La voz tranquilizadora y su presencia me calmaron de inmediato, me recosté de nuevo apoyándome en su pecho cerrando los ojos.
—¿Fue un sueño o fue…?
No contestó, me apretó a su cuerpo como respuesta. Debía confiar, eso aprendí con ese sueño, no debía cuestionar lo que me decía.
—Duerme —ordenó suavemente—, te quedan un par de horas de sueño todavía.
—¿Cómo es que estás aquí todavía? —me atreví a preguntar.
—¿Quieres que me vaya?
—No —contesté con celeridad—. Es que pensé que te irías apenas me durmiera.
—No. Quería verte dormir.
Ahora fui yo la que no contesté nada, no supe qué decir. Cada noche deseaba que estuviera allí conmigo y ahora que lo estaba, me sentía cohibida.
—Duerme, preciosa, necesitas descansar.
—Volveré a soñar —respondí.
—No, ya no —me aseguró.
—Bueno, me voy a dormir, aunque no sé si sea buena idea, no creo que quiera levantarme mañana.
—Te levantarás, si no, vendré yo mismo en persona a sacarte de la cama —rió.
—Entonces no me voy a querer levantar —respondí sin pensar, no quería que se fuera.
—Preciosa… —en su voz sentí el dolor y no me gustó.
—Lo siento, sólo fue una broma —indiqué a mi pesar.
—Ya llegará el momento que no tengamos que volver a separarnos.
—Lo sé —consentí—, sólo espero que pase pronto el tiempo.
—Así será. Ahora duerme, preciosa, descansa.
Me acurruqué en su pecho y él comenzó a acariciar mi cabello con suavidad. No sé en qué momento me dormí, pero cuando desperté, con el canto de las sirenas, ya no estaba conmigo. Me sentí vacía. Aunque la noche había sido maravillosa. Recordé cada detalle, cada palabra, cada lindo gesto, mi sueño…
El sonido del celular me sobresaltó.
—¿Aló? —contesté.
—Hermanita, buenos días, ¿cómo amaneciste?
—Bien, bien, ¿y tú?
—Bien, con sueño, dormí muy poco, llegamos a la casa cerca de las tres, no te cuento el “taco” que nos tocó.
—Me imagino, siempre es lo mismo.
—¿Nos juntamos a tomarnos un café?
—Bueno, yo voy a ir a la oficina y de ahí te veo en el Mall, no voy a trabajar hoy, sólo voy a marcar tarjeta —reí.
—Somos dos, hermanita, yo tampoco trabajo hoy.
—Bueno, entonces, nos vemos allá.
—Me llamas cuando vayas saliendo para yo salir también y no esperarte tanto rato.
—Bueno, nos vemos, hermanito.
—Chao, mi hermanita, te quiero.
Me fui rápidamente a la oficina, estaba un poco atrasada, por lo que tomé un colectivo para llegar a tiempo, caminando, como todos los días, no hubiese llegado.
Fernando me esperaba a la entrada, estaba molesto y se le notaba.
—Hola —saludé lo más natural que pude al ver que no hablaba ni se movía para dejarme pasar. La entrada a nuestra oficina era por una escalera que llevaba directo al tercer piso, esa fue una casa antigua y el pasillo del medio se usa como escalera, a un lado hay una tienda y al otro un restorán, por lo que la entrada es estrecha y Fernando no me dejaba pasar—. Déjame entrar.
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Una Tarde Especial
FantasíaFantasía y Romance. Dioses mitológicos, sirenas y humanos se mezclarán en esta historia de amor donde el amor sobrevive por los siglos de los siglos... Portada: Muelle del Faro del Mall Antofagasta Karolina Asgard Disponible también...