Querida vida,
No eres algo material, no eres algo del todo real… Eres como un largo y duro cuento, con el cual es muy difícil poder averiguar el final.
No empezaste con un “Cuenta la leyenda”, ni con un “Érase una vez”, preferiste crear un alma inocente haciendo que esta cogiese la forma de un pequeño bebé.
Aquel cuento comenzó en cuanto aquella dulce niña fue creciendo, las páginas pasaban y cada día era un capítulo diferente, a medida que pasaba el tiempo ella iba sintiendo nuevos sentimientos, entre ellos la tristeza y la impotencia de no saber cómo poder sentirse fuerte.
Los capítulos pasaban, mas su forma de ver el mundo no cambiaba. Ella crecía, lloraba, sufría… Y por mucho que lo intentase su felicidad no volvía. Aquel cuento carecía de muy poca alegría, la joven protagonista añoraba los días en los que la vida le sonreía.
Quiso volver páginas atrás para recordar en qué momento todo había cambiado, qué había pasado, por qué nada era lo mismo, por qué estaba en aquel mundo vacío y solo… Pero ella jamás lo sabría, porque la historia de su vida seguía y ella solamente podría decidir cómo.
Sus sueños eran un cuento aparte, no eran reales por mucho que lo desease. Todo aquello no era más que una serie de pensamientos llenos de amor y arte, cosas maravillosas que ella imaginaba y que nunca podrían pasarle.
Entonces un buen día decidió hacer de su historia algo diferente, algo fuera de lo normal. Arrancó las páginas anteriores con rabia y pensó, “Hoy nada va a salir mal.” Cogió un bolígrafo, el cual no era el adecuado, comenzó su nuevo cuento pero no podía borrar de su mente su verdadero pasado.
“Capítulo uno, mi vida empieza hoy. No soy una princesa, no soy una heroína… Soy yo, solamente yo, y no pienso dejar que nada me lo impida. Taparé con típex mis errores, dibujaré más de lo que escribiré y pintaré de colores vivos mis temores.”
Su sonrisa volvió, pero no se percató que sin un principio real su vida no tenía sentido. Ya no tenía experiencia en nada, ya no recordaba quién había sido, las lágrimas por su rostro cayeron mientras su conciencia le repetía: Pequeña niña, cómo has crecido. Pero por culpa de tu afán de querer comenzar todo de nuevo, has hecho que todo haya desaparecido.
No pudo quitarse aquello de la cabeza nunca más. Decidió que con su vida no quería continuar, tiró aquel libro en el que cuyo protagonista era un ángel e hizo que sus alas se fuesen lejos y perdiese el equilibrio para volar.
Y así fue el final, la protagonista no pudo acabar de escribirlo. Lo dejó todo por miedo de repetir los malos capítulos olvidándose de que en el nudo del libro podría haber encontrado uno de sus sueños y de esa forma poder vivirlo.
Fin.