Unica parte

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Narra Kenzo.

Terminamos de hacer el directo, y apagamos la cámara.

Nos miramos, y mi novio entrelazó sus manos con las mías, sentándome arriba de el. Observé el chupetón que le había hecho y él miró el que me había hecho a mi, aunque este no se notaba demasiado gracias a que mi pelo lo cubría.

-Me has dicho que no ibas a hacerme daño.- Abel susurró en mis labios y sus manos se posaron en mi cintura acercándome a él. Me separe un poco, quitándome la camiseta, y ayudé a Abel a quitarse la suya mientras mis labios se posaban en su pecho, mientras poco a poco nos íbamos acostando en la cama.

Lamí levemente sus pezones, mientras el dejaba escapar algunos jadeos, tomándome un poco fuerte del pelo. Mis labios se desplazaron más abajo dejando varias marcas en su vientre, y se bajó el pantalón para que siga mi recorrido y sin permiso baje su bóxer dejando a la vista su notoria erección.

Chupe suavemente su miembro sintiendo como se endurecía levemente, reí bajo pero Abel no llegó a oírlo, estaba demasiado excitado.

Moví mi boca con ágiles movimientos sobre su pene ya erecto, siento el líquido pre-seminal salir por allí.

-K-kenzo, me corro.- soltó suspirando, pude sentir como mi entrepierna esperaba a ser liberada, como palpitaba dentro de mis pantalones.

Continúe el proceso, mi novio llegó a correrse en mi boca, pero no dije nada, estaba en un shock sexual que me dejo embriagado. Al terminar, tomé su miembro, retirándolo de mi boca y moviéndolo de un lado a otro, no quería acabar aún, no estaba listo.

Y lo mas importante, yo no había recibido lo que quería.

Tomé mis pantalones de pijama e indiqué a Abel que los quitase, él obediente lo hizo sin rechistar a la vez que mi ropa interior, observando mi erección y relamiendo sus labios, algo que hizo que casi me corriese en ese instante.

Mi bebé tomo mi pene entre sus manos mientras lo acercaba la boca y dio varios besos en el glande pero rápidamente me empujó en la cama quedándome de piernas abiertas frente a él y se paró a buscar una cajita rosa, envuelta con un moño del mismo color, y me la entregó. Le vi una sonrisa maliciosa y decidí abrir mi regalo.

Saque unas orejitas de gatito de un rosa pálido, y un consolador que tenia forma de cola de gato. Al fondo de la cajita había unas medias de red que me las puse al instante y sobresaltaban con mi blanca piel.

Él me colocó las orejitas y gemí fuerte cuando me colocó el vibrador en forma de cola de gato.

Me abrió un poco las piernas y se agachó para darme unas lamidas cerca de mi entrada y me quitó el dildo para empezar a adentrarse fuertemente en mí.

Mis manos empezaron a arañar su cadera y se alejó para colocar mis piernas en sus hombros. Era una posición un poco incomoda, pero madre mía era una forma excelente de sentirlo más a pleno.

Mis delgadas manos se dirigieron a mi pene mientras me tocaba toda mi longitud y la envolvía con mis dedos fuertemente de arriba a abajo.

Sacudí mi miembro repetidas veces mientras sentía a Abel dentro de mi, y joder, bastante adentro. Me moví para sentirlo aún mas, y llegó a tocar un punto en mí que me hizo delirar de una manera impresionante.

Grité sin poder contenerme y eso llegó a excitarle bastante ya que volvió a darme una estocada exactamente en el mismo punto, y con la misma intensidad.

Las orejas de gato volaron a quién sabe donde, ahora mi pelo estaba despeinado, mis mejillas estaban rojas y mis ojos casi llegaban a arder de tanto apretarlos, la excitación podía conmigo, no podía controlar mis gritos.

Me corrí sobre el abdomen y vientre de mi novio, pero él aún no lograba acabar. Comencé a gritar y gemir su nombre en protesta, al momento sentí como se impregnaba mi interior de él, su esencia me llenó por completo.

Salió de mí, dolió un poco pero lo único que podía hacer era sonreír, porque me había hecho suyo como miles de veces, pero cada una de ellas era especial, cada vez que me llenaba de él, me hacia suyo, era cómo tocar el cielo con las manos, un sentimiento incomparable e inexplicable se apoderaba de todos mis sentidos.

La forma en la que él me sonreía y gemía mi nombre, no había mejor cosa que aquella.

Pero eso no era lo único, cuando decía que me amaba, la forma en la que me besaba, incontables cosas que lo hacían mas perfecto aún y él no lograba reconocer.

Cuando me despertaba por las mañanas mordiendo mi oreja cual gatito que busca atención, cuando me hace de cenar, le coloca demasiada sal, le doy un beso que lo consuele y pedimos comida por teléfono para no cabrearlo aunque se que en el fondo hiere su orgullo, cuando me espera al momento en el que quiere salir y quedamos viendo algún anime que me gusta solo porque le encanta complacerme, todos esos detalles que hacen que lo ame más y mas cada día.

I want you|| Kenzabel hot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora