Corrí sin parar, de vez en cuando miraba hacia atrás para ver si EL me perseguía, me dolían las piernas, fue en un momento en el que llegue a Snowdin, camine rápido, hasta que me encontré con ese esqueleto, Sans, tenía un corte diagonal en su pecho y sostenía la bufanda de Papyrus.
–Sans...– el esqueleto me miró por un momento y bajo la mirada, iba a dar un paso más, pero el desapareció en el aire, ya no quedaba nada de él... Me tire al piso de rodillas y empecé a gritar y llorar, el leve sonido de unos pasos se hicieron presentes, aún así yo lloraba fuertemente, esperando mi final por parte de la persona que amaba, ese ser sin sentimientos, llamado Chara.
Los sonidos de sus pasos se hacían cada vez más fuertes, al igual que mis llantos, ¿Cómo pude enamorarme de él, sabiendo que en cualquier momento moriría?
Dolía un montón saber que él no tenía sentimientos, el antes era una persona buena, pero ahora es todo lo contrario, es una bestia asesina
– Por favor, no lo hagas, Chara... – me sentía muy estupida suplicando, ya no había vuelta atrás, el chico se arrodilló frente a mí –.
– Puede sonar raro que lo estés oyendo de mi, pero lo siento – dijo con una sonrisa, él nunca pedía perdón, con nadie– Eres una Pacifista, los pacifistas no me agradan (Pero tú fuiste la única Pacifista que me agradó) – se empezó a acercar a mi – Lastimosamente, para ti, No tengo sentimientos (Es mentira, si tengo y me duele matarte...) – Temblé, me seque las lágrimas con me pare y me acerqué a él, ese era mi destino, que él me matará – _____, ¿Qué crees que haces? – dijo mirándome con confusión –.
– Estoy aceptando mi destino, mátame, Chara, quiero que me mates, después de todo, no hay escapatoria ¿O sí? – Sonreí con tristeza y me deje llevar, lo que yo decía era cierto, era la única persona viva en todo Underground – Mátame, es lo único que falta – Una que otras lágrimas salieron de mis ojos –.
– Bueno, como quieras... – su voz notaba tristeza ¿El, triste? Nadie lo creería, empuñó el cuchillo y con sus ojos cerrados, lo clavo en mi estomago, el usualmente, reía cuando mataba a sus víctimas, pero ahora no era así, no reía, su ojos reflejaban tristeza, repitió lo mismo varias veces y cuando estaba a punto de morir, él habló – Aunque fueras una Pacifista, debo decirte algo antes de que mueras... Te amo ¿Si? – beso mi frente, y en los pocos segundos que quedaban para mí muerte, hable con un hilo de voz–.
– Yo también te amo, Chara... – cerré mis ojos y perdí el conocimiento –.
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