XVIII - Última Lucha

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Dentro del mar, Zara y Drako observaban los dos enormes objetos en su radar. Ellos sabían que la batalla no sería fácil. Aun con toda la experiencia del comandante Merko.

"Mi Nick está corriendo peligro, lejos de mí. Yo podía estar allí ahora ayudándoles en esta batalla. Pero como nuestra nave es científica no tiene armamentos para dar el soporte necesario. Seríamos fácilmente destruidos. Y mi querido puede morir sin que yo al menos esté cerca de él. Creo que voy a teletransportarme allí y ayudar como pueda."

La doctora tenía una sensación extraña de que algo malo ocurriría. El sudor resbalaba por su frente, mojando los cabellos pelirrojos. Drako le leyó los pensamientos antes de decir:

— No te pongas así, Zara. Debes obedecer las órdenes de Sivoc y quedarte en esta nave. Preparamos una emboscada para él y sus militares en el lado oriental del planeta. No te preocupes, conseguiremos derrotar a Mirov como hicimos antes.

— Creo que deberíamos ayudarles de alguna forma...

— He recibido órdenes de Sivoc y Merko para que me encargue de ti, para que sólo monitorees la batalla. No podemos hacer nada para ayudarles a no ser usar las informaciones de nuestro sistema, en caso de que lo necesiten, o en la necesidad de tratamiento médico, si hubiera heridos. También necesitamos una nave preparada para volver en caso de la Star Hunter quedarse averiada.

— Nícolas nunca entró en una batalla. Temo que sea herido.

— No te preocupes, Merko le protegerá.

Zara se quedó un poco más tranquila después de conversar con su amigo Drako, pero la sensación no la abandonaba, aquel mal presentimiento.

"¿Será que Helen está bien en el futuro? La paradoja temporal no nos permite comunicarnos con ella", pensó. Tal vez fuera por el resto de su familia que ella debiera estar tan preocupada.

Lobito, el perro robot, anduvo en dirección a Zara. Se acercó a ella, le lamió los dedos de la mano izquierda para demostrar cariño y levantó las orejas. Después ladró tres veces. Ella sonrió sin humor, le pasó la mano por la cabeza y, como si supiera lo que la máquina quería decir, dijo:

— Yo también sé que ellos volverán – miró por la gran escotilla al lado de fuera de la Science. Observó los peces y animales acuáticos que nadaban cercanos a la nave y se pasó el dedo índice por los ojos para secarse las lágrimas que le caían.

***

Los cruceros de batalla se emparejaron y los robots de las dos naves estaban en el auge de la ofensiva. Algunos se situaron cerca de la base construida a fin de protegerla del fuego enemigo. Bob estaba entre ellos.

Crom y Tíbor salieron de la plataforma de poso, cada uno con una nave de ataque y un robot volando al lado de ellos. Otros soldados entraron en naves menores y partieron para el combate.

Merko se quedó en la Star Hunter con el resto de la tripulación. Sivoc se teletransportó junto a los ingenieros y, en segundos, estaban en el puente de mando. Naves menores empezaron a salir de las dos naves madre y atacaban a los enemigos, intentando destruirles. Ráfagas de proyectiles eran disparadas de los cazas bajo el mando del capitán Kirubi sucesivamente, creando nubes de chispas brillantes que cubrían los cielos.

— Destruid todo lo que veáis por delante – ordenó Mirov. – No quiero que haya sobrevivientes.

Los robots se atacaban y cada golpe emitía un ruido más ensordecedor que otro. Lanzaban rayos láser por los ojos y disparos mutuos a través de sus cañones. Nícolas, conectado al robot, le instruía a golpear a los rivales, haciendo que los metales se chocaran con impactos poderosos. Las corazas de iridio tintineaban, resonando en medio al ruido de la guerra.

Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora