Capítulo 8

327 27 21
                                    

Narra Jessica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Jessica

La agotadora jornada de trabajo terminaba. Había atendido a una última chica y mi hora de retirarme había llegado. Hice la cuenta del día, me dispuse a recoger mi área y dejarla limpia para quien ocupara mi lugar en el siguiente turno. En eso, comencé a escuchar ciertos murmullos tras de mí y, un segundo después, alguien cubrió mis ojos.

—Adivina quién soy —susurró en mi oído y mi corazón se detuvo un instante.

Bajé sus manos y me giré para observarle, estupefacta.

—Adam —pronuncié con dificultad y él sonrió de oreja a oreja—. ¿Pero tú que estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste dónde...?

—Responderé a eso más tarde —interrumpió riendo. Teníamos la vista de varios clientes sobre nosotros—. Si no te molesta, me gustaría que vinieras conmigo. Me siento muy observado aquí —finalizó en un susurro.

—Claro —contesté, sin asimilar esto del todo—. Só... Sólo permíteme un momento. Tengo que terminar de recoger esto y tomar mis cosas.

—Tranquila. Tómate tu tiempo.

Rápidamente, recogí lo que faltaba y tomé mi bolsa. Me giré y observé como varias chicas se encontraban rodeando a Adam, pidiéndole algunas fotos y autógrafos. Sin darme cuenta, Christina llegó a mi lado y se detuvo al verle.

—No me digas que es... —comenzó a formular.

—Sí —le confirmé.

—¿Y ha venido a por ti?

—Eso parece —contesté atónita.

Él terminó de sacarse las fotografías. La última chica depositó un beso en su mejilla, para volver a su asiento. Adam se acercó de nuevo hasta mí.

—¿Lista? —me consultó sonriente.

—Claro —respondí y escuché a mi amiga carraspear a un lado mío—. Ah, cierto. Adam, te presento a mi amiga Christina. Christina, Adam.

—Es un placer —habló él, estrechando su mano.

—Lo mismo digo —respondió ella, aún sorprendida de estar realmente frente a él.

—De acuerdo. Vayamos entonces.

Adam asintió y ambos nos despedimos de Christina. Él tomó mi mano y me condujo así hasta cruzar la salida y llegar a su Mercedes. Abrió la puerta del copiloto para que yo pudiera subir y después regresó a la suya.

—¿A dónde vamos? —le consulté, mientras encendía el vehículo.

—Quiero presentarte a unas personas y mostrarte un lugar —me informó—. Pero, ¿tienes algo que hacer antes?

—Tengo que recoger a mi hija en menos de una hora en su escuela. ¿Te molestaría que viniera con nosotros?

—En absoluto —bufó, colocándose sus lentes de Sol—. Vayamos para allá, la esperaremos hasta que salga.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora