Capítulo 8

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-¡AL FIN!-Grité, entrando en mi casa-¡JODER! ¿¡CÓMO SE LE OCURRE A LA LLUVIA PONERSE A LLOVER JUSTO 10 MINUTOS ANTES DE LLEGAR!? MI SUERTE ES INFINITA, COÑO.

El gato me miró asustado y luego salió corriendo.

-Esto es por tu culpa, así que deja de comer y ponerte gordo.-Dije-Bua, tengo que hacer la comida. Qué pereza Dios. Mejor llamo al Telepizza.

Cogí el teléfono, dispuesta a llamar al telepizza.

Estaba empapado y no funcionaba.

-Joder, qué suerte.-Dije, tirando el móvil al suelo.

Lo cogí, lo había roto.

-Oh, bien, tengo que comprar otro.

Cogí el fijo, este teléfono sí funcionaba.

Llamé a los de la pizza y me dispuse a secar el pelo.

-Oreo, dame un abrazo, quiero un abrazo.

Cogí al gato y me abracé a él.

Él inmediatamente salió corriendo.

17:00

-¡AAAAH!-Grité, estaba jugando a un juego de miedo y me había asustado, típico en mí.

En ese momento sonaron unos toc-toc.

Los vecinos, posiblemente.

Pero no, era Rubén.

-¿Estás bien? ¿Te secuestraron?-Preguntó.

-No, estaba jugando a un juego de miedo. No ha pasado nada.

-Te mandé mil mensajes, pensé que te había pasado algo.

-A ver, es que fui a comprar comida para el gato, empezó a llover, el móvil se empapó y no funcionaba; lo tiré contra el suelo y está estropeado.

-Oh, bien Paula. ¿Un premio Nobel? ¿Un Grammy? ¿Qué quieres?

-Pues no estaría mal tener un...

-¡Era de coña, idiota!

-Cómo me quieres, Dios...-Dije, con ironía.

-¿Quieres ir a comprar uno nuevo? Te acompaño.

-Está lloviendo mucho...

-Da igual, llevo un paraguas. Vete a por la tarjeta.

Le hice caso y fui a por la tarjeta.

Al salir estaba allí, con su paraguas.

-¿Vamos?

-¡VAMOH A ELLOH!

-Uh, demasiado tiempo sin escuchar esa frase en ti.

-Lo cé.

18:00

Ya habíamos comprado mi teléfono, también habíamos llegado a mi casa.

Miré detenidamente a Rubén. Estaba sonriéndome. En ese momento me di cuenta de que lo necesitaba y, sin razón alguna, lo abracé.

Al principio él no me abrazó, pero después de unos segundos me correspondió el abrazo.

-¿Y este abrazo de repente?-Preguntó.

-¿No te puedo abrazar? Pues es porque te quiero.-Respondí.

-Awwww. ¡Qué cute!-Dijo intentando darme una caricia.

-¡Aparta tus garras, fiera!

-Tonta...-Sonrió de nuevo y salió por la puerta.

Me quedé sola en casa, exceptuando a Oreo. Pronto tendría que volver a Los Ángeles. Cada vez que pensaba en eso me estresaba y yo quería estar tranquila.

Recibí una llamada.

Laura.

Había hablado con Karen, pero, ahora que me he dado cuenta, no hablé con Laura.

Debería de haberle llamado yo.

Obviamente contesté.

-¿Lauro?

-¡Holaaa!

-Wow, te has despertado pronto-Hice una breve pausa-. ¿Qué tienes que hacer?

-...-Lo sabía. La conozco demasiado bien-Karen me ha mandado levantarme pronto para ir a comprar comida.

-En fin, que a mí no me engañas, te aburres, ¿no?

-Jejejeje...

-Te conozco como si te hubiera parido.

-Ah, por cierto. Ya compré e...

-¿¡El qué!?

-Iba a decirlo, ten paciencia pequeña mangosta-Dijo, a la vez que reía-. El billete de vuelo, el de Los Ángeles.

-¿¡En serio!?-Grité, ella pensaría que fue por alegría, no sé.

Hablando de esto... no le conté a Laura lo de Rubius.

¿O se lo habrá contado Karen?

-Sí, ya compré el billete.

Seguramente dijo eso con una sonrisa.

-Vale. ¿Cuándo vuelvo?

-Es para dentro de una semana.

-Entonces después me pongo con la maleta, ya sabes. Mi manía.

-Sí... ¡Por cierto!

-¿Qué pasa?

-¿Es verdad que te reconciliaste con Rubius?

-¡Sí! ¿Quién te lo dijo?

-Karen.

Seguimos hablando durante un pequeño tiempo. Después, yo me dirigí a hacer la maleta y ella a seguir con las malditas compras según Laura.

Me Hiciste FaltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora