Príncipe.

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No todo lo blanco es puro.

No todo lo negro es malo.

Llorar no significa estar triste.

Sonreír no significa estar feliz...

No todo es lo que aparenta.

Y eso lo aprendí de la peor manera.

Alguna vez escucharon hablar de un ¿príncipe? Sí, de esos que existen en los cuentos, que vive con el motivo noble de salvar a una princesa extraviada. Que tiene una sonrisa brillante y alegre que cautiva a cualquiera, que cuida más a otros que a sí mismo. Preocura hacer lo mejor que puede y vive dando felicidad a los demás, apoyándolos. Sinceramente pensé que ese príncipe sólo existía en los cuentos, pero no. Lo conocí, conocí a un príncipe, mi príncipe... Jung Hoseok.

Desde el primer día que lo vi, lo rodeaba esa característica alegría de él que hace que la gente se le acerque y yo no pude evitar caer ante esa alegría también. Los años pasaron y lo conocí más, conocí sus fortalezas tanto como sus debilidades. Las pequeñas cosas que lo alegran y las otras pequeñas cosas que lo entristecen. Esa sonrisa, calidez, y afecto hicieron que cayera rendido. Que me enamorara, que me sintiera perdido cada vez que lo veo, me pierdo en su mirada profunda y brillante, me pierdo en sus labios, en su cuello, en su piel pálida, me pierdo en todo. Cuando me di cuenta ya era tarde, pero nunca fue tan tarde para darme cuenta de que no todo es lo que aparenta. Que a veces los príncipes también decaen, que a veces al abrir una puerta ya no puedes dar marcha atrás.

Ese día lo cambió todo, lo encontré solo en el piso abrazando sus rodillas con sus brazos mientras que su cabeza descansaba entre ellas. Los sollozos hacían eco en la vacía habitación y sentía que mi corazón se iba rompiendo pedazo a pedazo, la punzada en mi pecho dolía muchísimo y el nudo en mi garganta amenazaba con romperse y que yo también empezara a llorar. Pero ese no era el momento, ni el lugar. Al darse cuenta de mi presencia él trató de ocultar esas lagrimas que corrían por sus mejillas, trató de sonreír y no hacerme preocupar. Pero él mismo sabía que eso era imposible.

Sus ojos algo hinchados por tanto llorar, sus mejillas rojas, su respiración alterada, su voz que trataba de escapar de sus labios pero éstos no se lo permitían. Me arrodillé en el piso frente a él y observé todo eso. Sus rasgos eran hermosos de lejos ni hablar de cerca, a pesar de haber él llorado a mí me parecía tener la persona más perfecta ante mis ojos.

Trató de taparse con sus manos el rostro al ver que lo observaba pero mis manos se entrelazaron con las suyas y pude sentir lo frías que estaban.

-Hyung...- Fue lo único que pude pronunciar. Pero significo mucho, porque en seguida los ojos de mi príncipe se llenaron de lagrimas otra vez. Y yo lo abracé, lo rodee con mis brazos a través de su espalda. Quería protegerlo, cuidarlo, mimarlo. Que entendiera que conmigo podía desahogarse, estar conmigo... Confiar en mí, que entendiera lo mucho que lo amo.

¿Horas pasamos en esa pequeña habitación? Había perdido la cuenta, pero ni un segundo había sido en vano. Mis brazos fueron alejándose poco a poco de su espalda cálida y en algún momento nuestras miradas se conectaron otra vez. Y entendí lo que esos ojos sinceros me querían decir... "Gracias".

Pensé que era el momento de levantarme e irme, o al menos eso pensé. Porque con sólo mover mis rodillas para levantarme del suelo sentí unos brazos calidos rodear mi cuello haciendo que volviera a la misma posición anterior. Así, yo tampoco dude en que mis brazos volvieran a su espalda y poder abrazarlo otra vez.

Después de ese abrazo sentía que me derretía por dentro, un leve cosquilleo seguía en donde él había pasado sus brazos y entonces me pregunté ¿cuán enamorado y perdido estoy por Jung Hoseok? Ni yo lo sé.

Pude ver esa sonrisa que tanto me gusta devuelta en su rostro, iluminándose así su mirada también.

-Gracias por sonreír, hyung.-

Sus manos se dirigieron a mis cachetes y suavemente los acarició y apretó hasta que después de unos minutos las alejó.

-Gracias por amarme- Sonrió y sentí un escalofrío recorrer mi columna hasta mi cuello.

-Yo...- Traté de formular palabra pero no podía.

-Shh...- Escuché a mi príncipe decir y paré mi intento de hablar. -No es necesario que digas nada Jimin.- Él volvió a sonreír y esta vez sus labios se acercaron a los míos y me dio un pequeño beso que a pesar del estado perdido en el que estaba, no tardé en corresponder. Pude sentir su lengua pasar sobre mi labio inferior y después una mordida suave que hizo que abriera mi boca para que su lengua entrara. Al minuto la falta de aire se hizo presente y el beso se terminó, pero aún podía sentir sus dulces y adictivos labios sobre los míos.

Mientras trataba de recuperar mi respiración entre cortada, imposiblemente mi mirada se perdió en esos ojos brillantes y no pude evitar sonreír.

-Te amo Park Jimin.- Dijo mi príncipe.

No todo lo blanco es puro.

No todo lo negro es malo.

Llorar no significa estar triste.

Sonreír no significa estar feliz...

Los príncipes alegres pueden no serlo...

No todo es lo que aparenta.



//Ésto surgió de no tener luz ayer a la noche en mi casa :v.  Perdonen por las faltas de ortografía, rule: Jimin siempre sera pasivo en mis fics, no puedo verlo de activo. Bye bye se los quiere, gracias por leer.//

Príncipe 👑 HopeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora