Capitulo 30

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Carlisle había estado investigando en todos los sitios posibles una causa de lo que le estaba sucediendo a Aleksandra, pero no había nada.
Ambos habían guardado como secreto aquello, pues era por petición de la chica. No solo tenía síntomas de hambre, sino también de somnolencia. No era mucho, pero Carlisle le había dicho que ni se le ocurriera dormir, pues tenía miedo de que en el peor de los casos no despertara jamás.

Caius había sido llamado por Aro, el cual no quiso darle explicación alguna del porque lo requería en Volterra.

—Todavía no te vas y ya te echo de menos —Aleksandra comentó con tristeza.

—Volveré rápido, te lo prometo. Esto es algo con lo que deseo terminar pronto —Caius sonrió, cerrando por completo la maleta que llevaría.

—¿Llegarás para la boda de Bella y Edward?

—Espero que así sea. Si no alcanzo a llegar, usa ese vestido coral que tanto me gusta, se te ve espectacular.

Aleksandra sonrió, aunque estaba bastante decaída. Todos los cambios de su cuerpo la estaban agotando, agregándole que estaba estresada porque todos en casa estaban igual y que Caius se iría por unos días la ponía aún peor. Quería mostrarse fuerte, pero últimamente no controlaba mucho sus emociones.

—Está bien.

Caius se dio media vuelta y la miró directamente a la cara. Sabía que había algo extraño que Aleksandra no le estaba diciendo, pero quería que ella fuera la que se lo contara, pues no quería hacerla sentir presionada. Si todavía no le decía nada era por algo.

—Quédate tranquila. Sabes que estaré en contacto contigo.

Lentamente se acercó a Aleksandra. Los labios de ambos comenzaron a moverse de forma sincronizada. Aquello jamás le disgustaría, sin duda. Caius hacía que aquello se sintiera muy lindo y genial.

Aleksandra abrió los ojos y de inmediato encontró los de Caius abiertos también, clavados en su rostro. Nada parecía tener sentido cuando la miraba de esa manera, como si ella fuera lo más precioso que había encontrado.

Sus miradas se entrelazaron durante un momento. Los ojos del hombre estaban comenzando a ser dorados, pero el rojo tan vivo que aún quedaba en ellos era tan profundo que la hizo imaginar estar mirando en realidad el mismo centro de su alma. Ahora comprendía que tenían alma, Carlisle siempre tuvo la razón con eso.

De inmediato, Caius le devolvió la mirada como si él también estuviera viendo su alma y como si le gustara lo que veía.

—Definitivamente te extrañaré —murmuró Caius un momento más tarde.

—Lo sé, pero realmente tienes que ir y no pienso hacerte eso más difícil.

Aleksandra subió su mano para acariciar sus largos cabellos casi blancos. Caius tenía su mano puesta en su espalda baja, por lo que la apretó más contra él, disfrutando por completo aquel momento.

Deslizó la mano por su pecho duro como la piedra, recorriendo los lisos músculos de su estómago, apreciando los momentos que le quedaban a su lado. Ante ese acto, Caius se estremeció visiblemente y su boca buscó la de ella de nuevo. Con cuidado, dejó que la punta de su lengua presionara su labio liso como el cristal, y él suspiró. Su dulce aliento sopló, frío y delicioso, sobre su rostro.

Aquellos besos tan lindos siempre solían llegar a algo más. Caius de inmediato comenzó a apartarse, ya que aquella era su respuesta automática cuando decidía que las cosas estaban yendo demasiado lejos y su reacción refleja, a pesar de que él era quien más deseaba continuar.
Caius respetaba muchísimo el espacio de Aleksandra, por lo que no le importaba en lo absoluto quedarse con las ganas con tal de hacerla sentir bien.

Cuando el amor llegó ⟨••Caius Volturi••⟩ (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora