Cerré la puerta a mi espalda, con la respiración agitada. El sitio parecía como un sitio de descanso, como si fuera una cocina algo maltrecha, no tenía idea de qué actividades se realizaban en aquel edificio, pero no me importaba. Estaba vacío, o al menos esa parte. Me acerqué a una mesa de madera, y la empujé hacia la puerta, clausurando la entrada. Intenté calmarme. No entrarían, es decir, era un sitio donde normalmente debería estar atestado de personas comunes y corrientes. Me senté en una de varias sillas que había, y escondí el rostro entre las manos, suspirando. ¡Todo esto era una mierda! Estiré la pierna y le di una patada a una silla que tenía enfrente, que se estrelló contra una mesada. Rogaba que Marco haya alejado a Melody de aquí. Si no lo hacía, lo mataría. Pero él parecía de esos chicos responsables, que se preocupan por los demás, me parecía raro de su parte que la vaya a dejar tirada. Además, ella tenía una vida normal, no quería arrastrarla a toda esa locura conmigo. Había veces que tenía ganas de matarla, pero no por eso dejaría que termine metida en aquella locura de la que yo daría lo que fuera por salir y no recordar nada.
Cuando creí que ya nada más podría pasar, la puerta sonó con un fuerte estruendo. Me paré de un salto. Alguien intentaba abrirla de afuera, estaban empujándola, y aquella mesa, a pesar de ser pesada, estaba cediendo. Se había comenzado a abrir, eso sólo me decía algo; entrarían, sin importar qué. Salí de allí, cerrando una puerta tras de mí, no conocía el lugar, no sabía a dónde me dirigía. Terminé llegando al vestíbulo; y ahí estaban todas las personas. Había un oficial de bomberos evacuando a todos, tratando de mantener la calma. No podía salir, ellos estaban rodeando el edificio. Me verían y me atraparían. No tenía salida. Me volví en dirección contraria a la entrada principal del edificio, buscando un camino para ir hacia los pisos de arriba. Era un riesgo, había habido una explosión, pero no me quedaba de otra. Aunque si solamente quería quedarme en el hall, el bombero me haría salir por las buenas o por las malas. Tenía que mantenerme en el edificio el mayor tiempo posible. Recorrí varios sectores, como la cafetería y una sala de estar, hasta encontrar una escalera que me llevaría hacia arriba. Comencé a subir, de dos en dos, intentando aumentar el ritmo, pero la actividad física no era lo mío. Sentía que las piernas me quemaban. Era bastante tentadora la idea de sentarme en uno de los escalones a descansar unos minutos. Pero no podía permitírmelo. Sólo aflojé un poco el paso, ya estaba sin aire, me sentía agitada. Creí que estaba sola. Hasta que oí ruidos de pasos detrás de mí, subiendo rápidamente aquella escalera que giraba una y otra vez. ¡Estaban subiendo! No podían ser los bomberos; primero deberían evacuar todo, y para eso faltaba mucho. El hall estaba atestado de gente con ataques de pánico, tardarían en revisar el edificio. Mierda. Me olvidé el cansancio y el dolor de las piernas y seguí subiendo, más rápido de lo que venía subiendo. Los pasos se acercaban... cada vez más rápido. Mi rostro se contrajo del esfuerzo que estaba haciendo. ¡Malditas escaleras infinitas!
Sentí que una mano me tomó por el tobillo y tiró. Caí hacia adelante, golpeándome las costillas y el mentón contra los duros escalones. Me volteé rápidamente y moví la pierna libre para darle una buena patada a mi perseguidor. Se oyó un crujido, y una maldición.
— ¡Maldita seas!—Daniel se estaba agarrando el rostro, mientras se inclinó, hacia atrás. Sentía que el corazón me iba a mil por minutos, en cualquier momento se me saldría por la boca. Me quedé allí, apoyada en la escalera, observándolo, sin poder creer que él estaba ahí. ¡¿Qué diablos hacía?!
— ¡¿Tú eras el que me estaba persiguiendo?!—le grité. Tragué saliva, cerré los ojos un momento, y luego los volví a abrir. Él se comenzó a acercar, subiendo escalón por escalón. — ¡Ni te atrevas! ¡No pienso hacer lo que me digas, ni irme contigo!
— ¿Quieres callarte?—dijo fastidiado, entrecerrando los ojos. —Vine a ayudarte.
— ¿A ayudarme a ser secuestrada cierto?
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Las sombras del ayer
Fiksi Ilmiah¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...