Tenía espinas entre los huesos, pequeños agujeros en la piel, las pestañas mojadas y el estómago lleno de mariposas muertas, estaba tomando duchas largas, me perdía entre miedos hipotéticos y en la rutina, había pasado ya tantas luchas que estaba dándome por vencida, no podía dejar de fingir una sonrisa o tener emoción alguna y ahí estabas tú, sonriendo tan bonito que rompiste mi rutina y mis ideas, haciendo florecer las espinas, juntando cada parte de mi piel que se había quebrado, haciendo que las mariposas se levantaran y se volvieran más fuertes y alegres; entonces lo supe, realmente supe que era tu sonrisa la que quería ver por el resto de mi vida. Y hasta el día de hoy tu voz sigue haciendo eco en mi mente, sigo amando esa forma en que tus ojos se hacen más pequeños al sonreír, tu ternura al abrazar y demostrar que los miedos son solo obstáculos, esa forma de tomar la mano y hacerme sentir que tengo el mundo en ellas; pero mi amor para acabar pronto yo jamás había sonreído en medio de un beso como lo hice contigo.