Epílogo

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El sol comenzaba a ponerse en el horizonte mientras yo miraba seria cómo los prados se volvían de color del oro. El vestido blanco se movía a su antojo con el viento y algunas hojas del árbol que estaba detrás mío caían sobre mi cabeza.

-Hola -me giré para saber quién interrumpía mi calmado silencio y la persona se sentó a mi lado en el pasto.

-Hola -saludé, no me apetecía hablar, pero aún así giré mi vista. Mis ojos se clavaron en su ropa, una camisa blanca simple y unos pantalones también blancos que no sabía que usaba. Llevaba el pelo algo despeinado.

Mis dedos se movieron hasta una zona que quedaba al descubierto un poco más abajo de su clavícula. Tenía una pequeña cicatriz.

-¿Heridas de guerra? -pregunté con una pequeña sonrisa sin apartar los dedos.

-Un recuerdo -dijo.

-¿De qué? -pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

-De la mejor decisión de mi vida -me miró a los ojos, las imágenes de las últimas horas me vinieron a la mente...

Abrí los ojos de golpe y di una fuerte bocanada de aire. ¿Qué había pasado? Me dolía el cuerpo más que nunca, lo último que recordaba antes de esa... extraña visión... era estar en el jardín. Mis ojos se cristalizaron al recordar el porqué.

Loki... él... él había muerto en la explosión contra Amora... Ahora ya no me quedaba nada. Estaba sola. Noté un fuerte nudo en la garganta y comencé a llorar desesperada, tirándome levemente de los pelos.

Se escuchó un chirrido y levanté la cabeza. Steve y Thor pasaron serios, pero las dos caras se transformaron en sorpresa al verme. Thor no tardó en abrazarme muy fuerte y yo seguí llorando en su hombro. Steve se mantuvo estático.

-¿Por... por qué estoy aquí? -pregunté apartándome, notaba la voz rota y hundida. Me sentía tan cansada... tan agotada de todo... Estaba en una sala de curación de Asgard, pero todo parecía frío y vacío.

-Todos pensamos... que estabas... -dejó la frase a medias.

-Muerta -completé, había notado esa sensación al principio, era la palabra "nada" exacta-. Lo estuve... durante un tiempo... -recordé cómo se me había parado el corazón al verle tirado en el suelo... sin vida... esa sensación de inmenso vacío- Tuve una especie de... visión. Tres mujeres aparecieron de la nada y... me llevaron a un árbol... Ni siquiera veía la copa... -expliqué.

-Las nornas... -susurró Thor sorprendido- ¿Qué te dijeron?

-Que aún no era mi hora... que debía volver -las lágrimas seguían cayendo-. Debí... Yo debí... -me costaba respirar.

Steve se acercó esta vez y puso su mano en mi cabeza como consuelo, fui yo la que le abrazó a él. Sentía todo el peso del mundo en mis hombros, sólo quería llorar y gritar.

-¿Qué... qué haces aquí? -pregunté pasados unos minutos sorbiéndome la nariz.

-Oh, yo... Había venido a disculparme. Ese enfado que tuve... fue absurdo -admitió- Pero eso no importa, es agua pasada. ¿Cómo se te ocurrió ir allí? -preguntó, yo sollocé.

-Él dijo que... probablemente no harían nada... que tenía un plan... Dijo que todo iría bien... -acabé en un susurro- Si lo hubiera sabido quizá... quizá él no habría muerto...

-Aura -levanté la cabeza, Thor me miraba extrañado-, Loki no... Loki no ha muerto -mi respiración se cortó-. Cuando tú... te moriste... le llevaron a la otra sala de curación, al otro lado del palacio. Está vivo.

-¿Dónde está? -pregunté impaciente y esperanzada, no podía más.

-Sigue allí, pero... -no le dejé acabar y me levanté de un salto- ¡Aura, espera!

Corrí a través de los pasillos con el corazón a mil ignorando los gritos de Steve y Thor, quería verle, necesitaba verle y comprobarlo por mí misma. Llegué hasta la sala y aparté a las enfermeras de forma brusca para abrir las puertas. Me llevé las manos a la boca y sentí cómo el peso de mi mundo se aliviaba. Él estaba de espaldas sentado en la cama con el torso vendado y descubierto.

-Loki... -al oírme se giró, sus ojos estaban tan alegres y aliviados al verme que me contagiaron. Formó una sonrisa y sentí cómo me derretía igual que la primera vez. Las lágrimas más felices de mi vida resbalaron por mis mejillas antes de abalanzarme a él sin importar nada más en el universo.

Sonreí un poco y parpadeé a la vez mirando hacia abajo. Me entretuve con una pequeña planta parecida al trigo, el prado estaba lleno de ellas.

-Aún no te he gritado por no contarme todo tu plan -admití mirándole, podría mirarle a los ojos todo el día sin cansarme.

-Podrías castigarme de otro modo -susurró con una segunda intención.

-¡Pervertido! -dije haciéndome la ofendida, pero me eché a reír. Me apoyé en su hombro notando cómo me besaba la cabeza y me rodeaba con sus brazos de forma protectora.

-Ahora en serio, no vuelvas a hacerlo. Fue el peor momento de toda mi vida -pedí seria volviendo al principio de la charla, verle sin vida había sido angustiante, mi peor pesadilla.

-Creo recordar que fui yo quien se moría por una grave herida en el pecho -dijo algo divertido. No pude evitar mirar de nuevo su pequeña cicatriz, su magia tenía muchas ventajas.

-Te queda bien -reí, pero lo decía en serio. Miramos en silencio cómo los prados de Asgard y el palacio brillaban con el atardecer, disfrutando al fin de la tranquilidad que ambos merecíamos. Nada ni nadie nos separaría nunca más.

-Es un bello final para esta historia -añadió.

-¿Final? -le miré y él a mí- No, esto es sólo el comienzo -sonreí notando cómo me sonrojaba y ambos nos fundimos en un perfecto y cálido beso.





El amor...

Sigue siendo una bella palabra. Porque pase lo que pase, aunque estés con el peor asesino que la Tierra ha conocido, debes luchar por él si le quieres. Al fin y al cabo, el amor es arriesgarse, actuar sin pensar, lanzarse al vacío...

Pero sobre todo es saber que las personas que quieres estarán allí y te defenderán, incluso si les vale la vida. Y en el final, los que lo merecen tendrán ese ansiado final feliz.




O quizá no...

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora