El aroma de las flores

45 5 6
                                    


Para Frisk aquel escenario no guardaba secretos, conocía cada ventana, cada pilar, caga grieta en el suelo, aunque ya no pudiera verlos.

-Ten cuidado Frisk...

Flowey jamas dejaba de preocuparse por su seguridad, pero ambas partes sabían como terminaría todo eso, así que su pequeño compañero de viaje había decidido desistir en su intento por que terminara el juego. Las flores doradas cubrían sus ojos de forma delicada y la muerte siempre latente a su alrededor, bailaba al son de un ritmo inaudible bajo la sombra de aquel tétrico circo romano, donde su sangre manchando las baldosas viejas era el premio máximo.

-ahí viene... prepárate...

El tiempo había pasado rápido desde que había pisado aquel lugar por primera vez, era, casi injusto, que aquella fuera la ultima vez. Suspiro y pudo oír las suaves pisadas del comediante en el suelo, escuchar el crujir de su ropa al moverse y oler aquel aroma tan suave a mostaza y especias que siempre llevaba encima y era tan característico en él.

-Creo que voy a pasar un buen rato, ¿no lo crees encanto?

Odiaba escuchar esa palabra con aquella cuota de veneno en ella. Flowey desapareció de su hombro; sin su ayuda no era rival para la maquina de asesinar implacable que Sans representaba. Pero esa era la idea. Varios huesos volaron a su alrededor, mientras que su alma se rompió y su cuerpo se derrumbo contra el suelo.

Pudo oír a Sans acercándose, inclinándose a su lado... titubear su nombre. No tenia fuerzas para hablar, así que solo sonrío. Quería darle a entender que lo perdonaba; que lamentaba no haber podido salvarlo; que las cosas debieran ser de aquel modo; que estaría bien... que aun lo amaba.

Sans pronto no tuvo mas que un manojo de flores entre sus manos. Varias lagrimas brotaron de su rostro, lagrimas de ira, de dolor. Grito estrechando las flores contra su pecho, destrozándolas por completo. Odiándose a si mismo por lo que había hecho, por no haberlo amado mas. Intentando atesorar por siempre el peso de su cuerpo en sus brazos.

El aroma de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora