Había un hombre tirado en la calle, débil y boca abajo, después de toda una vida viviendo en la calle sin ningún tipo de ayuda ni amor, un paro cardíaco ponía fin ha su marchita vida que lentamente se extinguía mientas susurraba: ayúdame... ayúdame... ayúdame...
Mientras la gente seguía andando entretenidos en sus vidas, nunca le ayudaron en vida y no le ayudaron en su muerte, sólo en la acera durante unos agonizantes minutos en los peatones pasaban de allí para allá sin pararse a ayudar a un anciano moribundo, unos tenían prisa, otros fisgaban con poca curiosidad fingiendo preocupación y continuando su agonizante caminar, una anciana se acerco y le miró desde arriba pero siguió andando, no se paró, un hombre parecía correr hacia el, pero siguió corriendo, no se sí fue el miedo social hacia un desconocido o si de verdad la gente está tan ciega que no son capaces de ayudarse ni a sí mismos.
Ella aparece a su lado y le pregunta sin hablar:
—¿qué es lo que quieres más que nada en el mundo?
Y el responde:
—llebame contigo
