Capitulo 16

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La semana y media que me dieron de reposo se me pasa lo más lenta que puedas imaginar; hablé dos veces con mi hermano por Skype, y dos veces con Bryan. Hecuba, Jesús y Jennifer me vinieron a visitar casi todos los días después de la escuela, donde Hecuba me puso al tanto de las tareas y proyectos finales.
El reposo venía acompañado de una estricta dieta baja en colesterol, grasas y azúcar, por lo que básicamente, he comido únicamente atún, verduras al vapor, sopa de pasta (sin el sazonador sabe a rayos), y agua. Estaba un poco acostumbrado a comer este tipo de cosas, ya sabes, por el gimnasio y las dietas que te obligan a seguir, pero con azúcar y un poco de grasas en las carnes, porque ¿a qué sabe un filete de pescado cocido, comparado con uno frito? Es obvia la respuesta.
Al final del periodo de reposo tuve consulta en el hospital para que me quitaran las suturas, cosa que me ardió hasta donde no me tuvo que arder. Pero después de eso, la enfermera "Katniss" me dió una autorización por parte del padre de Jafet para que regresara a la escuela y justificara las faltas.
Y ahora estoy aquí, manejando el auto de mi madre camino a la escuela. Sí, me recuperé bastante al grado de volver a manejar un auto, pero perdí mi "estilo" para meter las velocidades.
Llego a la puerta de la escuela, aparco el coche, agarro mi mochila y le doy las llaves a mi madre.
-Tienes cuidado, Charls - me dice - recuerda no hacer esfuerzos innecesarios.
- Claro mamá, nós vemos al rato.
Entro a la escuela y en cuanto lo hago, veo al profesor Dante parado, como si estuviera esperando a alguien.
- Charls - me dice, pero con un extraño hueco en su voz - ¿ya estás mejor?
-Claro profesor - le respondo, extrañado- ¿por qué se oye preocupado?
- No, no es nada - me dice, titubeante - ve a tu aula, por favor.
Me da una palmada en la espalda, e inmediatamente sé que algo anda mal.
Acato la orden de subir al salón de clases, y en las escaleras me encuentro con tipos de otros salones, que me miran con una extraña y pesada mirada.
Entro al salón y ocurre lo mismo, hasta Hecuba, que está sentada en su pupitre, con el celular en las manos y en su cara se refleja angustia y exasperación. Camino hasta mi lugar muy lento, debido a lo extraño que me miran. Dejo la mochila y me voy con Hecuba para ver que ocurre.
-Hecu - le digo en voz baja - hola.
- Hola Charls - también se le oye ese hueco en su voz, como al profesor Dante - ¿que ocurre?
Justo en ese momento entra Jesús al salón, no se da cuenta que estoy con Hecuba y le dice.
- Ahora si llegó a su límite ese cabrón - está hablando algo enojado.
- ¿Quién? - le pregunto; se queda perplejo, sin saber que hacer o decir.
- Hecuba, tú dile.
Ambos me miran con pesadez, pero sé que estos dos tipos no me mienten.
- Por favor Charlie, no quiero que te alteres, te estás recuperando - me dice Hecuba.
- Dime ¿qué ocurre? - mi voz comienza a salir con agresividad.
Voltea su celular y me enseña un mensaje que le llegó, de una cuenta que fue dada de baja y únicamente aparece como "usuario de Facebook".

El mensaje dice:
"Charls Ludwik del Centro Estudios de América es gay.
Se acuesta con cualquier tipo que se le cruce en su camino, está infectado de SIDA y si no lo crees, aquí hay una prueba de que se acuesta con hombres, díganselo a su novia, no sea que la vaya a contagiar, no debe andar con él, porque es gay y solo está con ella para aparentar ante la sociedad "

Después de eso, aparece una foto que ni yo mismo sabia que existía.
Es el día que me acosté con Jafet, no sé en qué momento tomó esa foto, porque sale mi cara, y el cuerpo de Jafet, pero su cara no aparece.

