme, yo sí los he visto); alto, cabello rubio, ojos... bueno, la verdad es que no los veía, porque estaba inclinado sobre su celular, probablemente jugando a algo. Sus piernas se movían incansables, haciendo rebotar sus manos, que sujetaban el móvil.
Aparte de él, estaba sólo.
Me senté en un banco tras de él y saqué mi libro. Es impresionante cómo un montón de papeles me ahorraba un millar de situaciones incómodas. ¿Alguien que me cae mal se acerca? Me pongo a leer y no me molesta. ¿Un grupo de gente tiene una conversación en frente de mí, sin incluirme? Bam, libro. Y pensar que hay gente a la que no le gustan los libros.
—¿Qué lees?
La sorpresiva pregunta me hizo brincar de mi asiento, y mirar a el locutor; el chico del celular. ¿Por qué la gente tiene esa práctica de hablar detrás mío y asustarme?
—Uy, perdón, no pensé que te asustaría así. No soy de ese tipo de persona que asusta, ya sabes. Bueno, tal vez la altura intimida un poco. Soy Austin Harris, por cierto.—tomó mi mano y la agitó segura pero gentilmente. Me miró de arriba a abajo.—Me gustan tus zapatillas.
Cafés. Sus ojos eran cafés.
Miré mis simples Vans azul marino y respondí:
—Oh, gracias. Yo soy Oliver.
—Así que tú eres el famoso Oliver Connor.
Fruncí el ceño, confuso, y él sonrió.
—No me mires así, no soy un acosador. Aquí los rumores corren como el agua.
Asentí.
—Me doy cuenta.
El se rió. Su risa era tan escandalosa como contagiosa.
—No te preocupes, no fue nada malo. Ya te acostumbrarás.
—Siéndote honesto, no creo que me vaya a lograr sentir cómodo en este lugar.
Alzó las cejas y jugueteó con sus dedos. Dios, este chico no se podía quedar quieto.
—No me imagino cómo debe ser el tener que venir a una escuela nueva en mitad del año. Sabes, todos ya se han hecho amigos, todos ya tienen su vida... Lo siento, eso sonó mal.
—Descuida, no pasó nada.
Austin, rojo como un tomate, asintió y se sentó.
Entonces, un grupo de chicos entró a la sala. Eran de esos tipos grandullones, de los típicos yo-juego-un-deporte-super-macho-no-me-hables-babosa-apestosa.
Supongo que a este punto ya saben cómo los odié.
—¡Eh tú, el flacucho de la esquina!
Por qué siempre yo. Por qué siempre el flacucho e indefenso chico.
Me volteé y lo miré a los ojos. Tenía la tez y ojos oscuros, que me miraban imponentes.
—¿Quién eres tú? No te he visto nunca por aquí.
—Oliver, él es Oliver.—dijo Austin con convicción.
—Deja que hable el chico, Harris.—miró con irritación a Austin y el bajó la cabeza y volvió a sus jueguitos en el celular.
Genial, a otra persona a la que le debo una.
—Ah, sí, soy yo. ¿Y tú eres...?— le respondí, intentando sonar altanero y despectivo como él.
—Cameron Rogers. Un placer.
Me miró por última vez con ojos juzgadores pero complacidos, levantó su mochila y se fue a sentar a un costado con su grupo.
—No entiendo por qué me odia tanto.
Austin rodó sus ojos luego de su comentario y se sentó a mi lado.
—Es que mira, este tipo se cree el rey de todo el mundo y por alguna extraña razón, le gustaría eliminarme de la faz de la Tierra. Hablo, me mira feo. Lo miro, me mira feo. Respiro, me mira feo. Existo, me mira feo.
Sonreí.
—¡No te burles! Es la verdad.
—Austin, en verdad eres un dramático.
—¡Que no!
Me dio un empujón y ambos reímos.
—No lo sé, Austin, sólo creo que tampoco es para tanto. Y no digo que me simpatice, odio su actitud.
—Típico. Para parecer popular, o algo así, se mete al equipo de fútbol y se empieza a burlar del resto. Lo peor es que no es así con la mayoría de la gente. Sólo trata así a los nuevos y los enclenques.
—O sea, literalmente nosotros.
Reímos de nuevo.
Este chico... creo que me agrada. Pero, ¿Qué pasa si YO no le agrado? ¿Lo estoy molestando? Ugh, ya me puse paranoico.
—Hey Oliver, ¿estás ahí?
—... ah, sí, perdona.
—Te estaba invitando a que almuerces conmigo. ¿Quieres?
Recordé el día de ayer, donde tuve que almorzar solo. No fue agradable estar sentado, sintiendo el peso de las miradas en mí.
Asentí.
N/A
Nuevo capítulo! Hace años que no publicaba, la inspiración se me fue 😫.
Me costó mucho hacer que el capítulo quedara como quería, pero aquí estamos.
Gracias por pasarse por mi historia bell@s! Significan mucho para mí sus votos, comentarios y vistos.
Nos vemos! <3
Eli.
(Austin en multimedia)
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¿Contraseña?
Ficțiune adolescenți¿Sabes qué? A veces, lo importante en la vida no es tener mucha compañía que te apoye. A veces, una sola persona te puede ayudar más de lo que pueden mil. A veces, sólo tienes que abrir tu corazón. ¿Cómo puedo describirme a mí mismo? Alegre no. Simp...