XIII - Encuentro de Titanes

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La lucha empezó. Nícolas estaba ansioso, pues estaba conectado al robot y sus sensaciones eran compartidas. Ambas máquinas de guerra usaban una espada gigante, presa a una especie de vaina en la espalda. Las blandieron con prisa de vencer la distancia que les separaba. La hoja de Bob colidió con la del robot de Mirov en un rechinar aturdidor, mientras las piernas se apartaban para compensar el peso de cada lado.

Bob levantó la espada a tiempo de defenderse de un golpe frontal y saltó hacia el flanco del enemigo, sacudiendo la arena. Acertó ruidosamente la protección abdominal en la cintura del rival. Si su espada encontrara el espacio entre el brazo y el pecho, tal vez el éxito viniera más rápido. Los robots continuaban luchando y chispas de fuego salían cuando las hojas se encontraban con gran fuerza. Con un ruido ensordecedor, las espadas se encontraron y fueron lanzadas a distancia. No había tiempo de cogerlas. Ahora les restaba el combate cuerpo a cuerpo.

El robot asesino atacó a Bob con un puñetazo cruzado de derecha, haciendo que sus sistemas fallaran por un momento, dejando a Nícolas aturdido. Después golpeó con la izquierda, seguido de la derecha, dejando al robot de Nícolas sin movimiento. El joven se sintió atontado, pero sacudió la cabeza y volvió en sí. No podía vacilar.

Merko miró a Nícolas y le dijo telepáticamente:

"Este robot asesino es muy fuerte. Pídele a Bob que esquive y ataque en la secuencia."

"Descuida" – respondió el joven, nervioso.

Las reglas estipulaban que los robots no podrían usar los rayos láser, ni sus cohetes o cañones para no herir a la platea. La lucha tendría que ser vencida, entonces, en el combate cuerpo a cuerpo.

Bob acertó un golpe con la pierna izquierda en la parte de atrás de la rodilla del rival, derribándole. Los espectadores se levantaron para ver si era el fin de la lucha, pero el robot de Mirov enseguida se levantó y reaccionó, acertando varios puñetazos de izquierda en la cintura y en el pecho de Bob. Nícolas no conseguía ayudarle a defenderse y se desesperaba cada vez más con la fuerza del robot enemigo.

El terráqueo le pidió a su robot que cerrase la guardia, bajando los dos codos para proteger la línea de la cintura. El enemigo golpeaba mucho esa región. Bob no aguantó y cayó al suelo. El ruido de la caída hizo que algunos espectadores se pusieran las manos sobre los oídos. Todos pensaron que la lucha estaba terminada y el faraón sonreía, pensando haber ganado la apuesta. Sin embargo, Bob puso las dos manos en el suelo y se levantó lentamente bajo las miradas de toda la multitud. El equipo de Mirov parecía no creer en lo que veía.

"¡Vamos Bob, tú consigues acabar con él!" – El joven vociferaba para darle fuerza a su robot.

Nícolas sonrió con la fuerza y resistencia de su amigo cuando este se lanzó sobre el rival. Empezó a acertarle varios cruzados en la cabeza al robot asesino, que perdía cada vez más sus funciones.

— ¡Eso Bob! ¡Ataca, no te pares! – Nícolas estaba entusiasmado con la posibilidad de vencer una lucha que parecía perdida.

Merko se levantó para ver aquello, así como toda la platea.

Mirov se puso furioso al ver al robot del terráqueo contraatacar de esa manera. La energía del robot de la Génesis parecía haberse debilitado con todos los golpes que impusiera al oponente que absorbió parte de los ataques.

Como golpe final, Bob le dio un puñetazo de abajo a arriba bajo el casco del enemigo, arrancándole la cabeza, que cayó en un ruido estremecedor. Todo parecía sacudir y desmoronarse a su alrededor. El cuerpo metálico cayó al suelo, junto a la cabeza que apagaba sus luces, los ojos ahora opacos.

La lucha había terminado y Bob era el vencedor. Antes de aplaudir, el pueblo esperó para ver si el robot no atacaría a nadie más. La platea estaba amedrentada con el poder de Bob. Ese se volvió hacia su dueño, como que necesitando su aprobación por la victoria y se arrodilló frente a Nícolas, que meneó la cabeza aprobando la actuación del robot.

Mirov se irritó con la derrota y Kaenematon también. Él ni sabía el secreto que le pondría aún más furioso. Tal vez fuera mejor que sólo Kyra y Kirubi guardaran la confidencia. Lejos de ellos, Nícolas sonreía, mirando a Merko que también se puso feliz con la victoria.

Nícolas le ordenó a Bob que volviera a la plataforma de poso de la Star Hunter. Él necesitaba cuidados para restaurarse. Los ingenieros de robótica estaban listos para hacer su manutención. Bob puso los dos brazos para arriba y todos los presentes le aplaudieron. Enseguida, se elevó sobre la multitud y voló hacia la nave.

— ¡Buen trabajo, Bob! – Nícolas le consideraba como un amigo.

Como la lucha entre los robots valía tres puntos, el marcador quedó en 7 a 5 para el conjunto del capitán Merko. La última lucha definiría el equipo vencedor de los juegos de los dioses. Los grupos volvieron a las naves para descansar hasta la tarde.

En el mismo día habría la gran lucha entre los campeones Merko y Kirubi, los dos comandantes de los cruceros de batalla. Ellos fueron a los aposentos de sus naves para descansar para el último combate de los Juegos Alienígenas.

 Ellos fueron a los aposentos de sus naves para descansar para el último combate de los Juegos Alienígenas

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Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora