Don't touch me...

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Tic tac, tic tac, tic tac...

No puedo dormir, mis oídos parecen no escuchar ningún sonido más que el ruido de las teclas del reloj avanzar.
Quiero pararme y hacer añicos ese reloj, quiero dejar de escuchar ese ruido que hace cuando llega a la hora indicada. Pero no puedo, otra vez ha venido esa mujer y estoy sin fuerzas, me ha dado uno de sus dulces.

Mi cabeza comienza a dar vueltas y cada vez es más intenso ese desesperante sonido.

Tic tac, tic tac, tic tac...

¡No! ¡Ya hizo un tic tac más fuerte! Mis manos buscan zafarse, me ha amarrado esta vez más fuerte. Las muñecas me duelen y la soga empieza a dejar raspones profundos.

Quiero taparme, no quiero que me vean, no quiero que me toquen otra vez. ¿Por qué me tienes encerrado aquí? ¿Por qué dejas que esos hombres me lastimen? Me han tocado en lugares que yo ni siquiera conocía...

La puerta se abre, es ella con otros acompañantes, ninguno es el mismo de hace unas noches o siquiera unos meses. Mis ojos sólo la miran a ella, buscan algo de piedad y bondad en su corazón pero es inútil, se va y de nuevo quedo encerrado con ellos que me ven como si fuera un cualquier cosa, sin vida, sin voz propia.

La noche es lenta y el acto asqueroso demora más de lo que siempre he tenido que soportar. Ellos tirados a lado mio sin pena ni vergüenza, durmiendo como si lo de hace un rato es cualquier cosa.
Quiero entender, pero no, no sé por qué estoy aquí. Tengo que hacer esto en lugar de ir a la escuela, de jugar en algún parqué.
Me han lastimado, tengo heridas hasta en mis entrañas ¿Quién las va a curar? ¿Quién borrará aquel rastro en mi piel? No puedo verlo, pero puedo sentirlo y revivirlo sin quererlo en mi mente y sueños.

El resto de la noche es tranquila, mis ojos siguen sin querer cerrarse, sé que en pocas horas mi martirio vuelve a comenzar ¿Pueden darme un respiro? Ya no peleó como antes, pero me duele todo el cuerpo.
Me han vuelto a lastimar aquella parte, han hecho que derrame vino en las sábanas. No es placer, es dolor, me han desgarrado desde adentro y ellos lo aprecian al igual que un trofeo.

Estoy jodido desde que nací, me han mantenido encerrado aquí obligando a dar mi cuerpo. Para mi se ha vuelto tan normal, pero ¿Cómo entenderán mis amigos? Que teniendo cinco años he dormido con un millón de hombres.

Todas las mañanas hay alguien distinto saliendo por esa puerta, dejándome atado a este lugar. No hay ni una pizca de compasión en sus rostros, en cambio a eso, salen despidiéndose y diciendo entre risas espeluznantes que regresarán.

Grito de frustración, grito de dolor, grito de desesperación. No me toques, sé que mi cuerpo no es igual al de una mujer, sé que mi cuerpo por naturaleza debe ser brusco y con la capacidad de soportar. Pero no, soy frágil. Todo lo que me hacen me duele al igual y de la misma manera...

Abrió la puerta y esta vez no volteo a verla, escucho su caminar que se acerca con gran prisa. Esta vez había pasado más días sin tener alguna noche con alguien, sentía que podía ser salvado y que quizás mi sufrimiento ya estaba por acabarse.

Me equivoque de nuevo.

Me equivoque al igual cuando que pensé aquella noche de pequeño que en cualquier momento ella entraría por esa misma puerta y me los quitaría de encima.
Sólo ha venido ha decirme que está noche vendrían más de lo acacostumbrado, que fuera bueno, que si me dejaba podía finalmente disfrutarlo.

Siento algo formarse en mi garganta, pero no lloro, no puedo dejar saberle que a pesar de todo ella con sus palabras me sigue lastimando...

¿Por qué me tienes encerrado? ¿Por qué dejas que me toquen? Me siguen lastimando... ¿Por qué me has vendido a cambio de dulces? Eres tan ingenua que no te has dado cuenta, mi cuerpo no resistirá, mi cuerpo colapsara y no podré servirte para tus más bajos y promiscuos deseos.

A Million Men...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora