Me acuerdo que habías dicho que estabas bien, aún cuando tu piel era más pálida de lo normal, tus labios rosados habían cambiado a un tono morado, y estando en esa cama de hospital, quería creer en tus palabras, ya que tu nunca me has mentido.
Pero cuando te fui a visitar, y lo único que vi en el cuarto, fue la figura del doctor intentando reanimarte, sentí tanto dolor, que creí que mi mundo se estaba derrumbando tan rápido que ni podía mantenerme de pie, no quería aceptar que te habías ido.
Pasaron los años, y yo no te puedo olvidar, te visito todos los días con una rosa, pensando porque ese día decidiste decirme tu primera mentira.
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