4.- Pensamiento fugaz. (Nirvana)

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Una semana había pasado ya, de haber conocido al famoso "Nicholas John Robinson " y de las insistentes preguntas de mi mejor amiga, ya saben; "Qué tan alto es? ¿A qué huele?". Con eso me arrepentí rotundamente de abrir la boca.

«Día de fot0os» envíe el mensaje a Alejandra y comencé a vestirme con unos skinny ripped jeans negros, una blusa gris y botines. Tomé un libro, mi celular y mi cámara. 4:28 a.m., cada segundo sábado del mes salíamos desde la madrugada a tomar fotos fuera de la ciudad. Mucha gente prefiere el atardecer pues es el ángulo más hermoso del sol. Yo prefiero los amanereces, hay algo en aquella combinación de colores que me enloquece; azul, morado, índigo y naranja. Ésta hora es mi favorita, cuando la mente de las personas flora y pertenece a alguien más, a otro lugar, a la luna, a la nada.
A veces, cuando Alejandra y yo caminamos la vía del tren, podría jurar que escucho los susurros de la gente, su llanto, su risa... Me cuentan sus anhelos y gritan sus miedos. También es la hora donde los animales bostezan, y su espíritu sale de sus cuerpos conectando con la tierra, y ella toma vida de ésta parte del hemisferio.

Estamos un mínimo de 5 horas tomándolas, sobre la vía, cerca del monte, por un lago restringido y luego volvemos a casa, caminando hasta llegar a la estación y tomar un gran bus estilo británico.

-¿Crees volver a verlo? -soltó mi amiga que iba en el asiento del pasillo.

-¿A quién? -fue inevitable fruncir el ceño, como me molestaba que no fuera directa o clara.

-A Nick. -dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

-Solo le hablé. -rodé los ojos.- No somos amigos, ni pareja, ni siquiera conocidos. -Era mi mejor amiga pero era muy ilusa.

-Espera, tú odias a ese tipo de gente, no le hablarías a nadie del medio artístico y todo eso, ¿no? -ladeó la cabeza y yo asentí.- Si hubieras sabido que él era un actor... ¿Te hubiera atraído?

Dio en el blanco, odiaba a los artistas pero aquel actor de más de 1.79 de estatura había capturado mis pensamientos, él era lo único que podía pensar. Me quedé callada.

Lunes de entregar trabajos. Tenían que entregar una obra de teatro basada en algún libro de Shakespeare , el cual hice desde el viernes y terminé el domingo.

Mi instituto es grande, tiene tres edificios, un campo verde demasiado tranquilo, y ni mencionar la cafetería con tantas ventanas transparentes y limpias, dónde puedes comer los mejores postres y desayunos de la zona.

Estaba en filosofía, mi última clase, cuando se es escucharon algunos gritos agudos de las chicas y el director se acercó a la puerta de mi salón. Él nunca iba directamente a comunicar algo, es un joven de 37 años y cabello rubio, su padre era el anterior director hasta que decidió marcharse. Tocó dos veces la puerta y se adentró al salón, acomodando su traje gris y dirigió sus azules ojos a cada alumno.

-Nirvana Nagata.- dijo en un tono de pregunta e inconscientemente subí la mano, acción por la cual sonrió divertido.- Acompañame, por favor. - Dicho esto, salió de ahí caminando con tranquilidad. Me paré de mi asiento para ir tras él (después de una de la de aprobación del profesor.), mi corazón latía rápidamente hasta y que llegamos a su oficina.

-Alguien la busca, señorita Nagata.- sonrió de lado abriendo la puerta de su oficina para que pasará, acción que hice y él quedó fuera, cerrando la puerta.

Joder, no podía ser cierto. Al entrar, pude ver una espalda algo ancha y trabajada cubierta con un suéter azul, un pantalón no tan pegado negro, botas militares y su cabello castaño algo alborotado. Al verme, se paró de su asiento con aquella cálida y tierna sonrisa.

-H-hola...-sus mejillas tomaron un poco de color y acomodo su suéter cerrado.

-¿Hola?- no pude evitar arquear una ceja a pesar de que quería sonreír pues se veía adorable. ¿Qué rayos estoy diciendo?

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⏰ Última actualización: May 17, 2016 ⏰

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The Stars. (Robinson, Riggs & Grier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora