- No, no y no. Me niego rotundamente. No pienso ir a un internado por los caprichos de la que dice ser tu mujer. - dije ya harta de recibir la misma respuesta.
Tres años después de que mi madre muriese, mi padre decidió casarse con una bruja llamada Soledad. Al principio parecía que era amable pero hace dos años que, a espaldas de mi padre, se comporta como una auténtica bruja que no descansará hasta tenerme fuera de la vida de ella y de mi padre, y la muy puta ya lo a conseguido.
- Irás a ese internado y no hay más que hablar Emily. Soledad y yo no toleramos tu comportamiento.
- Pero que comportamiento ni que leches, si yo me porto genial, nada más que no lo aprecias - mentira. La verdad es que últimamente me estaba portando un poquito mal, pero eso no es razón para llevarme a un estúpido internado de pijos.
- Ja, no me hagas reír - dijo mi padre con tono irónico - ¿te parece normal que te hayan expulsado del Instituto tres veces? - vale...me aveis pillado, igual....no voy a ir a un internado por la culpa de Soledad ¡pero ella le ha animado! - ¡a tu habitación!
- Pero papá....
- A tu habitación te he dicho - me interrumpió.
(...)
- ¿Tienes todo lo que necesitas? - me preguntó mi padre por décima vez.
- Si papá - dije con tono cansado.
- Pues venga sube al coche ¿a que esperas?
¿Que a que espero? ¿Enserio me está preguntando eso? ¡Pues espero a que cambies de opinión imbécil!
Me subí al coche de mi padre arrastrando lo pies y encorvada, me senté y empecé a mirar por la ventana pensando en cómo sería esa cárcel....digo...orfanato. Sólo se me pasaron por la cabeza dos opciones:
•Que el orfanato sea horroroso, los profesores unos antipáticos y lo peor todo que la comida sea malísima.
•O que el orfanato sea horroroso, los profesores antipáticos y lo pero de todo que la comida sea malisi......vale solo me lo imagino de una de forma.
Después de dos horas, el coche se paró y suponí que ya habíamos llegado. Así era, ya estábamos enfrente de donde iba a residir durante un año.
El edificio no era tan viejo como esperaba. Era grande, muy grande, las paredes eran blancas y estaba rodeado de un verde y fresco césped.
- Ya hemos llagado - dijo mi padre resaltando lo obvio.
- ¿No me digas? - pregunté irónica.
Mi padre suspiro enfadado, abrió el maletero, sacó la maleta me la dio, subió al coche, lo encendió y se fue.
¿Sin un adiós ni nada? Pues si que tiene ganas de deshacerse de mi.
- Yo también te quiero - grité sabiendo que no me oía.
Cogí la maleta y miré al inmenso edificio que tenía enfrente. Me aproximé a el con paso decidido.
- Hola - me saludó la recepcionista.
- Hola - la devolví el saludo con una sonrisa - Soy nueva ¿me podrías decir cuál es mi habitación?
- Claro ¿cual es tu nombre?
- Emily Parks.
- Tu habitación es la 994.
Joder ¿pero cuantas habitaciones hay aquí?
Asentí sorprendida y me dirigí a mi habitación guiando me gracias al mapa que me había dado minutos antes la recepcionista.
Recorrí varios pasillos y subí muchas, pero que muchas escaleras , tantas que estaba segura que al día siguiente no me podría levantar de la cama por las agujetas que invadirían mi cuerpo, y no me mal interpretéis, yo soy muy deportista, lo que pasa es que subir escaleras no es lo mio.
Abrí la puerta de mi habitación con la respiración entrecortada debido al cansancio.
Tumbada en la cama había una chica que parecía una barbie: rubia, con una mini-falda rosa, junto con una camiseta corta con un escote que dejaba ver la mitad de sus pechos, seguramente operados.
Me miró con cara de asco y yo la saludé con una mano y una sonrisa falsa.
Se que soy fea pero tampoco hace falta que me mire así.
- ¿Que haces aquí niñata?
Que amable.
- Soy tu compañera de habitación barbie.
- ¿Tu mi compañera de habitación?
- Si ¿quieres que te lo repita?
- Mira niñata de campo, nadie me habla así y menos una imbécil como tú. Si es verdad que eres mi compañera de habitación, más vale que ni me dirijas la palabra o tendrás problemas.
- ¿Así? ¿Que harás? ¿Me ensuciarás la camiseta con pinta labios? O aún peor ¿Me romperás una uña?
- Tu no sabes de lo que soy capaz de hacer.
- Ni tu de lo que yo soy capaz de hacer.
- Coloca la ropa y sal de mi habitación.
- Lo que tu digas. - dije ya cansada de discutir con ella, no valía la pena.
Coloqué mis cosas y salí de la habitación dando un portazo.
¿Que he hecho yo para merecer esto?
Fui andando por los pasillos sin ningún rumbo fijo con la intención de conocer este lugar desconocido para mí.
Los pasillos estaban llenos de adolescentes. Había una cosa que me llamaba la atención, y es que todas las chicas que había visto hasta el momento eran plásticas y no paraban de coquetear con los chicos guapos.
Sin darme cuenta me introducí en el comedor que estaba lleno de alumnos, haciendo cola para que les diesen la asquerosa comida. Y os preguntareis que como se que estaba asquerosa si ni siquiera la había probado, pues muy fácil, la razón es porque nada más entrar a aquel lugar un olor asqueroso invadió mis fosas nasales.
Pero como tenía hambre decidí hacer cola para conseguir comer un poco de....¿vómito de vaca con mierda de perro? Es lo que pensé que era cuando me pusieron la comida en la bandeja.
¿Voy a tener que comer esto durante una año? Que alguien me mate.
Me dirigí a la única mesa que estaba vacía y me senté en ella.
Yo no soy para nada sociable así que si alguien quiere ser mi amiga que se acerque a mi porque yo no pienso dar el primer paso.
Empecé a juguetear con la comida cuando una voz me sacó de mis aburridos pensamientos.
EMILYEspero que os guste la historia.
Votad y comentad porfaaa.
Intentaré subir el próximo capítulo lo antes posible.
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Mi Misterioso Boxeador
RomanceY ahí estaba yo haciendo las maletas para irme al infierno, o como la gente lo llama, internado. Nunca pensé que al lado de la habitación donde iba a residir durante un año estuviera el chico que volvería mi vida patas arriba. Frío, indescifrable y...