Capítulo 3: Decime que no lo hiciste

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Después de una semana, no había vuelto a ver a Bowie, pero Ramiro venía a pedir todo tipo de cosas a mi casa sólo como excusa para verme. Ya me había pedido azúcar, arroz, hojas de laurel, ramitas de romero, la escalera corta y la escalera larga de mi papá, un martillo, un alargue, los parlantes que mi papá le presta cuando hace una fiesta grande y la receta de un volcán de chocolate con salsa de frambuesa y helado que yo hacía seguido y siempre les llevaba a mis vecinos para que degustaran. Era un chico que no sabía cocinar, no tenía idea de cómo arreglar cosas, no sabía cambiar ni un foco de luz o clavar un clavo en la pared. ¿Cómo era posible que me pidiera todas esas cosas con algún motivo si no sabía hacer nada? Si, no tenía sentido alguno. Cada vez que aparecía en mi puerta me miraba fijo y me hablaba con un tono de voz más profundo, como si estuviera tratando de hipnotizarme; lo cual lo lograba. Sentía que me susurraba algo al oído cada vez que hablaba así, podía sentirlo muy cerca y me volvía loca. Las mariposas se movían por todo mi interior, mi cara se volvía roja y mi mente no reaccionaba. Sí, me gusta mi vecino. Y su hermanamelliza me odiaba porque su novio la dejó y ahora me quería a mí.

–Darelis... Darelis... Tierra llamando a Darelis... ¡DARELIS! –en lo único que podía pensar era en lo atractivo que se veía el cuerpo de Ramiro cuando se sacaba la remera porque hacía calor. No podía prestar atención a lo que me rodeaba. Podía escuchar que me hablaban, pero no podía concentrarme y responder–. ¡Ugh! Darelis... Darelis... Darelis...Darelis, Darelis, Darelis, DARELIS, DAAAAREEEEELIIIISSSSS... –Aldana perdía la paciencia.

Mi cabeza estaba volando por la estratosfera mientras pensaba en Ramiro, y por supuesto que a mi mejor amiga le molestaba que no le prestara atención. No podía parar de suspirar, pero no era la única, Aldana también suspiraba porque estaba cansada de que yo la ignorara.

De repente, sentí algo mojado y frío caer y corre por mi cabeza. Eso me sacó de mis pensamientos a la fuerza y salté mientras daba un pequeño grito.

–¿Qué es eso? No vuelvas a hacer eso. ¿Ahora qué voy a hacer con mi pelo? –tocaba mi pelo desesperadamente mientras pensaba cómo iba a hacer para que no quedara pegajoso del jugo de frutas y verduras con helado que Aldana se la pasaba tomando. Era algo asqueroso, ya lo había probado muchas veces y sabía horrible.

–Eso te pasa por no prestar atención –Aldana se molestaba mucho si alguien no la escuchaba, pero ella muchas veces ignoraba lo que los demás le decían.

–¡Ugh! Te odio –la miré de reojo con furia.

Aldana me había invitado al campo de su padre, hacía un par de años que no visitaba ese lugar. Me gustaba bastante ya que su papá criaba conejos y gansos allí. Siempre me gustaron los animales, no importaba que clase, yo estaba ahí admirándolos y, si era posible, acariciándolos. No era raro que mis animales favoritos fuesen las serpientes, los escorpiones y los jerbos, y por supuesto que no podía decidirme por uno. Ya había tenido un jerbo y una viborita que había encontrado en el campo de unos familiares, que sorprendentemente se ponía roja cuando se enojaba. Sólo me faltaba tener un escorpión de mascota y ya estaba completa.

–Darelis... necesito decirte algo... –se miraba nerviosa y observaba su jarro con detenimiento.

–¿Qué pasa? –era serio, lo sabía. Ella nunca se ponía de esa manera.

–¿Cómo decirlo? –dio un buen trago de su mezcla asquerosa que casi me hace vomitar el almuerzo que acabábamos de comer–. Invité a alguien para que viniera. Espero que no te moleste.

Ella siempre invitaba a sus novios a donde sea que fuese, y no importaba con quien estuviera. Me daba bronca. Cada vez que salíamos entre chicas, siempre terminaba besuqueándose con su novio de turno. Era algo muy incómodo. Por lo tanto, yo terminaba sola en un lugar un poco alejado para no molestarlos, o me iba sin despedirme sabiendo que ella me llamaría cuando terminaran su demostración pública, diciéndome que le había gustado mucho haber salido conmigo. Ugh, me daba rabia.

Prometo Encontrarte y Enamorarte {Parte 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora