La Rockola Dorada

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Esta historia fue escrita hace tanto pero tanto tiempo, y hasta ahora vengo a editarla. Agregue un par de cosillas más, edite los errores ortográficos, aunque aun así estoy segura que se me fueron algunos :/

Advertencia: No yaoi, personajes extremadamente OoC, palabras vulgares y de un humor un tanto infantil xD tomen en cuenta que la escribí a los 15, hoy en día tengo 23. Les aseguro que los años no pasan en balde :/

Espero les guste :D

La Rockola Dorada

Una tarde tranquila del caluroso mes de abril, en el Santuario de Athena se disponían a organizar las recién compradas chucherías de Saori.

Había ido de shopping a un mercado negro en Atenas, comprando todo lo que se le cruzo en el camino total compro un cuadro falso de Picasso, una saeta de fuego para ir a darse el rol, una espada laser de la guerra de las galaxias, un peluche del tamaño de Aldebarán, una rockola y demás chucherías que de seguro ni sabia como se usaban.

—¿Dónde pongo esto? —preguntó Mu jadeando, mientras alzaba una estufa.

—Por ahí. —señalo la pelilila el rincón del salón, mientras arrastraba una sierra eléctrica.

¿Para qué carajos la quería? Se preguntarán, sinceramente no tengo ni idea de que pasaba por la cabeza de la cebollita morada.

—Puedo preguntar una cosa. —Saori asintió sin mirarle siquiera —¿Para qué quieres todo esto? —Shion cargaba con un mazo. Dohko alzaba una caja de herramientas que en su interior contenía dados, pinzas, matracas, llaves, una cruz y demás. El pobre chino apenas daba paso.

—No lo sé. —alzo los hombros mientras dejaba la sierra sobre el trono. —Para algo han de servir algún día. —se llevó ambas manos a la cabeza, ajustando el moño que ataba su larga cola de caballo.

—A la derecha, a la derecha. —ordenaba Saga a su gemelo tratando de ver lo que tenía frente a sí.

—¿La tuya o la mía? —logro articular con dificultad el pobre y cansado Kanon.

Él y su sexy gemelo cargaban un hermoso sillón curveado de color vino, a simple vista parecería un mueble común y corriente, pero para los conocedores era fácil deducir que era un sillón tantra. Solo que Saori porque simplemente le gusto el color lo compro. Sobre el sillón de pecado se encontraba Aldebarán acostado abrazando con fuerza oso de peluche del tamaño de Dohko cuando era una réplica exacta de Yoda.

Ambos santos de Géminis venían alzándole desde la casa de Aries. Él torito Dorado se cansó con los tres primeros escalones y cayó al suelo porque se le bajo la presión. Los gemelos como buenos y humildes vecinos decidieron ayudarle dándole un chocolate.

Pero jamás les paso por la cabeza que el abusivo de Alde se subiría al sillón y les pediría que le llevaran hasta la casa del Patriarca.

—¡La tuya! —gritó, haciendo un esfuerzo sobre humano por no perder el equilibrio. No habían hecho ninguna parada, obviamente para llegar más rápido. El temblor en sus manos y piernas era la consecuencia de su alocada decisión.

—¡Golpe avisa! ¡golpe avisa! ¡Me vale ser grosero pues tengo prisa! —gritó Milo detrás de ellos seguido de Camus. Cada uno traía un enorme florero importado de Francia -en la parte de abajo decía Made In China- y el francés en su espalda traía una mochila con varios libros; Novelas juveniles y un extraño libro completamente negro de la pasta.

¿Para qué Saori compro eso? Si ni le gustaba leer -cuentan los Santitos Dorados que ni sabía leer su propio nombre-. Lo que es ser una ricachona gastalona.

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