Se me cae el alma a los pies, tomo mi mochila, salgo del salón, bajo las escaleras, oigo que mis amigos vienen detrás de mí, pero acelero el paso para que no me alcancen, llego a la puerta e ignoro las ordenes de Dante de no salir de la escuela, y me voy corriendo a mi casa, con un gran nudo en la garganta y las lágrimas a punto de salir de mis ojos.
Llego a la entrada del fraccionamiento bañado de sudor, con la herida del hombro matándome de dolor, y alguien está pegando de martillazos en mis sienes dentro de mi cabeza. Corro hasta mi casa, entro y me doy cuenta de que no hay nadie en casa, mi madre ya se fue a trabajar, y mi papá se fue ayer a Monterrey nuevamente. Solo estamos Bruno y yo.
Azoto la puerta principal y la del porche, subo a mi cuarto, aviento mi mochila al suelo, y comienzo a maldecir a Jafet en voz alta.
Las lágrimas salen sin avisar.
Han pasado tantas cosas en las últimas dos semanas, que no entiendo cómo es que sigo con vida.
Esta fue la gota que derramó el vaso, pero no sé qué hacer, si les digo a mis padres, tendrán que ver el mensaje, y por consiguiente, la foto, eso no le caería bien ni a mi madre, ni mucho menos a mi padre.
Me matarían por haber tenido intimidad con alguien de mi mismo sexo.
No puedo calmarme, mis manos han comenzado a temblar descontroladamente, estoy en un mar de lágrimas, la cabeza me duele horrible, y para colmo de los males, mi camisa se ha manchado de pigmento rojo, exactamente a la altura de donde está mi herida; me desabrocho dos botones para echar un vistazo, y me da un vuelco en el corazón al ver que estoy sangrando demasiado.
Bajo las escaleras, salgo de la casa y veo que mi papá dejó su auto en el garaje, un Seat Bocanegra rojo; voy al recibidor, donde están colgadas las llaves, las cojo, subo al auto, lo enciendo, con el control abro el portón, salgo con el coche, cierro el portón, y acelero todo lo que puedo de camino al hospital, nuevamente.
No sé cómo sigo con vida, después de ir a 100 km/h en una carretera federal, con policía federal y de tránsito a las orillas, vigilando el límite de velocidad.
Entro a la sala de emergencias, donde me recibe "Katniss ", la enfermera guapa; nada más verme, corre hacia mí y me pregunta.
- ¿Qué te pasó? - me dice con una expresión de susto en su cara; creo que ya me ha visto bastantes veces en dos semanas.
- Corrí hasta mi casa, y creo que la herida se abrió con el movimiento brusco de mis manos - le respondo.
Me abre la camisa para revisar, y me dice.
- No te preocupes, solo fue una pequeña abertura, en un momento te paso a curación, siéntate en la banca por favor.
Obedezco.
Saco mi celular para marcarle a mi madre.
-"Mamá, no te espantes, tuve que regresar al hospital, mi herida se abrió un poco y vine a que me revisen, no te preocupes, puedo moverme, en cuanto terminen me voy a casa, te quiero ".
No dejo siquiera que hable ella, únicamente marco, le notifico sobre lo que pasó y corto la llamada.
Giro a la izquierda mi cabeza y veo algo que me llena de coraje, recordándome lo que pasó hace apenas una hora en la escuela, o al menos, ese es el tiempo que ha transcurrido desde que me di cuenta de los mensajes.
Es Jafet, viene con su padre.
No vacilo.
Me levanto de donde estoy, con los puños cerrados, listos para el ataque; corro prácticamente bufando de rabia.
Está de espaldas, y justo antes de llegar hasta él se voltea, pero aún así no vacilo y le suelto un golpe con la mano derecha lo más fuerte que puedo, y él cae al piso, lleno de furia se levanta y responde al ataque, pero soy más rápido y le propino una patada en el estómago , cosa que lo hace retroceder y enfurecer aun más; su padre se mete, pero no a golpes, solo sostiene a Jafet de los brazos, y exclama.
-¿¡Qué demonios está pasando aquí!? .
Se me hace un nudo en la garganta, pero aún así, logro reunir el suficiente valor para contestar.
- Jafet mandó mensajes a mis compañeros mostrando una foto de cuando me acosté con él.

Hoja de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora