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¡Hola jorge! Es genial que estés leyendo esto...bueno, en realidad no es algo genial.

Bien pues, muchas personas me han dicho que soy una buena escritora aunque es algo muy diferente escribir sobre algo que es producto de tu loca imaginación que de lo que te pasó en realidad. Pero te prometí una explicación así que...¡aqui estoy!

Querido Jorge, me llamo Cecilia y ¡me encanta mi nombre! Es la única cosa que me gusta de mi, de hecho.  ¿por que? Pues era el nombre de una de mis tías que falleció el día en el que nací.
Iba de camino a verme al hospital cuando sucedió el accidente. Bajó del bus unas calles antes del hospital porque quería traer un regalo para mi, lamentable, por cuestión del destino un borracho se encontraba detrás del volante, sus ojos se cerraron por un momento y cuando los abrió ya había atropezado a alguien, mi tia.
Ella era realmente hermosa, sus ojos eran los de mi abuela tan celestes como el hermoso cielo despejado de la primavera, largas pestañas y un cabello castaño muy bonito.
Ella tenia grandes metas en su vida, estaba en la universidad, ese año iba a salir con titulo profesional en medicina y además se encontraba trabajando en un canal de televisión nacional. Pero la vida tenia otros planes para ella, murió a sus 25 años tan joven y tantos sueños inconclusos.
De pequeña me prometí a mi misma vivir la gran vida que ella había deseado tener. Pero todo cambió.
Todo el infierno empezó cuando una tarde mi  madre tuvo que salir de compras con urgencia, en ese momento yo tenia a penas unos 8 años edad. No podía quedarme sola en casa y tampoco me quería llevar con ella porque yo caminaba muy lento además de que me distraía mucho viendo las cosas del supermercado, asi que me dejaron con uno de mis primos.
La última vez que recordaba haberlo visto fue cuando él tenia a penas unos  10 años y yo unos 5. Vivía en un pueblo pequeño de mi país por lo que casi no nos veíamos, pero cuando la hacíamos eramos muy unidos, siempre juntos ¡el dúo dinámico!.
Pero ese día fue diferente, ya no era un niño de 10 años, él ya era todo un adolescente con las hormonas alborotadas. Y yo era una pequeña niña que no sabia nada sobre....las cosas de adultos ¡todavia tapaba mis ojos cuando en la televisión pasaban escenas de parejas besándose!
No importó cuando luché para quitármelo de encima, no importó que haya gritado tanto como los pulmones de una niña de 8 lo permitiesen. No importó nada, porque estaba sola, con él tratandome como una muñeca de trapo para satisfacer las jodidas necesidades que un chico adolescente tiene cuando se calienta.
Bien, lo siento. No es el vocabulario correcto que una chica buena debe tener, pero siendo sincera tampoco soy una buena chica.
Después de eso, simplemente me estaba hundiendo, de a poco, casi sin que yo misma lo notase, pero me hundia.
Vivía con el constante miedo del contacto con las personas, pensaba que todos querían hacerme daño, que todos querían ese algo más.
No dormía mucho por las noches porque me daban constantemente pesadillas. Todo era igual, una y otra vez.
El recuerdo me atormentaba día y noche sin descanso alguno.
No quería decirle a mis padres nada porque eso significaría una ruptura familiar, así que me quedaba callada mientras mi primo me observaba asquerosamente. Me sentía sucia.
A mis 13 años yo ya me encontraba hundida en un pozo lleno de basura, y nadie lo notaba, nadie me ayudaba.
Hasta que un día escuché una canción sonando en la radio, una voz masculina angelical salia de los parlantes "¡y aquí cantaba jorge blanco!" dijo el presentador animadamente cuando sonó la última nota de la canción, te esperaré.
Recuerdo que después de eso todo empezó a mejorar en mi vida.
Me creé twitter, conocí a grandes personas, mi amor por ti crecía más y más y sin pensarlo me estabas sacando de la oscuridad.
Una pesadilla venia y solo hacia falta ver tu sonrisa en una fotografía y todo mi mundo se iluminaba de forma automática.
No me importaba que la gente de secundaria me viera como una chica rara por ser la más callada del curso, que tenia un ídolo de una serie. Pero si me importó cuando me empezaron a insultar con mi peso.
En las tardes me quedaba sola en mi casa, recordaba todo lo sucedido y lo único que me reconfortaba era la comida, no importaba que, todo lo comestible y grasoso del mundo entraba por mi boca hacia mi estómago. Pero luego de esos insultos y de mirarme al espejo sentía asco de mi misma.
