Nunca quise acostumbrar a la presencia de alguien, tampoco era de los que se involucraban en relaciones.
Porque una parte de mi sabía que las personas no se quedan para siempre.
Dicen que todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla.
La primera vez que le vi...
Era una tarde de invierno en mi primer año de instituto cuando le conocí, corría de regreso al instituto por el bañador que deje por accidente en el locker del gimnasio. No era lo suficiente temprano pero tampoco era demasiado tarde cuando corría por las calles de la pequeña ciudad española.
Para un chico solitario como yo creer en el destino era demasiado fantasioso que solo los cuentos tenían el derecho de utilizar aquella palabra; Yo lo llamo lo inevitable. Y esta en nosotros aceptarlo o rechazarlo. Y yo simplemente no pude rechazar nuestro inevitable encuentro.
Al principio tuve miedo, miedo acorrer riesgos, pero sabía que no podía perder nada.
Aun no encuentro palabras para describir el sentimiento de aquella noche, muchos lo llamarían amor, pero aquello no era tan dulce como para nombrarlo con aquella palabra. Era algo parecido a la envidia, irritación, celos y por supuesto deseo.
Mis ojos solo se clavaron el aquel chico que practicaba a oscuras en la inmensa piscina, creando una tempestad dentro de mi pecho.
La forma tan graciosa en la que nadaba era parecida a la de un delfín. No mostraba ningún temor a la hora de nadar, era como si en cada brazada mostrara respeto y el agua dejaba que su cuerpo se deslizara sin ningún esfuerzo.
Siempre creí que agua tiene vida propia, si le muestras temor se vuelve como un animal salvaje con colmillos y garras, pero no hay nada que temer, porque cuando te sumerges el agua no pone resistencia, deja que formes grietas con las puntas de los dedos sobre su manto superficial para permitir que tus brazos, cabeza, pecho se deslicen entre aquellas grietas.
No puedo evitar amarle, incluso intento no hacerlo pero al final no puedo evitar quererle.
Poco tiempo después se nos había anunciado que un nuevo compañero ingresaría a nuestro grupo.
.-. Él es luz y desde ahora será su nuevo compañero.-.
El chico era carismático y al parecer le gustaba hacerse el tonto delante de todos, eso pensé en el momento que soltó un montón de chorradas. Y aunque para mí era un chico sin importancia para el fui la curiosidad.
.-. En verdad eres demasiado bueno.-.
.-. Sí que eres molesto.-. Insinué con seriedad.
El chaval había estado siguiendo como si no hubiese un mañana y eso empezaba a molestarme un poco. Por más que intente evitarlo por todos los medios el siempre regresaba con una radiante sonrisa intentando volverse mi amigo.
No tenía nada en contra del chico, pero la verdad la amistad se me hacía un mal innecesario. El como la típica excusa que se utiliza para darte el derecho de pisotear a las personas.
Pero ahora me doy cuenta de lo mucho que le debo a luzu, si él no hubiera insistido en volverse mi amigo yo no estaría aquí ahora.
La segunda vez que le vi fue una tarde de verano.
Las prácticas de verano en el club habían empezado y el campeonato estaba la vuelta de la esquina.
La competencia no era muy importante para mí como lo era para los demás. Lo que en realidad me importaba era sumergirme y poder tocar el agua.
Era un fin se semana, la escuela había abierto por la tarde las intenciones porque le habían dado mantenimiento para las practicas. Y como siempre traía el bañador debajo de mi ropa, fui quitándome prenda por prenda en cada paso que daba.
Primero la punta de mis dedos, piernas, muslos, pelvis, abdomen, tórax, cuello y cabeza. Era como una especie de ritual que tenía que hacer antes de empezar con mis prácticas. Sentir el agua en cada centímetro de mi piel, sin poner resistencia, aceptándome cada vez que en ella entraba.
.-. Eres asombroso.-.
Nunca antes había escuchado su vos, pero era un tanto peculiar. Chillona era la palabra correcta.
.-. Y... yo.-.
Su imponente presencia me hizo erizar la piel y sonrojar mis mejillas. Había perdido completamente la capacidad de hablar.
.-. Willy, tienes una extraña costumbre para cambiarte.-.
Luzu había entrado poco después al recinto interrumpiendo la incómoda atmosfera con las prendas que había dejado a mi paso.
.-. No conoces algo llamado vestidor....-.
Su sarcástico comentario, hizo que el rubor de mis mejillas se expandiera por todo el resto de mi rostro. Estaba muy apenado, la mirada de aquel chico de sonrisa encantadora no dejaba de observarme sobre el borde de la piscina.
No podía respirar, y mi corazón no dejaba de acelerarse. Tenía miedo, miedo a que en cualquier momento perdiera el conocimiento.
No quería perder más tiempo, salí de la piscina lo más rápido que mis piernas me los permitían y casi arrebatándole la ropa de las manos a luzu, tome mis zapatos y comencé a vestirme por el pasillo de las instalaciones hasta salir al exterior de exterior.
Aquel día comprendí, que la atracción que Samuel ejercía sobre mi agitaba todo un mar en mi interior. La marea subía y las olas crecían, crecían.
.-. Espera.-.
Alguien me había sujetado de la muñeca, y las olas que en mi interior se formaban habían agitado mi respiración.
.-. Quiero que compitas a mi lado.-. Confeso apretando mi muñeca.
Todos los caminos que en ese momento se formaron me conducían a ti.
Aunque lo cierto es que; yo nunca acepte nadar para el equipo de Samuel porque si alguna vez he competido para alguien asido solo y exclusamente para mí.
Porque para mí no están importante ganar o perder, yo solo me sumerjo para aceptarme y aceptar su presencia.
Yo solía pensar que sabía lo que necesitábamos, que tan sólo bastaba con asumir que estábamos bien y nunca piense que este sentimiento se perdiera alguna vez.
Tenía miedo a que el día a día a su lado se volviera en un sueño del que tarde o temprano tendría que despertar.
En una cochera vieja solos en medio de una tormenta a orillas del mar, sin contar cada segundo que pasa bajo su cuerpo que me cubría del frio, era lo más parecido a un hogar. Con las pocas luces brillantes y los sonidos de algún que otro auto con dirección a la ciudad resonando sobre las cuatro paredes.
"Willy eres tu quien tiene que decidir si quedarse o irse porque yo, ya elegí el camino que quiero seguir"
Sentí mis ojos vidriosos y mi corazón vacío.