CAPÍTULO VI: LLUVIA QUE CONFUNDE

26 11 0
                                    

Un nuevo día estaba dando inicio; todos comenzaron a despertarse; algunos no querían levantarse, daban vueltas en la cama; entre tantos otros ya estaban de pie para empezar el día.

Luego de que todos estuvieran listos bajaron hasta el comedor donde los estaba esperando un delicioso desayuno. Mitsuki y Akemi se veían de muy buen ánimo; Walquiria y Bluma se veían muy animadas y radiantes; y el resto parecían, salvo Nagisa y Otto, tener muy pocas ganas de estudiar. Al terminar el desayuno se dirigieron a la biblioteca a dar inicio a sus estudios.

—Bueno en primer lugar tendremos el examen de historia — comenzó a hablar Akemi, e inmediatamente el resto comenzó a tomar apuntes.

—Según la leyenda descripta en el Kojiki y en el Nihonshoki, Japón fue fundado en el siglo VII a.C. por el emperador Jinmu — relató Amara.

—Durante los siglos V y VI el sistema caligráfico chino y el budismo fueron introducidos junto con otras costumbres chinas a través de la península coreana o directamente desde China — continuó la oración Egmont, que no sacaba la vista de Mitsuki.

—¡Qué bien! — expresó ella Contenta — Se ve que sabes mucho sobre Historia.

—¡Si! También se que en 1549 llegó a Japón para predicar el cristianismo el misionero español jesuita San Francisco Javier tras desembarcar en Kagoshima, Kyushu, aprovechando las rutas comerciales portuguesas — terminó diciendo.

—De verdad que sabes mucho sobre nuestra historia — dijo asombrada Nagisa.

—Es que tanto Egmont como Amara se la pasan leyendo libros de historia en la biblioteca — contestó seriamente Imre.

—Es más obtuvimos la beca ya que el examen de nuestro curso fue sobre Historia japonesa — comentó felizmente Amara.

La mañana transcurría rápidamente, cuando uno de los mayordomos ya se hallaba en la puerta de la biblioteca para informarles que el almuerzo iba a ser servido en diez minutos.

Inmediatamente todos exhaustos cerraron sus cuadernos y fueron a ubicarse. Mientras salían, Walquiria sonriendo se acercó a Akemi y lo tomó del brazo. Nagisa que venía saliendo detrás de ellos vio todo; paralizada se quedó mirando el rostro bello pero reacio de Akemi, que en un descuido insignificante volteó su mirada hacia su espalda. Sus miradas fijas la una con la otra, no titubearon en encontrarse hasta que Akemi vio la tristeza en aquella a la que amaba; y optó por agachar la mirada y continuar su camino con Walquiria.

—¿Estas bien? — se acercó a preguntar cordialmente Otto.

—Si, gracias — dijo ella apretando el nudo en su garganta — Sólo me quedé pensando si me estaba olvidando de algo — continuó caminando.

El almuerzo realmente se veía delicioso. El menú del día era "Okonomiyaki", su nombre significa cocinado a su gusto, y se mezclan varios ingredientes amontonados como el repollo, diente de dragón o brotes de soja, fideos o huevos. Acompañado de "Onigiris"; básicamente son bolas de arroz rellenas o mezcladas con otros ingredientes, suelen tener una forma triangular u oval; y a veces está envuelta en una pequeña tira de alga nori.

Akemi, Mitsuki, Yuki y Nagisa, luego de que les sirvieran sus platos juntaron sus manos en forma de oración.

—¡Itadakimazu! — se escucharon sus voces al unísono y luego se dedicaron a comer.

—Per..., perdón ¿Qué fue eso? — preguntó tímidamente Bluma.

—Es nuestra tradición al bendecir los alimentos — explicó Yuki.

—¡Itadakimazu! — repitieron ellos también, no buscando ofender las tradiciones de sus anfitriones.

Al terminar el almuerzo tenían dos horas libres antes de continuar con el estudio; todos a excepción de Egmont y Mitsuki que se fueron a recostar, el resto decidió dar una pequeña vuelta por los alrededores.

ENTRE EL SOL Y LA LUNA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora