Capitulo 3: El Gato Negro

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CAPITULO 3: EL GATO NEGRO

Sus ojos se abrieron con morosidad, entretanto su nariz percibía un fuerte heder a metal enmohecido y unobtainium. Gruño aturullado. Su testa palpitaba de aflicción mientras unas desmesuradas arcadas asaltaban su abdomen. Yacía recostado en una ceñida cama de tubos metálicos oxidados y resortes emergidos de entre el rancio algodón mohoso del jergón. Al abrir sus ojos íntegramente, lo primero que precisó con perspicuidad fue una pintoresca mascara de gato negro. Con pequeños y delgados bigotes eminentes, fanales atigrados refulgentes como ojos fulgurantes y orejas lanudas puntiagudas. Su complexión aun la sentía estática, pero su mente, osada y tenaz, permanecía más atenta que nunca. Tan solo con sus semblantes a centímetros de distancia, pudo captar aferrado el peso del gato humanoide sobre su cuerpo. Un peso ligero pero estorboso, que trazaba una clara línea entre el delirio y la razón del Capitán. Le escucho ronronear mientras torcía su cabeza a un lado observándolo detalladamente con huroneo, pero el hombre comprendía que era su misma curiosidad más grande que cualquiera en la habitación.

– Parece que ya ha despertado –maulló con voz infantil– ¿Puedes escucharme? –pregunto aproximando su rostro aún más a él– Creo que aún no escucha bien.

– Ya lo hará. –anuncio otra voz en la habitación

El hombre recordó aquella voz muy bien, pues fue la última voz que escucho antes del colapso. Una voz apática y rozagante. Era la dama del cementerio, la jardinera de los muertos. Intento rotar su cabeza al curso originario del sonido, pero está aún no se movía a su voluntad.

– Esto es muy seductor. Nos divertiremos mucho juntos ¿No lo cree, capitán Hopper? –aseguro placentero

– ¿Quién –susurro con un hilo de voz apenas audible–... ¿Quién eres?

– ¿Tan rápido te has olvidado de mí?

Tomo la máscara entre sus manos y en un vaporoso desplazamiento la retiro de su rostro, exhibiendo su empírico e impactante aspecto. Los ojos de Alexander se abrieron de par en par al ver el angelical, pero al mismo tiempo perturbador rostro del niño Proxy frente a él. Aquel niño que tantos desasosiegos y titubeos le había engendrado. Con ojos dorados cual oro, contemplándolo fijamente a menguada distancia, y una gran sonrisa sombría que ostentase la risa de la muerte.

Alarmado intento moverse para apartar el peso sobre él, pero sus intentos fueron en vano, pues su propio organismo aun no respondía a sus órdenes

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Alarmado intento moverse para apartar el peso sobre él, pero sus intentos fueron en vano, pues su propio organismo aun no respondía a sus órdenes. El niño soltó una fuerte carcajada divertida al notar los tanteos del Capitán por zafarse de él, a sabiendas que era tan patético como inútil.

– ¿Qué ocurre Capitán? ¿Por qué tan nervioso? ¿Acaso aún no me recuerda? –cuestiono acercándose a él aún más– Tal vez debería... sentirme más cerca.

Tan cerca que ni la misma brisa gélida de la noche podía pasar entre sus semblantes, el niño saco su acuosa y pequeña lengua. Y en un sutil y lento movimiento lamió el mentón descubierto del Capitán. Una electrizante descarga de sentimientos se liberó por todo su cuerpo. La humedad y suavidad de la lengua del niño le hicieron estremecer.

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⏰ Última actualización: May 20, 2016 ⏰

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