17. Coup de foudre (2/3).

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POV Paris.

-Gardez le calme , il est juste la pluie -me recordé.

Entonces, un puñetero trueno resonó a la distancia y me encogí en mí misma del miedo. Las lágrimas rodaban por mis mejillas a borbotones y todo mi cuerpo temblaba.

Me repetí una vez más que era sólo lluvia y unos indefensos truenos... pero ninguna tormenta había sido igual desde aquel día. Desde entonces, todo me daba miedo, no existía seguridad alguna para mí .

"Rappelle cinq belles choses" repetía la voz de mamá en mi cabeza. Era lo que siempre nos decía a mis hermanos y a mí cuando nos sentíamos angustiados y, entonces, nos obligábamos a armar nuestros propios listados en nuestras cabezas y repetirlos como un mantra.

Avenir.

Pensé, escuchando las gotas caer sobre mi ventana.

Avenir. Amitié.

Repetí, cerrando mis ojos.

Avenir. Amitié. Famille.

Mi respiración ya se había pausado. Mis puños y hombros se relajaron, la tormenta se calmó.

Avenir. Amitié. Famille. Amour.

Y, en cuanto estuve a punto de pensar en la última palabra que me tranquilizaría, la habitación se iluminó al completo. Hasta a mí, que estaba acurrucada en el piso entre el ropero y la pared, en las sombras, me iluminó al completo.

Unos segundos después, el odioso ruido que me torturaba resonó en las cuatro paredes de mi habitación. Me pareció que todo el piso se sacudía y que, una vez más, perdía a mamá... pero la verdad es que ya no la tenía.

No puedes perder algo que ya no tienes.

Con fuerzas que me faltaban, sintiendo que en cualquier momento me desvanecería, me levanté y murmuré lo único que, lamentablemente, necesitaba:

-Albus.

El piso frío del pasillo me congeló el cuerpo entero, pero mi único propósito era lograr llegar a la puerta junto a la mía sin asustarme patéticamente con un inofensivo trueno.

Yo apestaba. ¿Tenerle miedo a una tormenta? Era la persona más débil del universo.

Pero lo logré. Alcé la mano para golpear la puerta de Albus aunque esta se abrió antes, frente a mí. Apenas alcancé a ver a mi mejor amigo: alto, musculoso y con señales de no haber dormido. Él no temía a las tormentas, pero sabía perfectamente que se preocupaba tanto por mí que esa era la única razón de porque se había mantenido en insomnio todo este tiempo: había estado esperándome. Como siempre lo hacía, al fin y al cabo.

Por eso, cuando me estrechó entre sus brazos y acarició mi espalda para tranquilizarme, fue que pude sentirme segura.

Sonó un trueno. Y otro. Y otro. Y otro.

En ninguno de aquellos me asusté. Simplemente, me aseguré de no soltarme de Albus. Podía ser cierto eso de que sentía que nuestra amistad ya no era la misma: yo podía fingirlo, pero él ya no. Pude notarlo en el momento en que me acosté en la cama junto a él, tratando de conciliar el suelo en una noche de tormenta. Su cuerpo se había tensado en el momento en que nuestras piernas se entrelazaron y su mirada se torno diferente en el momento en que acaricié su mejilla.

Nosotros acostumbrábamos a hacer esto... no estaba segura de que el cambio fuera a ser realmente bueno desde donde sea que se lo mirara.

Poco a poco, uno frente al otro, en silencio, con nuestras frentes unidas y los ojos cerrados, nos fuimos quedando dormidos. La tormenta pareció calmarse sorprendentemente rápido, pero la esperanza duro realmente poco, porque a los pocos minutos una nueva luz atravesó mis párpados. Del susto, estuve a punto de sentarme sobre la cama, no obstante, Albus, algo adormilado, se dio cuenta y rápidamente llevó su mano hacia mi cintura, justo a aquella porción de piel desnuda entre el borde de mi camiseta levemente alzada y mi pantalón.

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora