-¿Dónde vienes?- me pregunta Jaime desde el otro lado del teléfono, en su voz se notaba que estaba cabreado; ya era la segunda vez que llamaba.
-Voy saliendo- le digo en el momento en que me dirijo al auto, pero antes de llegar, ya había colgado; debía de estar muy cabreado.
Hacía un frío de los mil demonios. Sentía como el viento helado se colaba entre mi piernas y penetraba por entre mis huesos, como si los estuviera carcomiendo. Me reproché el hecho de no haber cogido algo mas abrigado, pero con el pelotudo de Jaime llamándome cada cinco minutos, ya no me daba tiempo de regresar y coger algo. Pero lo que si cogería, casi con seguridad, sería un resfriado.
Estaba a unas pocas cuadras, cuando mi teléfono sonó; Jaime otra vez. Decidí no contestar, ya que estaba por llegar y, sinceramente, no me apetecía mucho oír la voz de Jaime por tercera vez esta noche y creí mejor esperar hasta llegar. Pero, lo mejor, era que no tendría que volver a escuchar su voz después de esta noche.
Mientras me dirigía al encuentro, pensaba en cómo me había convertido en un ser tan despreciable e inescrupuloso. Se suponía que iríamos a ver a la novia de mi querido amigo Jaime, (una mujer muy dulce y carismática, cabe destacar) y luego nos dirigiríamos a un restaurante. Todo hubiera salido perfecto, o casi perfecto, de no haber sido por dos cosas. La primera: ya íbamos tarde; y la segunda y para mí la más importante: la novia de mi queridísimo amigo Jaime, yacía muerta en su habitación.
Al momento de saludarme, Jaime se hizo el enojado. Pero cuando ya íbamos de camino a casa de su novia, me comenzó a hablar sobre lo que tenía pensado hacer al llegar al restaurante: le propondría matrimonio. Me dio una punzada en el pecho al pensar en como reaccionaría al encontrarla tirada en un charco de sangre en medio de su habitación y me dio una punzada más fuerte al pensar que había sido yo el que había cometido tal atrocidad.
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Historia de un desquiciado
Historia CortaLa mente humana, si se sabe aprovechar bien, siempre será de gran ayuda. Por otra parte, la mente también puede ser muy traicionera y muchas veces te puede jugar una mala pasada. A Jaime esto fue lo que exactamente lo que le sucedió.