Capítulo 6: Revelaciones que cambian la vida

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Revelaciones que cambian la vida:

Virrel se levantó temprano. Tenía ganas de salir del castillo e instalarse en el barracón junto a sus conocidos. La verdad es que la habitación que le habían asignado era magnífica. Con una gran cama y tapices cubriendo las paredes, pero él prefería estar con los suyos.

Recogió sus cosas y salió al pasillo cargado con su mochila de piel. Bajó dos pisos y estaba cruzando un pasillo con el suelo de mármol y lleno de armaduras cuando pasó por delante de una habitación llena de gente elegante. Por un momento pensó pasar de largo pero la curiosidad pudo con él y se asomó desde fuera de la puerta. Gracias a su altura no tuvo ningún problema para ver lo que ocurría en el interior de la sala a pesar de la cantidad de gente que había en ella. Ésta era la sala de recepciones del rey. Al fondo estaba el trono ocupado por el monarca  rodeado por guardias y ayudantes. Enfrente de éste, una multitud escuchaba la conversación que mantenía un ciudadano vestido humildemente con el soberano. Ese hombre hizo una reverencia, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta donde estaba Virrel. Al llegar a su altura comprobó que llevaba cara de satisfacción. Lo que quiera que hubiera pedido al rey sin duda le había sido concedido. "Parece que tenemos un buen rey"- Pensó Virrel. Cuando vino a la ciudad para pedir ayuda fue recibido por él cortésmente y fue muy fácil hablar con él. Era bastante anciano y sin duda había dejado la espada hace tiempo.

Un ayudante se aproximó al trono del rey y desplegando un pergamino leyó:

-Ahora nuestro rey recibirá a Balter, alto clérigo de Delmir.

Un hombre con túnica blanca se adelantó e hizo una reverencia ante el trono. Era el clérigo que les habló cuando estaban contemplando el fresco del dragón dorado.

-Me presento con humildad ante su majestad para comunicarle una noticia de gran importancia. Algo que este reino lleva esperando seis siglos. -dijo con solemnidad el religioso.

- ¿Cuál es esa noticia, Balter? -contestó con curiosidad el rey.

-He hecho un descubrimiento importantísimo. De hecho el descubrimiento ha venido a mí. Hizo una pausa y continuó.

Ayer unos jóvenes entraron en el templo y uno de ellos tenía un parecido asombroso con el gran Sirfadan. Puedo decir con toda seguridad que la reencarnación de nuestro gran héroe  ha aparecido en nuestra ciudad.

Virrel se quedó con la boca abierta. Estaban diciendo que su amigo era la reencarnación de no sé quien.

-Si estás tan seguro haz que comparezca ante mí en unos minutos en este mismo lugar pero en privado. -contestó el rey con la expresión de no haberse sorprendido demasiado con la noticia.

-Me han informado que se aloja en los barracones de los refugiados de Hurben. Te lo traeré sin demora.

El clérigo se despidió con una reverencia y se dirigió a la puerta seguido por dos jóvenes clérigos. Virrel salió del trance en que le había sumido la noticia y se preparó para salir disparado a avisar a Drak. Nada mas dar dos pasos alguien le sujetó del brazo, era Zosertas, el capitán de la guardia de Hurben..

-Perdona, pero me parece que sabes a quién se ha referido ese petulante. Si es alguien de Hurben  me gustaría saber quién es.

En un primer momento dudó de si debía contárselo pero el tiempo apremiaba, el clérigo se aproximaba a la puerta donde estaban ellos.

-Se refiere a mi amigo Drak. Debo avisarle lo antes posible.

-¿El hijo del señor Ralod? Increíble. Démonos prisa.

Los dos salieron corriendo escaleras abajo y en un momento estuvieron saliendo del castillo y dirigiéndose hacia los barracones. Afortunadamente Drak estaba dando de beber a los caballos junto a su padre en una fuente.

Azote de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora