Cocinar para uno no era tan divertido como cocinar para dos. «O mejor dicho, cocinar sola no es tan divertido como cocinar acompañada.» Después de la llamada de Gonzalo, se dijo a sí misma que estaba contenta, que era lo mejor que le podía pasar. Para variar, y como en todo lo relacionado con él, mintió. Sin
Gonzalo, no tenía ganas de cocinar; probar aquella receta japonesa ya no le hacía ni la mitad de ilusión, pero aun así la hizo, sólo para demostrarse que no lo echaba de menos. Le quedó fatal, aunque no se lo confesaría a nadie ni bajo tortura, y no probó ni un bocado. Se sentó en el sofá para leer un rato, pero tras dos páginas también dejó por imposible la novela que tenía a medias. Se levantó y salió a pasear, tal vez así no pensaría tanto en él. A Gonzalo le habían
bastado cinco días para dejar su huella en el departamento.Micaela estuvo fuera más de dos horas, la temperatura era agradable y caminar la ayudaba a relajarse. Recordó la conversación que habían mantenido por teléfono y había sido tan desagradable; él sólo había querido avisarla, y por su tono de voz era evidente que tenía ganas de verla, pero ella se había puesto a la defensiva y había optado por mantener las distancias. Cada vez que Gonzalo era cariñoso o que decía algo romántico, ella se sentía como un león enjaulado y le enseñaba las garras. Sus besos eran demoledores, pero sabía enfrentarse a ellos, además, él jamás intentaba nada más, y eso le daba mucha tranquilidad. Pero sus palabras, aquellas frases a medio decir en las que le dejaba claro que quería estar con ella, de eso sí que no sabía cómo defenderse y, al igual que un animal herido, reaccionaba atacando.
Tal vez lo mejor sería dejar de verlo; a esas alturas ya sabía que Gonzalo no era un casanova de poca monta, quizá trabajaba demasiado, pero era dulce y se preocupaba por sus seres queridos. Se merecía encontrar una chica que lo quisiera -aunque sólo de pensar en eso tenía ganas de estrangularla-, y no que lo utilizaran sólo para
una aventura o para hacer realidad un objetivo de una lista. Decidida y triste, Micaela se juró que cuando él llegase por la mañana, le diría que no quería seguir viéndolo.Gonzalo se despertó temprano, aunque con fuerzas renovadas. Había dormido menos horas de las necesarias, pero estaba impaciente por ir a ver a Micaela. Quería contarle todo lo que habían decidido en la reunión y preguntarle cómo
enfocaría ella la charla con Mariano. Micaela era de las pocas personas que no dudaba en llevarle la contraria ni en decirle que se equivocaba, y por ello apreciaba aún más sus consejos. A él no solía importarle lo que pensara nadie, excepto su familia, y jamás le había preocupado lo que pensara de él o de su vida profesional ninguna mujer. Pero Micaela era distinta, no encajaba en ninguna categoría previa y sospechaba que había creado una propia, la de la mujer de su vida.Se duchó y siguió pensando en lo bien que se lo iban a pasar ese día; lucía un sol precioso, así que podrían ir a pasear por el parque y luego tal vez al cine. Si era afortunado, la besaría un par de veces... o muchas más. Él era el primer sorprendido de contentarse con meros besos, se moría de ganas de hacer el amor con ella, la verdad era que tenía tantas ganas que cuando la veía tenía que apretar los dientes con fuerza para serenarse. Pero iba a esperar. Esperaría hasta que Micaela estuviera convencida de que lo que había entre los dos era sincero, único y... duradero.
Compró los prometidos croissants y se dirigió silbando hacia el pequeño piso. Llamó y no contestó nadie. Empezó a preocuparse, ella no le había insinuado nunca que quisiera darle una llave y él no se había atrevido a pedírsela, pero estaría mucho más tranquilo si la tuviera. Esperó unos segundos y volvió a insistir. Esta vez sí obtuvo respuesta y una dormida Micaela le abrió.
-Buenos días -dijo él al entrar-. ¿Dormiste bien?
-Por favor, ¿Podes bajar la voz? -Él no había gritado, pero ella se había pasado la noche en vela tratando de encontrar el modo de decirle que no quería volver a verlo y tenía un horrible dolor de cabeza-. Siéntate ahí, en seguida vuelvo.
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A fuego lento <<adaptada>>
FanfikceAdaptación de "A fuego lento" de una de mis escritoras favoritas la maravillosa Anna Casanovas. Gonzalo quiere darle un giro radical a su vida y se instala en Nueva York. Micaela siente que es momento de retomar los sueños que sacrificó por converti...