Lloraba, lloraba todas las jodidas noches por mi pasado y por lo que este me había convertido, en una vaca gorda y fea.
Había visto en la internet que las personas con problemas se cortaban, y lo empecé a hacer también.
Dolía, pero el dolor no se comparaba con todo el dolor que sentía en mi interior.
Y dejé de comer, si lo hacia corría al baño a sacarlo todo de mi estómago y me sentía bien con eso.
Fue hasta hace un año atrás que estaba en la escuela haciendo educación física cuando de la nada mi cabeza me dio vueltas, pero lo ignoré y seguí corriendo, ya me había acostumbrado a tener ese tipo de cosas. La diferencia fue que en esa ocasión toda mi vista se puso borrosa y caí desmayada sobre la cancha de cemento del patio de la escuela.
Desperté después de un día, con un dolor de cabeza horrible y mis padres con cara de preocupación frente a mi. Recuerdo que mi madre comenzó a llorar y tomó mi mano suavemente, mientras que mi padre descanso su cabeza sobre mis piernas mientras sollozaba.
"mi pequeña ángel" susurraba.
Me quede en el hospital por una semana más, pero algo estaba mal. Lo sabía por la forma en la que mi madre tomaba mi mano y me llamaba "ángel" repetidas veces.
Hasta que me cansé, tomé con mis débiles manos la bata del doctor.
"Digame que pasa" exigí con la voz débil, sabia lo que venia, pero necesitaba confirmarlo.
"Tienes anorexia cariño" dijo, como si las palabras le dolieran a él más que a mi, o a mis padres.
Me dijo que todo estaría bien, pero nada lo estaría.
Durante los meses siguientes mis padres gastaron millones y millones en mis tratamientos. Estaba mal, ellos no tenian la culpa de nada, ellos no debían pagar por mis errores.
Las pesadillas siguieron, todo empeoraba.
Me hacia mal no decírselo a alguien así que me esforze y pude conseguir un mensaje directo contigo, y fue genial. Todo fue genial, todo era genial pero solo era genial en una pantalla porque todo a mi alrededor seguía empeorando con el tiempo.
Fue increíble poder verte en el show de violetta, me hubiese gustado poder abrazarte pero no se pudo. Aún sigo teniendo tu regalo guardado en mi cajón, pero eso no importa.
Tengo unos padres grandiosos, me llevaron al concierto a pesar de que no tenia mucho dinero, sabían que mi sueño era poder abrazarte, y los sueños o se cumplen o mueres en el intento.
Y yo estoy muriendo, jorge.
¿te preguntabas cuántos años tenía? Tengo 15 y ¿sabes cuál fue mi regalo de 15 años? El concierto.
No sé en que momento te comencé a querer de una manera tan única. Fue ahí que lo vi..el amor más sincero del mundo, de una fan a idolo.
Dicen que hablo de ti como si fueras el que pone las estrellas en el cielo, pero eso es mentira, los ángeles no hacen eso.
Se que sonará algo tonto, pero estoy segura de que Dios te mandó a mi como una especie de ángel para salvarme, y lo hiciste cariño, por mucho tiempo. Supiste sacarme más sonrisas que cualquier otra persona que tenía cerca. Sentía que cuando me enviabas mensajes, mi teléfono sonaba diferente. Podías ver mi emoción plasmada en mi rostro, con mis ojos brillantes y una sonrisa boba.
Y te preguntarás ¿por qué tú?
Pues no sabría explicártelo.
No se si es por los hermosos ojos verdes que tienes.
No sé si es por tu cabello castaño oscuro.
No sé si es por tus cachetes de bebé recién nacido.
O por tu sonrisa, la sonrisa más hermosa que he visto.
No, no era por eso. Era por tu enorme  corazón, tan grande como el infinito. Tan lleno de amor como el mismo Dios. Tan lleno de bondad y humildad.
No, tampoco.
Fue por el simple hecho de ser tú.
Ni tus risas, ni la forma en la que tus ojos se achinaban cuando sonreias, ni como te veías cuando utilizabas traje, ni las caras locas que hacia frente a la cámara, o tus agudos en las canciones. Ni nada de eso me hizo amarte, pero si me hicieron quedarme ¿no importaba verdad? Supongo que no.

Daría todo por haber tenido la oportunidad de sentir tus brazos alrededor de mi, tu mejilla apoyada en mi hombro, tu dulce perfume impregnándose en mi, eso hubiese sido fantástico porque el perfume no se borra como las sonrisas, no se quita como la ropa. El perfume es para siempre.

Así como tu recuerdo permanece en mi memoria, hasta el final.

Quiero que sepas algo.

Si me dieran a elegir entre morir o abrazarte.
Te abrazaría hasta él ultimo suspiro de vida.

Te quiero mucho jorge, lo siento.

Con amor Cecilia Arteaga A. La persona que te pide que nunca dejes de sonreír, porque sin pensarlo iluminas el mundo de millones de personas.

Hasta el ultimo suspiro.

twitter (jorge blanco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora