-Hola, ¿te ayudo? -. Espetó un chico con una gran sonrisa, completamente hermosa.
-Hola –.dije mientras lo miraba a los ojos, intenté sonreír pero me arrepentí de inmediato-. No gracias, puedo sola -.dije finalmente y justo en ese momento mi dedo comenzaba a desangrarse por el corte que produjo la tijera, el chico comenzó a reír.
-Ven, sígueme, déjame ayudarte –.me tendió la mano para ayudarme a ponerme de píe, el roce con su mano me erizó a piel. Cómo un completo extraño podía lograr eso. Me llevo a un pequeño baño que había en el lugar, dejándome sola para tener mi propio espacio claro; lave la sangre de mi dedo y salí.
Al salir se encontraba ese extraño chico, recargando el peso de su cuerpo en un árbol. Al notar mi presencia se levantó con su gran y hermosa sonrisa dirigiéndose hacia mí.
-Me presento, mi nombre es Felipe Soriano, trabajo aquí hace dos años así que te puedo ayudar en lo que necesites -.dijo afable poniendo sus manos en los bolsillos de su abrigo negro.
-Pues un gusto, pero no necesito tu ayuda, gracias de todas formas -.traté de sonar cortés pero creo que no lo logré. Ahora comienzo a notar porque no tengo novio.
-Bueno –.sonrió, ¿no se le cansará la cara de tanto sonreír? -. No te ayudaré pero me quedaré. La verdad no viene mucha gente por aquí, por eso me sorprendí al verte. Eraser es como el sector de los "abandonados", ya sabes, a los que sus familias lo olvidan o no tienen tiempo para venir a dejar un par de flores -.Dijo sentándose a un lado de mí y comenzando a cortar ramas.- ¿Y tú? ¿Te acordaste que tenías un familiar muerto y viniste a visitarlo?
Lo miré serio, qué se creía.
-Primero, a ti no debería importarte, segundo no me permiten venir aquí, ahora es por un jodido milagro que yo allá entrado a este lugar y tercero no necesito tu ayuda, no moriré por cortar ramas -.dije al ver que casi terminaba de cortarlas todas.
-Primero relájate. Segundo no dije que me importara en ningún momento; tercero te veías mayor como para que no te dejaran salir sola y cuarto, no digas que no puedes morir por cortar ramas porque no sabemos cuántos en este cementerio murieron cortando ramas. –.rió y dejo ver unos hermosos hoyuelos, y escuchar por primera vez el sonido de su risa, no lo pude evitar, reí con él.
-Sí, tienes razón –sonreí (mos)- Y solo para dejarlo en claro si me dejan salir sola. Lo que pasa es que mi abuela no me deja venir a este lugar. -Su semblante confundido me dio a entender que le explicara el porqué. – Mi abuela dice que venir a los cementerios es incorrecto e invasivo, que las personas que fallecen anhelan paz y tranquilidad, no que los vengan a visitar y les dejen flores que al tiempo se marchitaran. Pero dudo que esa sea la verdadera razón. Quizá ella no viene a ver a mi abuelo para no recordar; para no volver al pasado; para no volver a sentirse enamorada.
Alce la vista y me encontré con sus ojos fijos en mí y una sonrisa. Había terminado de cortar las ramas, qué rápido. Por lo tanto toda su atención estaba en mí.
-Te ves preciosa cuando hablas de lo que piensas –me sonrió.
Joder, era perfecto. No le dije nada, pero mi cara lo decía todo, el color carmesí se apodero de mis mejillas al instante, no lo podía ni mirar.
-Gracias por cortar las ramas. –dije finalmente.
-No des gracias, estoy acostumbrado a ayudar a las personas. -¿Quieres que te ayude a limpiar?
De mi mochila saque una botella con agua, limpia-muebles, no vendían en el supermercado "limpia-lápidas", y dos paños blancos. Nos pusimos a limpiar juntos y Felipe no paraba de hablarme, cómo no le daba un calambre en la lengua. Dios.
-¿Hace cuánto no venías a visitar a tu abuelo? –preguntó.
-Hace trece años. –respondí triste. –hoy vine porque desobedecí a mi abuela, cuando llegue me matará.
-Ve el lado bueno, si te mata podrás estar acá siempre. –dijo y nos reímos los dos, debo admitir que no ha parado de hacerme reír.
-Eres un tonto. –dije y le saque la lengua.
-Me lo han dicho, pero a pesar de ser un tonto, te has reído de todo lo que he dicho. –saco la lengua triunfante.
-Touché. –le tire el paño sucio en la cara, como el acto más infantil que he hecho en el día, ambos reímos.
-¿Es una indirecta verdad? Me tiras el paño para que limpie más rápido, entiendo. –este tipo haría que me hiciera pis de la risa, segundos después note que estaba limpiando más rápido, la risa de mi parte era incontenible.
Así pasamos el día, riéndonos, hablando, lanzándonos cosas, enojándonos, hasta el anochecer. Debía irme, cerrarían el lugar y moriría de miedo si me quedaba adentro.
-Felipe, debo irme –dije guardando mis cosas. Al terminar me abrace a mí misma, moría de frío.
Hizo puchero y Dios, se veía precioso.
-Bueno, te iré a dejar a la puerta, y ten –me lo colocó, su abrigo mal pensadas. –Lo quiero de vuelta así que tienes que volver. –aclaró con una sonrisa.
-Bien –dije riendo-. Gracias por todo, y... ¿dónde quieres que te pase el abrigo?
-Acá, trabajo aquí, tienes que venir, preguntar por mí.
-Genial –dije con una sonrisa, estábamos muy cerca así que me sentía intimidada.
-Antes de que te vayas... ¿me dirás tu nombre?
-Sky, Sky Jenner, nos vemos –le di un beso en la mejilla antes de salir por la gran puerta de entrada (y salida, lógicamente)
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¿Imposible?
Romance-Soy una persona sin alma, ¿puedes amarme así? Porque te amo. -Dijo con lágrimas en sus ojos.